Mons. García Cuerva: 'Démosle dominio político al corazón'

  • 17 de abril, 2025
  • Buenos Aires (AICA)
En la Misa Crismal, el arzobispo de Buenos Aires animó al clero a la unidad y a recobrar la audacia y la creatividad apostólica en este presente "desafiante". Peregrinación jubilar de los sacerdotes.

El arzobispo de Buenos Aires, monseñor Jorge García Cuerva, presidió este Jueves Santo la Misa Crismal en la catedral metropolitana, donde consagró el Santo Crisma, bendijo los óleos de los catecúmenos y de la unción de los enfermos y se renovaron las promesas sacerdotales.

A la Eucaristía, concelebrada por los obispos auxiliares, precedió una peregrinación jubilar de los sacerdotes, para rezar por la unidad, desde la parroquia San Ignacio de Loyola, pasando por el frente de la Casa Rosada, hasta llegar al templo catedralicio.

Durante la procesión con la cruz, tanto los sacerdotes como los diáconos lucieron estolas que obsequió el Papa Francisco. Tenían el logotipo del Año Jubilar y la leyenda Peregrinantes in spem (Peregrinos en la esperanza).

"Le agradecemos y le decimos que seguimos rezando por él", pidió el arzobispo.


En la homilía, monseñor García Cuerva centró su reflexión en la palabra hoy y citó al beato Enrique Angelelli y al obispo brasileño Pedro Casaldáliga para graficar su significado profundo en una realidad, a la que describió como "muy compleja" y "desafiante".

"Quizás es bueno volver sobre el concepto, no por cuestiones gramaticales, sino para comprender todo el significado de ese hoy en boca de Jesús", sostuvo.

"Que este Año Jubilar sea un signo de esperanza acompañarnos más de cerca, estar atentos a los hermanos sacerdotes cansados y agobiados, a los que se sienten solos. Y a la vez, si vivimos ese desgano, esa soledad, ese abatimiento, dejarnos acompañar y ayudar", pidió.

"Démosle el dominio político al corazón"
El arzobispo porteño repitió un deseo que ya había dicho el 4 de diciembre: "Démosle el dominio político al corazón" y agregó: "Estamos llamados a vendar los corazones de los hermanos sacerdotes que nosotros mismos hemos herido con el dedo acusador, con frases hirientes, con comentarios crueles que, como piedras, lanzamos con impunidad".

"No pongamos más aplazamientos, condiciones, demoras o excusas. Es hoy; esta en la hora de confiar en las promesas del Evangelio; aunque parezca ridículo, aunque resulte difícil, aunque la nostalgia nos tire hacia atrás y la ansiedad nos quiera llevar al futuro. Es hoy, esta es nuestra hora para vivir nuestro ministerio sacerdotal anclados en Cristo, nuestra esperanza", recalcó.

"Rompamos los muros de las lamentaciones por los sueños rotos, las promesas incumplidas y las heridas no cicatrizadas; recobremos la audacia y la creatividad apostólicas; es hoy cuando tiene que cumplirse la Palabra de Dios que acabamos de oír", puntualizó.

Monseñor García Cuerva agradeció al clero por "su entrega generosa en las diversas tareas apostólicas y por su testimonio sacerdotal, gracias de verdad". 

"Gracias por el compromiso con el anuncio del Evangelio en este hoy, en el momento actual que necesita tanto de Jesús", añadió y completó: "En lo personal, gracias por su cercanía, por acompañarme en esta misión que Dios me confía, gracias por cada gesto de afecto, por la sinceridad, por su cariño, por la confianza, por la paciencia", añadió. 

"Que María, Madre de los sacerdotes, interceda por nosotros y nos haga peregrinos de esperanza en este tiempo presente, tan complejo y tan desafiante, para anunciar con creatividad y sin miedo al Dios de la Vida en nuestra querida ciudad de Buenos Aires, y así poder decir juntos con el Señor: 'Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír", concluyó.

Detalles de la Misa Crismal
Los clérigos, tanto diocesanos como de congregaciones religiosas, llenaron las dos alas del crucero y la mitad de los bancos de la nave principal. Unas 400 personas ocupaban el resto de los bancos o seguían atentamente la misa de pie a los costados o en las dos naves y algunas capillas laterales.

Los fieles también podían ver bien la transmisión de la celebración litúrgica en seis pantallas elevadas a los costados, ubicadas sobre columnas del templo. Había también medio centenar de religiosas, con sus hábitos de distintos colores: blancos, grises, azules.

Además, era continua la entrada y salida de personas en el templo matriz.

El Evangelio fue leído por el diácono Víctor Grinenco, ordenado hace apenas un mes, quien también transmitió por micrófono algunas indicaciones en el transcurso de la misa desde el presbiterio, cerca del rector de la catedral, presbítero Alejandro Russo.

Monseñor Antonio Aloisio, quien por muchos años ofició como maestro de ceremonia en estas celebraciones, estuvo presente, llevado en silla de ruedas.

Compromisos sacerdotales y óleos santos
Monseñor García Cuerva, que en la homilía agradeció a los concelebrantes su entrega generosa y su testimonio, tras la oración de los fieles procedió a solicitarles renovar los compromisos que "asumieron con alegría el año de su ordenación sacerdotal". Un sí vibrante fue la respuesta. A la salida, el presbítero Ricardo Larken comentó que había hecho 56 veces esta renovación.    

Durante la celebración, unos diáconos llevaron hasta una mesa ubicada delante del altar tres recipientes con los óleos que se conservarán para ser administrados durante el año.

El arzobispo consagró el Santo Crisma, para ungir a los bautizados, los confirmados, los ordenados presbíteros u obispos, y para la dedicación de iglesias y altares. Y bendijo el óleo para los enfermos, que éstos reciben para el alivio en su debilidad; y el óleo de los catecúmenos, con el que éstos se preparan y disponen para el bautismo.

La elevación por el arzobispo de la hostia y del cáliz en la consagración fue acompañada por el sonido de la campanilla y el incienso por un turiferario. El altar, sobre el cual  había ocho candelabros encendidos, estaba adornado por flores blancas, que también había en otros sitios del presbiterio.

Varios obispos y sacerdotes distribuyeron la comunión a los fieles. El rector de la catedral expresó que se daría la bendición papal en nombre del Sumo Pontífice con la indulgencia plenaria del Año Santo, aclarando que era extensiva a quienes seguían la ceremonia por la televisión, la radio y las redes sociales.

Al final, monseñor García Cuerva agradeció a los presentes haber compartido esta celebración jubilar, dio gracias de corazón al Papa Francisco por el regalo de estolas del Jubileo y deseó a todos una Semana Santa acompañando a Jesús. "Y que tengan una feliz Pascua", concluyó.

Hubo tres vivas al Papa. Al final, el coro y buena parte de los asistentes cantaron la Salve Regina en latín. Luego, pasando a la sacristía y la curia, el arzobispo recibió el saludo de los obispos, sacerdotes, diáconos y seminaristas que habían participado en la liturgia.+

" Texto completo de la homilía