León XIV: La Resurrección cambia el sentido de nuestra vida

  • 8 de octubre, 2025
  • Ciudad del Vaticano (AICA)
Continuando su catequesis sobre el Misterio Pascual en la audiencia general semanal, el Papa reflexionó sobre la humildad de Cristo en la Resurrección.

"La Resurrección de Cristo nos enseña que no hay historia tan marcada por la decepción o el pecado que no esté marcada por la esperanza. Ninguna caída es definitiva, ninguna noche dura para siempre, ninguna herida permanece abierta para siempre. Por muy distantes, perdidos o indignos que nos sintamos, ninguna distancia puede extinguir la fuerza inagotable del amor de Dios", enfatizó el papa León XIV, este 8 de octubre durante la audiencia general.

Continuando con su catequesis sobre el misterio pascual, el Santo Padre reflexionó hoy sobre la humildad de Cristo en la Resurrección, sobre un fragmento del relato evangélico de los discípulos camino de Emaús (Lucas 24,30-32). 

La humildad de la resurrección 
El Papa señaló que Jesús "no hace nada espectacular para imponer la fe a sus discípulos". Es él quien actúa con discreción, como "un viajero común, un hambriento que pide compartir un trozo de pan".

El Resucitado, indicó, "prefiere el lenguaje de la cercanía, la normalidad, la mesa compartida"; no usa "efectos especiales" ni "signos de poder".

Y agregó: "La resurrección no es un giro teatral, es una transformación silenciosa que llena de significado cada gesto humano". El Evangelio muestra que "nuestro cuerpo, nuestra historia, nuestras relaciones no son envases para desechar. Están destinados a la plenitud de la vida".

El pontífice añadió: "La resurrección no significa convertirse en espíritus efímeros, sino entrar en una comunión más profunda con Dios y con los hermanos, en una humanidad transformada por el amor".

Refiriéndose a la escena bíblica de los discípulos camino de Emaús, el Papa señaló que experimentaron tristeza porque "esperaban un resultado diferente". Querían un Mesías, pero sin la cruz. Ni siquiera la noticia de la tumba vacía los alegra. "Pero Jesús está a su lado y con paciencia les ayuda a comprender que el sufrimiento no es una negación de la promesa, sino el camino a través del cual Dios ha revelado la medida de su amor", añadió el Santo Padre.


El momento en que se sientan juntos a partir el pan resulta ser un punto de inflexión; les abre los ojos. "Esta es la mayor sorpresa: descubrir que bajo las cenizas de la decepción y el cansancio siempre hay una brasa viva, esperando ser reavivada", dijo León XIV.

El Resucitado está a nuestro lado
El Señor se acerca a nosotros precisamente en los lugares más oscuros: en nuestros fracasos, en nuestras relaciones tensas, en las dificultades cotidianas que nos agobian, en las dudas que nos desaniman. Nada de lo que somos, ninguna parte de nuestro ser, le es ajeno. 

"Hoy el Señor Resucitado está junto a cada uno de nosotros, precisamente en nuestros caminos -caminos de trabajo y deber, pero también de sufrimiento y soledad- y con infinita ternura nos pide que nos dejemos reconfortar por él", señaló León XIV y añadió: "No se impone con un grito, no espera un reconocimiento inmediato. Espera pacientemente el momento en que nuestros ojos se abran para ver su rostro amable, capaz de transformar la decepción en confiada expectativa, la tristeza en gratitud y la resignación en esperanza".

Cada dolor puede convertirse en un lugar de comunión
Para concluir, el Papa afirmó que "el Resucitado solo desea hacernos sentir su presencia, ser nuestro compañero de camino y despertar en nosotros la certeza de que su vida es más fuerte que cualquier muerte".

León XIV animó a los miles de fieles congregados en la Plaza de San Pedro pedir al Señor en oración "la gracia de reconocer su presencia humilde y discreta, para que no exijamos una vida sin pruebas, para que descubramos que todo dolor, si está lleno de amor, puede convertirse en un lugar de comunión".

"Como los discípulos de Emaús, regresemos a nuestros hogares con el corazón encendido de alegría. Una alegría sencilla que no borra las heridas, sino que las ilumina. Una alegría que nace de la certeza de que el Señor vive, camina con nosotros y en cada momento nos da la oportunidad de comenzar de nuevo", concluyó León XIV.+