León XIV: 'No fuimos creados para la falta, sino para la plenitud'

  • 15 de octubre, 2025
  • Ciudad del Vaticano (AICA)
En la audiencia general el pontífice centra su mensaje en la esperanza que nace de la Resurrección de Cristo, en el marco del ciclo dedicado al Año Jubilar.

El papa León XIV invitó hoy a "dejar que el misterio de Cristo libere su luz de salvación en contacto con la realidad humana e histórica actual, con sus preguntas y sus desafíos". Fue durante la audiencia general celebrada en el Vaticano donde ha ofrecido una catequesis centrada en la esperanza que brota de la Resurrección de Cristo.

En su reflexión el Santo Padre describió la vida como una sucesión de emociones y situaciones diversas: "A veces nos sentimos alegres, otras veces tristes, otras incluso satisfechos, o estresados, gratificados, desmotivados". Reconoció que muchas personas viven "muy ocupadas", centradas en alcanzar metas, aunque a menudo se sienten "suspendidos, precarios, esperando éxitos y reconocimientos que tardan en llegar o nunca llegan".

"No fuimos creados para la falta, sino para la plenitud" 
En este contexto, afirmó que "quisiéramos ser felices, pero es muy difícil conseguirlo de forma continuada y sin sombras" y añadió: "No fuimos creados para la falta, sino para la plenitud, para disfrutar de la vida y de la vida en abundancia".


El Pontífice subrayó que este deseo profundo del corazón humano "puede encontrar su última respuesta no en los roles, no en el poder, no en el tener, sino en la certeza de que alguien se hace garante de este impulso constitutivo de nuestra humanidad". Esa certeza, dijo, "coincide con la esperanza".

"Esto no quiere decir pensar de forma optimista: a menudo el optimismo nos decepciona, al ver cómo nuestras expectativas implosionan, mientras la esperanza promete y cumple", explicó.

La resurrección es una fuente viva
El Papa enfatizó que la resurrección de Cristo no es un simple hecho en la historia de la humanidad, sino un acontecimiento que transformó a la humanidad desde dentro. León XIV la comparó con un manantial que calma la sed e irriga la tierra. 

"El Resucitado -dijo- es una fuente viva que nunca se agota ni cambia. Permanece siempre puro y accesible a todo aquel que tiene sed. Cuanto más saboreamos el misterio de Dios, más nos atrae, sin saciarnos nunca plenamente". Como decía San Agustín, todavía queremos más.


León XIV se refirió a san Agustín y a su himno a la belleza, en el que logró captar el anhelo inagotable de nuestros corazones: 'Derramaste una fragancia, la respiré, y ahora jadeo de sed de ti. Probé, y ahora tengo hambre y sed. Me tocaste, y ardí de anhelo por tu paz' (X, 27, 38).

Calma en el viaje y paz en la eternidad
El Santo Padre señaló que la resurrección de Cristo nos da una fuente constante de vida. Él es el Viviente y vencedor de toda muerte. Nos da consuelo en nuestro camino terrenal y asegura una paz perfecta en la eternidad. 

"Solo Jesús, que murió y resucitó, responde a las preguntas más profundas de nuestro corazón: ¿Existe realmente un destino para nosotros? ¿Tiene sentido nuestra existencia? ¿Cómo puede redimirse el sufrimiento de tantos inocentes? Jesús resucitado no envía respuestas 'desde lo alto', sino que se convierte en nuestro compañero en este viaje a menudo agotador, doloroso y misterioso. Solo Él puede llenar nuestros odres vacíos cuando la sed se vuelve insoportable".

Sin Jesús vagaríamos sin rumbo
El Santo Padre recordó que Jesús es también nuestro destino final. Sin su amor, nuestras vidas se convertirían en un vagabundeo sin rumbo. Él nos asegura la llegada al refugio, que nos conduce a casa, donde somos amados y esperados. 

"De la resurrección de Cristo", concluyó el Santo Padre, "nace la esperanza que nos permite, a pesar de las dificultades de la vida, saborear una paz profunda y gozosa: esa paz que solo Él puede darnos al final y para siempre".+