Mons. García Cuerva: 'La Transfiguración, un mensaje de esperanza'
- 18 de marzo, 2025
- Buenos Aires (AICA)
"El Señor ilumina nuestras angustias y oscuridades, el Señor nos sostiene más allá del todo. Y, atravesando todas las tormentas, Él, como ancla, es nuestra esperanza", recordó el arzobispo porteño.

El arzobispo de Buenos Aires, monseñor Jorge García Cuerva, reflexionó sobre el relato de la Transfiguración en el Evangelio según San Lucas, y consideró que el encuentro de Jesús con los discípulos en el monte ofrece "un mensaje de esperanza".
"Seguramente, para Pedro, Juan y Santiago, también la transfiguración en el monte habrá sido un momento fundante. Un momento de mucha luz, que ayudó a iluminar la oscuridad de sus tristezas y angustias, que habrá durado y perdurado para siempre", profundizó.
Tras preguntar "cuál es el riesgo cuando tenemos esos momentos hermosos en que sentimos a Dios tan cerquita como lo sintieron hoy estos tres discípulos", respondió: "Es que, igual que Pedro, digamos: 'Maestro qué bien estamos acá'". "Por supuesto que estamos bien, por supuesto que cuando vivimos esa experiencia de cielo no queremos que se termine nunca. Pero ahí tenemos un riesgo, un riesgo de que entonces esa experiencia se nos convierta en pereza espiritual. Que nos achanchemos y digamos: '¡Bueno, qué bien que estamos aquí, no nos vayamos más!'", graficó.
"En realidad, la misión sigue. Y, por eso, los discípulos no se quedaron en el monte para siempre; tuvieron que bajar y seguir la misión, y seguir cargando la propia cruz, para seguir detrás de Jesús", agregó.
Vida en pausa y burbuja de espiritualidad
El arzobispo porteño advirtió también que otro riesgo es "poner la vida en pausa. Así como apretamos la pausa en el televisor y una imagen queda congelada, a veces, la tentación que tenemos en esos pedacitos de cielo es poner pausa a nuestra vida". "Que se congele la vida ahí, y eso es absolutamente artificial; nuestra vida es una película y, por lo tanto, no la podemos pausar. No podemos quedar por un momento congelados, por más que haya sido muy lindo", profundizó.
"Lo tercero, que puede ser un riesgo también, es terminar viviendo en una burbuja de espiritualidad. Una burbuja de espiritualidad 'cinco estrellas', digo yo", planteó, y ejemplificó: "Es como vivir aislados de lo que vive el resto del mundo. Hay hoteles cinco estrellas, a veces, en algunos países muy pero muy pobres, o en algunas ciudades que viven una gran pobreza, y esos hoteles brindan todo y uno no tiene ni que salir del hotel, porque tiene todos los servicios, porque si sale se encuentra con la cruda realidad".
Monseñor García Cuerva insistió en advertir que, a veces, la espiritualidad "puede tener y correr esa tentación: vivir en una burbuja de espiritualidad cinco estrellas alejada y aislada de la realidad cotidiana, de la realidad más dura, de la realidad de la pobreza".
"Por eso, ese '¡Maestro, qué bien que estamos acá!', de Pedro, por supuesto que es un sentimiento lógico, y nosotros también lo tenemos cuando vivimos una linda experiencia de Dios, pero hay que tener en cuenta los riesgos".
"El riesgo de convertirse eso en una pereza espiritual, el riesgo de poner en pausa nuestra vida y quedarnos congelados en ese momento de vida, y el riesgo de vivir una espiritualidad muy aislada, como una burbuja cinco estrellas alejada de la vida", sintetizó.
Experiencia esperanzadora
El arzobispo subraya que "la experiencia de los discípulos, la experiencia de Abraham y nuestra propia experiencia, seguramente, nos ofrecen mucha esperanza, porque entonces, en los momentos difíciles, podremos volver a confirmar que el cimiento de nuestra esperanza es la fidelidad de Dios".
"Dios no nos abandona, Él es nuestra esperanza, Él es nuestra roca y el baluarte, Él es el que nos sostiene, Él es el ancla en el que podemos superar todas las tormentas", aseguró.
"La Transfiguración, hoy, para los discípulos y también para nosotros, es un ancla que nos sostiene, es la esperanza de que Dios no nos deja tirados. De que Dios no nos defrauda. De que, como ciudadanos del cielo, nos mostró ese pedacito de cielo, para que no perdamos la esperanza y sigamos adelante. Por eso, el Salmo dice: 'El Señor es mi luz y mi salvación'. Confirmar, una vez más, que el Señor ilumina nuestra angustias y oscuridades, que el Señor nos sostiene más allá de todo. Y atravesando todas las tormentas, Él, como ancla, es nuestra esperanza", concluyó el prelado.+