Presentan en el Vaticano el documento sobre conversión ecológica y justicia climática

  • 1 de julio, 2025
  • Ciudad del Vaticano (AICA)
"Los países ricos deben pagar la deuda ecológica con el Sur", expresaron los presidentes del CELAM, la SECAM y la FABC, durante la presentación del documento.

Los cardenales Jaime Spengler, presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (CELAM), Felipe Neri Ferrao, presidente de la Federación de las Conferencias Episcopales de Asia (FABC) y Fridolin Ambongo Besungu, presidente del Simposio de las Conferencias Episcopales de África y Madagascar (SECAM), fueron recibidos por el papa León XIV este 1° de julio.

Durante la audiencia presentaron al Santo Padre el documento "Un llamado por la justicia climática y la Casa Común: conversión ecológica, transformación y resistencia a las falsas soluciones", que las tres confederaciones elaboraron, con apoyo de expertos, desde 2024.

Al cierre del encuentro los purpurados, presentaron el documento en la Oficina de Prensa de la Santa Sede. La rueda de prensa contó con la participación de Emilce Cuda, secretaria de la Pontificia Comisión para América Latina (PCAL)

"No estamos aquí como expertos o políticos, sino como pastores, pedimos una conversión del corazón", señalaron desde el inicio de la presentación y explicaron que el documento fue redactado por especialistas de varias ramas, como parte de las reuniones celebradas en Luxemburgo desde agosto de 2024.


Las organizaciones eclesiales continentales subrayaron que transcurridos diez años desde la publicación de la encíclica Laudato si' y la firma del Acuerdo de París. Los países del mundo no respondieron con la urgencia necesaria. 

De ahí que insistieron en que "la Iglesia no se quedará callada. Seguiremos alzando la voz junto con la ciencia, la sociedad civil, los más vulnerables, con verdad y coherencia, hasta que se haga justicia". 

Este llamamiento categórico y solemne, tiene como mira la próxima Conferencia sobre el Cambio Climático, COP 30, que se celebrará en Brasil, en Belém, en la Amazonia, del 10 al 21 de noviembre.

Los firmantes del documento afirman estar "inspirados tanto por la Laudato si' del papa Francisco como por el llamado del papa León XIV a vivir una ecología integral con justicia". De ahí la invitación a una profunda conversión ecológica.

El estilo mismo del documento, la concreción de los problemas abordados y de las soluciones, revelan que no se trata de una posición aislada, sino más bien del primer resultado de un largo trabajo en red, tanto a nivel eclesial como de la sociedad civil, de las asociaciones, de las poblaciones indígenas.

Basta de 'falsas soluciones'
Partiendo de la Amazonía, este viaje llevó a la Iglesia del Sur global a dialogar, coordinarse, crear vastas redes ecológicas regionales y ser significativa en sus respectivos territorios. Hoy, con razón, puede alzar su voz con respecto a la crucial cita de noviembre.


No a las "falsas soluciones", sí a las opciones de equidad y justicia. 

"La crisis climática -leemos en el documento presentado en el Vaticano- es una realidad urgente, con un calentamiento registrado de 1,55 °C en 2024. No es solo un problema técnico: es una cuestión existencial de justicia, dignidad y cuidado de nuestro hogar común".

De hecho, la ciencia es clara y afirma que el calentamiento global debe limitarse a 1,5 °C para evitar efectos catastróficos. 

"Nunca debemos abandonar este objetivo. Son el Sur del mundo y las generaciones futuras quienes ya están sufriendo las consecuencias" 

Los "países ricos" deben pagar la deuda ecológica
Rechazamos las falsas soluciones como el capitalismo "verde", la tecnocracia, la naturaleza mercantilizada y el extractivismo, que perpetúan la explotación y la injusticia". En su lugar, los episcopados piden, ante todo, equidad:

"Los países ricos deben pagar su deuda ecológica, con financiamiento climático justo, sin endeudar aún más al Sur, para recuperar las pérdidas y los daños y fomentar la resiliencia en África, América Latina y el Caribe, Asia y Oceanía".

Así pues, justicia, que también implica no promover un crecimiento económico descontrolado y "poner fin a los combustibles fósiles y a las infraestructuras asociadas a ellos, y gravar adecuadamente a quienes se han beneficiado de ellos, inaugurando una nueva era de gobernanza que incluya y priorice a las comunidades más afectadas por las crisis climáticas y naturales". 

Finalmente, la solicitud de protección y, por consiguiente, "defender a los pueblos indígenas y tradicionales, los ecosistemas y las comunidades empobrecidas; reconocer la mayor vulnerabilidad de las mujeres, las niñas y las nuevas generaciones; y considerar la migración climática como un desafío para la justicia y los derechos humanos".

Compromisos y propuestas de la Iglesia
Sin embargo, la Iglesia no quiere limitarse a las palabras, y CELAM, FABC y SECAM afirman que desean asumir compromisos específicos. 

"Defenderemos a los más vulnerables en cada decisión sobre el clima y la naturaleza", se lee en el documento, que propone, por tanto, "educar en la ecología integral y promover economías solidarias, la feliz sobriedad de Laudato si' y el buen vivir de la sabiduría ancestral". 


Además, la Iglesia está llamada a "fortalecer la alianza intercontinental entre los países del Sur del mundo para promover la cooperación y la solidaridad". 

Esperanzas en la COP30
Con la vista puesta en la COP 30, los firmantes se comprometen a monitorear los resultados de la COP a través de un Observatorio de justicia climática. Y proponen una coalición histórica entre actores del Norte y del Sur del mundo para abordar las crisis de forma solidaria.

No sin antes renunciar a pedir que "los países ricos reconozcan y asuman su responsabilidad social y ecológica, como principales culpables históricos de la explotación de los recursos naturales y de las emisiones de gases de efecto invernadero, y se comprometan a asegurar una financiación justa, accesible y efectiva para la lucha contra el cambio climático, que no genere más deuda, a fin de recuperar las pérdidas y daños existentes y la capacidad de resiliencia del Sur del mundo".


No faltan los llamamientos específicos a los gobiernos: "Respetar el Acuerdo de París e implementar las contribuciones determinadas a nivel nacional para estar a la altura de la urgencia de la crisis climática; priorizar el bien común sobre el lucro; transformar el sistema económico hacia un modelo regenerativo que priorice el bienestar de las personas y garantice condiciones de vida sostenibles en el planeta; promover políticas climáticas y ambientales basadas en los derechos humanos". 

"Que la COP 30 no sea una simple cumbre más, sino un hito de resistencia, articulación intercontinental y transformación real. Que esté guiada por la fuerza viva de las comunidades, por la esperanza que brota de los márgenes y por una Iglesia en salida, profundamente sinodal, que camina con los pueblos", es el llamamiento final.+