Mons. Ojea: 'El prójimo es un don de Dios'
- 1 de octubre, 2025
- San Isidro (Buenos Aires) (AICA)
El obispo emérito de San Isidro subraya la ceguera espiritual provocada por la falta de caridad y la urgencia de una conversión del corazón para reconocer al otro como don de Dios.

Como cada semana, monseñor Oscar Ojea, obispo emérito de San Isidro, compartió su reflexión pastoral dominical, en esta ocasión centrada en la parábola del rico y el pobre Lázaro, correspondiente al vigésimo sexto Domingo del Tiempo durante el Año.
En su mensaje, monseñor Ojea subrayó el contraste que presenta el Evangelio entre el hombre rico -cuyo nombre no se menciona- y el pobre Lázaro, quien sí es nombrado y cuyo nombre significa "Dios ayuda". "Esto no es un detalle menor", advirtió el obispo, y explicó que la ausencia de nombre del rico refleja su falta de sustancia y trascendencia frente a Lázaro, que representa a los pobres visibles a los ojos de Dios: "Esto significa que este personaje del rico tiene poca sustancia, no tiene envergadura. Es tremenda esta historia".
"El rico pasa todos los días, entra y sale de su casa, pero no lo ve, no lo quiere ver, no se detiene", remarcó monseñor Ojea, señalando que esta actitud refleja "esta distancia enorme que crea la falta de caridad, es decir, el corazón cerrado", que se traduce en desprecio hacia el otro y, por lo tanto, hacia Dios. "El otro, y más si es pobre, es un don de Dios", afirmó.
El obispo también se refirió al abismo espiritual que la parábola revela: "El rico vive en su mundo, en su mundo de imágenes, de banquetes, de relaciones. No puede salir de sí, no puede salir a la periferia, no puede ver la realidad que lo envuelve".
En su interpretación del diálogo final entre el rico y Abraham, monseñor Ojea destacó el sentido de urgencia que la parábola transmite. Finalmente, llamó a una conversión del corazón: "Que el Señor nos enseñe a mirar la realidad, a no huir y después ver qué podemos hacer con ella, pero no ignorarla, no mirar para otro lado".+