Mons. Azpiroz Costa: 'La medida de Dios es el amor sin medida'
- 29 de abril, 2025
- Bahía Blanca (Buenos Aires) (AICA)
El arzobispo de Bahía Blanca invitó a vivir el envío misionero, la alegría cristiana y el perdón cotidiano, señalando que el legado más grande no es material sino espiritual: haber conservado la fe.

El arzobispo de Bahía Blanca, monseñor fray Carlos Azpiroz Costa OP presidió, el 26 de abril, una misa en la catedral Nuestra Señora de la Merced, en el marco de las vísperas de la Fiesta de la Divina Misericordia, coincidiendo con el funeral del Papa Francisco en Roma. La Eucaristía fue concelebrada por el arzobispo emérito de Bahía Blanca, monseñor Guillermo Garlatti, y por el presbítero Javier Puyol, del Opus Dei.
Monseñor Azpiroz centró su mensaje en el simbolismo del cirio pascual como luz que, aunque tenue, no enceguece sino que orienta. Reflexionó sobre el valor del recuerdo auténtico como acto de fe y esperanza, diferenciándolo de la nostalgia paralizante. Abordó también el testimonio de los apóstoles y el rol del creyente como transmisor de esa experiencia.
A su vez, se refirió al Papa Francisco como alguien que "entregó su vida", destacando frases y gestos repetidos en su pontificado.
La homilía incluyó una referencia al camino de fe del apóstol Tomás, articulado en tres etapas: deseo, duda y decisión. También reflexionó sobre la misión, la comunión eclesial y el perdón como parte de la identidad cristiana, enmarcando todo en el contexto pascual.
En su reflexión, abordó la misión de la Iglesia como continuidad del testimonio apostólico, en la línea de una carrera de postas, donde cada generación recibe y transmite el anuncio de la resurrección.
Monseñor Azpiroz destacó que la medida de Dios es el amor sin medida, contraponiéndolo con las múltiples formas humanas de medir la realidad. Retomó gestos y expresiones del Papa Francisco como "Iglesia en salida", "hospital de campaña" y el llamado a la misericordia como entrañas maternas.
En relación con el Apocalipsis, explicó que no debe interpretarse como anuncio de catástrofe sino como revelación del Viviente, el que tiene la llave de la muerte y del abismo. Subrayó que el testimonio cristiano se apoya en la comunión, la liturgia, el martirio cotidiano y el servicio.
Finalmente, invitó a vivir el envío misionero, la alegría cristiana y el perdón cotidiano, señalando que el legado más grande no es material sino espiritual: haber conservado la fe.+