Último adiós al padre Menapace, el 'monje gaucho' regalo del Espíritu
- 9 de junio, 2025
- Los Toldos (Buenos Aires) (AICA)
Así definió al monje benedictino Mons. Torrado Mosconi, quien presidió la misa de exequias en el monasterio Santa María de Los Toldos. Sepultura en el cementerio local.

Numerosas personas dieron el último adiós al padre Mamerto Menapace OSB, el religioso benedictino que falleció el 6 de junio a los 83 años.
La misa de exequias fue presidida el domingo 8 de junio, fiesta de Pentecostés, por el obispo de Nueve de Julio, monseñor Ariel Torrado Mosconi, en el monasterio Santa María de la localidad bonaerense de Los Toldos.
"Hoy estamos encomendando a la misericordia divina, despidiéndolo de este mundo, a un hombre del Espíritu", destacó y subrayó: "No olvidemos nunca que Mamerto era, primeramente y genuinamente, un hombre espiritual, un hombre del Espíritu".
"Su conversación amena, su locuacidad desbordante y afectuosa, su consejo sapiente, su prédica profunda y poblada de imágenes, sus relatos, metáforas y enseñanzas no tienen otro origen que la 'rumia' -palabra tan querida por él- del canto cadencioso de los salmos en el coro, de las madrugadas de lectio divina con Biblia y mate o las caminatas silenciosas de tranco apurado por estos polvorientos caminos del vecindario", describió.
El obispo centró la homilía en el latiguillo "como anillo al dedo" que pronunciaba habitualmente el monje benedictino.
"La espiritualidad de este monje fue profundamente encarnada. ¡Sí! Nuestro querido monje nunca olvidó sus raíces del chaco santafesino ni disimuló el aroma a queso, eucalipto, pasto y corral de estos pagos toldenses. Y, por eso mismo -corríjanme nuevamente sus hermanos de comunidad monástica si digo algo que no es tan así- tenía esa 'santa ansiedad' por explicar, aconsejar, consolar de un modo, con un lenguaje, un estilo comprensible, asequible, sencillo para iluminar la oscuridad y tocar el corazón de quienes lo oían o acudían a él en busca de ayuda", aseguró. "Nuestro querido padre Menapace fue un hombre espiritual, del Espíritu, porque deseó, se propuso y llegó a la razón, al corazón, al alma de tantos tipos de personas: desde los linyeras que pasaban por el monasterio y conversaban largamente con él, hasta figuras de la vida cultural, política y social del país o el extranjero, sin olvidar la figuras eclesiales que encontraron luz, sostén y discernimiento en su ayuda (como aquél prelado que lo fue a buscar al chiquero de los chanchos 'ni él parecía obispo, ni yo un monje, cuando nos encontramos en la paridera' contaba él mismo)", puntualizó.
Tras destacar su labor en la orden benedictina, pidió permiso para ponerlo "en las manos amorosas de Dios y agradecer su vida y, particularmente, su fecundo apostolado literario".
"Nuestro querido abad Mamerto, se va uno de los últimos protagonistas de toda una época, un impulso y un estilo que, confiados en la afirmación evangélica 'si el grano de trigo no muere, no da frutos' será fecunda y fructífera para el mundo y la comunidad cristiana del mañana", sostuvo.
"Con un 'a Dios', un 'muchas gracias', un 'hasta pronto' -expresiones que brotaban constantemente de su boca y expresan el común denominador de nuestros sentimientos ante su partida terrena- lo despedimos balbuceándolas casi como una letanía en la eucaristía de su despedida. Lo encomendamos, entonces, a la misericordia del Padre, confiados en el Espíritu derramado hoy, por la fuerza del sacrificio pascual de Jesucristo, con la bellísima expresión de la Regla de San Benito: el cual nos lleve a todos a la vida eterna", concluyó.
Descansa en su tierra
Tras la misa de exequias, los restos del religioso fueron trasladados en un coche fúnebre hasta el cementerio local y seguido por familiares, amigos, fieles y referentes sociales.
Las últimas palabras fueron del abad de Los Toldos, padre Osvaldo Donnici OSB: "Padre de bondad, en tus manos encomendamos el alma de nuestro hermano Mamerto, con la esperanza de que en el último día resucitará con Cristo".
La ceremonia concluyó con el canto del Aleluya pascual y una oración a la Virgen, recordando el legado de fe y esperanza que el monje dejó con cada uno de sus escritos, sus charlas y su testimonio de vida.+