San Josemaría Escrivá fue recordado a 50 años de su muerte

  • 26 de junio, 2025
  • Buenos Aires (AICA)
Mons. Pedro Cannavo, presidió una misa concelebrada en la catedral porteña, en la que señaló que el fundador del Opus Dei "desde el Cielo acompaña, sostiene y sigue iluminando toda su Obra".

San Josemaría Escrivá, fundador del Opus Dei, fue evocado a los cincuenta años de su fallecimiento en una misa que presidió el obispo auxiliar de Buenos Aires y vicario de la zona Flores, monseñor Pedro Bernardo Cannavó, en la catedral metropolitana.

"Hoy celebramos a San Josemaría -dijo el obispo en la homilía-, ya a 50 años de su partida y más que de su partida, de su llegada al Cielo. Y desde el Cielo acompaña y sostiene y sigue iluminando toda su Obra. Aquella obra que realizó en la Tierra, pero que hoy ilumina, acompaña y sostiene y también hace fecunda en el Cielo".

Concelebraron la misa con el obispo el vicario del Opus Dei para la región del Plata (que comprende la Argentina, Uruguay, Paraguay y Bolivia), el presbítero Juan Llavallol, y otros 16 sacerdotes.

Un corazón enamorado
"Cuando me pidieron que venga a acompañar esta misa, me trajo muchos recuerdos de la adolescencia -dijo monseñor Cannavó-. Cuando era adolescente, mi hermano iba a jugar al fútbol a uno de los centros de la obra. Siempre me invitaba. Yo fui, pero no a jugar al fútbol. 

Me sumé a un retiro y algunas adoraciones, momentos de reconocimiento espiritual. Así que agradezco también porque es parte de la espiritualidad.

"Y una de las frases de esos grandes apotegmas de San Josemaría en Surco (uno de sus libros de pensamientos espirituales), lo voy a parafrasear. No me lo acuerdo de memoria, pero es una que me selló el corazón. Hablando de la verdadera felicidad, que no estaba en una vida cómoda, una vida acomodada, sino que la verdadera felicidad estaba en un corazón enamorado.

"¡Y qué lindo legado ese, en una sociedad y en un mundo en que nos invitan a vivir la felicidad desde tanta vaciedad, desde tanta comida rápida, de tanto pecado, tantos vicios, tantas miserias! Alguien que realmente le aclaró que la verdadera felicidad es tener a Dios en el corazón. La verdadera felicidad es gastar y desgastar la vida a Dios. Ya los hermanos".

Navegar mar adentro
En un templo lleno de fieles, que casi doblan la capacidad de los bancos, el obispo comentó el relato de la pesca milagrosa, cuando los apóstoles que habían pasado una noche trabajando, a pesar de ser profesionales no habían pescado nada, estaban limpiando las redes. Pero -señaló más adelante- en las palabras del Maestro, el Señor, Cristo Jesús, se animan y confía en la palabra de Aquel que poco a poco iba seduciendo sus corazones. "Y Dios siempre nos invita a animarnos a salir de nuestras falsas comodidades, de esa vida acomodada que nunca te va a hacer feliz, como decía San Josemaría".

Afirmó que Jesús invita a navegar más adentro, a donde hay olas, a donde hay vientos, a donde no manejamos la situación. "¡Qué importante es en nuestra vida dejar que Dios hable en nuestros corazones, escucharlo y seguirlo, salir de nuestras falsas comodidades e ir al incierto del amor, ir al incierto del seguimiento y de la locura de Cristo Jesús! Animarse a tirar las redes y ahí se da esa pesca milagrosa".

Ser otros Cristos en medio del trabajo
Monseñor Cannavó expresó que a veces puede parecer que se predica en vano, que se da el ejemplo en vano, que somos testigos en un mundo que parece que va por otro lado. "Pero nunca hay que desanimarse -señaló-, siempre hay que ser fiel en el amor y en el seguimiento de Cristo Jesús, tratando de hacer el Evangelio carne en nuestras propias vidas y anunciarlo ahí a donde estamos: en el trabajo, en el estudio, en la familia, siendo hijos buenos, buenos hermanos, buenos padres, buenas madres, siendo buenos nietos, buenos abuelos, buen jefe, buen compañero de trabajo, buen compañero de estudio, buen compañero de fútbol, de deporte.

"Pero simplemente no ser solamente buenos, sino tratar de ser otros Cristos en medio de ese trabajo, en medio de esa vida cotidiana. Renunciar con la propia vida, que Cristo está en medio nuestro, que Cristo es nuestra fortaleza y nos llama a una vida en felicidad".

Apuntó que cuando uno experimenta la cercanía de Dios, también experimenta su fragilidad y su límite. "Le agradecemos a Dios, a ese Dios que es nuestro Padre, que nos permite decirle Padre cariñosamente, que también nosotros queremos cuidar esa relación como algo sagrado, como algo realmente valioso y frágil. Queremos guardarlo en nuestro corazón y anunciarlo, así como se invita a San Josemaría, simplemente en lo cotidiano, haciendo extraordinariamente lo ordinario de la vida. Que así sea".

Comunión y confesiones
El obispo y seis sacerdotes distribuyeron la comunión en distintas naves del templo. Durante el oficio religioso, otros dos sacerdotes atendían confesiones.

Al final de la misa el obispo hizo rezar el Ave María y el coro del Grupo de Música Litúrgica encabezó el canto de la Salve en latín. Durante la misa el conjunto musical y el pueblo cantaron otros himnos, como Pescador de hombres, y en el Salmo el bajo barítono Daniel Abella, integrante del Grupo, cantó desde el ambón "Alaben al Señor todas las naciones".

Al comienzo, monseñor Cannavó transmitió el saludo y el cariño del arzobispo de Buenos Aires, monseñor Jorge Ignacio García Cuerva, indicando que acompañaba con su oración desde la casa de retiros La Montonera, donde estaba reunido con el clero joven de la arquidiócesis.

Al final, el vicario del Opus Dei, presbítero Llavallol, agradeció las palabras del obispo y aseguró la oración de todos por el arzobispo, con el deseo de servir a la Iglesia como Ella necesita ser servida.

El santo en la Argentina
Nacido en Barbastro, España, el 9 de enero de 1902, San Josemaría falleció en Roma el 26 de junio de 1975. Un año antes, entre el 7 y el 28 de junio de 1974 estuvo en la Argentina, donde rezó el Rosario en el santuario de Nuestra Señora de Luján y donde muchos argentinos pudieron escucharlo en reuniones realizadas en el Colegio de Escribanos, el teatro Coliseo, el Centro Cultural General San Martín y otros lugares. de la ciudad de Buenos Aires, y en la casa de retiros La Chacra, en Bella Vista, provincia de Buenos Aires.

El 2 de octubre de 1928, según su propio testimonio, "vio" que Dios le pidió que difundiese en todo el mundo la llamada universal a la santidad, abriendo un nuevo camino dentro de la Iglesia para transmitir a todos los hombres que se pueden santificar a través del trabajo, la familia y las circunstancias ordinarias de la vida.+