Siria: Piden la presencia de cascos azules para frenar la violencia interna y externa
- 14 de marzo, 2025
- Milán (Italia) (AICA)
Tras varios días de violencia y más de mil víctimas, el arzobispo de Homs, Mons. Jacques Mourad considera que "para que haya paz hace falta la presencia internacional y que se levanten las sanciones".

En Siria es fundamental la presencia de "un contingente de la ONU, de los Cascos Azules de las Naciones Unidas", con la tarea específica de "proteger a los civiles", sobre todo "en las zonas donde se encuentran las minorías", y también de garantizar la estabilidad "de la frontera con Israel", afirmó monseñor Jacques Mourad, arzobispo siro-católico de Homs, Hama y Dabek, desde Alemania donde realizó una intervención en la Conferencia Episcopal Alemana sobre el tema de Siria.
El prelado -informó la Agencia AsiaNews- no oculta su preocupación por lo ocurrido en los últimos días, en los que se consumó una "masacre" de civiles, sobre todo alauitas, en las ciudades costeras de Tartus y Latakia -bastiones del antiguo régimen de Bashar al Asad- que tampoco perdonó a los cristianos.
"Por ahora el futuro sigue siendo oscuro -admitió el arzobispo- y todavía no vemos la luz" después de años de guerra civil y el repentino avance de los rebeldes de Hayat Tahrir al-Sham (HTS) liderados por el actual presidente interino Ahmad al-Sharaa, que en diciembre lograron conquistar Damasco.
Sangre en la 'nueva Siria'
Esta semana el Ministerio de Defensa sirio anunció el fin de las operaciones militares en la región costera occidental. Según se informa, las fuerzas de seguridad han "neutralizado" a las facciones leales a Asad y están "preparando el terreno para un retorno a la normalidad". En realidad, se ha consumado una masacre y según grupos activistas hay más de 1.500 muertos, de los cuales 1.068 son civiles, incluyendo cristianos, mujeres y niños.
Monseñor Mourad, miembro de la comunidad Mar Musa fundada por el sacerdote jesuita Paolo Dall'Oglio - desaparecido desde 2013 - y él mismo rehén del Estado Islámico en 2015 y liberado más de cuatro meses después, habla de un "duro golpe" al "proyecto de la nueva Siria" que prometieron las autoridades.
"Cuando ya pasaron dos o tres meses del "gran cambio" [el ascenso de HTS y el exilio de Assad en Rusia] el pueblo perdió en parte la confianza en el nuevo gobierno y en el presidente, porque este prometió cosas que luego no llevó a la práctica ni mantuvo. Cosas referidas a diversos aspectos de la vida cotidiana, comenzando por los salarios y las oportunidades de desarrollo que no se han concretado".
Los puntos más críticos, continúa, tienen que ver con "el ámbito económico", pero no faltan problemas "desde el punto de vista político, en la redacción de la nueva Constitución, en el Congreso Nacional" y en el "diálogo entre las diferentes comunidades locales".
"Lo que está sucediendo -relató el arzobispo- sin duda no es lo que la población soñaba o imaginaba. Hay un profundo dolor y rechazo por este derramamiento de sangre, se respira de nuevo un clima de miedo y preocupación por el futuro".
Ajuste de cuentas
En su reflexión sobre los últimos acontecimientos, -que condujeron a la operación militar contra los alauitas-, monseñor Mourad señaló que las fuerzas de seguridad y los grupos afiliados al HTS utilizaron "las armas contra el pueblo" en una especie de "ajuste de cuentas". Porque si bien el pretexto era atacar a los leales a Asad, en realidad "las víctimas son casi todas civiles", no infiltrados o miembros del antiguo régimen.
La escalada está relacionada en primer lugar con "la falta de confianza entre las diferentes comunidades", afirma el prelado, -según constató la Agencia AsiaNews- a lo que se suman prácticas "manipulatorias" por parte del gobierno y de los grupos armados. "Se había hablado de confiscar las armas a los civiles, de sustraerlas al control de los diferentes grupos y reforzar un único ejército nacional sirio - recuerda -, pero en la práctica no se ha hecho nada, sobre todo, los militares no responden a la tarea de proteger al pueblo y al país. Es más, hasta ahora ha ocurrido lo contrario".
La violencia de los últimos días también golpeó duramente a los cristianos, aunque no hay datos seguros sobre el número de víctimas. Al mismo tiempo el arzobispo siro-católico excluye un componente confesional en los ataques: "Ellos quedaron involucrados y los atacaron porque viven en la zona" donde se produjo la escalada, porque "viven en los mismos edificios, comparten el territorio, a algunos los mataron por casualidad, porque estaban en el lugar cuando se produjeron los enfrentamientos".
"No es una cuestión de religión ni un elemento confesional -puntualizó-, pero, por otro lado, es una confirmación del hecho de que la masacre se perpetró contra civiles, contra gente inocente, no contra los aliados del antiguo régimen".
En cuanto a las cifras, sobre las que sigue habiendo incertidumbre, las víctimas cristianas "serían al menos 12, pero los alauitas masacrados serían más de 1.200. El balance -afirmó- es gravísimo".
Los kurdos e Israel: desafíos para la paz
Recientemente el gobierno de Damasco anunció que había llegado a un acuerdo con Mazloum Abdi, jefe de las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), pro kurdas, que conduciría a la "integración" de todas las instituciones civiles y militares de la administración autónoma kurda en el Estado sirio. Un paso cuyos detalles son aún inciertos.
"También en lo que respecta al acuerdo con los kurdos -dijo el arzobispo de Homs- tal vez pueda realmente llevar a una verdadera paz, pero tenemos que esperar y ver cómo se implementa y si da frutos. Porque para mí todos los acuerdos son teoría, lo que importa es evaluar su aplicación. Hoy la prioridad sigue siendo cubrir los requerimientos básicos de la vida de las personas: electricidad, salarios, agua potable, las necesidades de todos los días. El gobierno debe asumir estas responsabilidades, satisfacer estas prioridades - insiste el prelado - pero, por el momento, la vida es quizá peor que antes".
Entre los factores críticos, hay dos en particular que son más preocupantes: las sanciones internacionales y la interferencia israelí -en forma de ataques aéreos e incursiones en el territorio-.
"Hay factores internos y externos que dificultan la recuperación, entre estos últimos sobre todo los ataques diarios de Israel. Y eso -agregó- está ocurriendo sin que la comunidad internacional intervenga ni diga nada, sin que haya ningún tipo de toma de posición de la ONU o de la Unión Europea. Pero es esencial poner fin a este ataque del Estado judío contra Siria. Porque la gran pregunta -añadió- es si la comunidad internacional quiere la paz para Siria o si quiere alimentar la escalada y la guerra, complicando la vida de los sirios. En esta perspectiva, parece resultarles cómodo una Siria destruida y dividida -denunció monseñor Mourad- pero si preguntamos a la gente, todos dicen que quieren un país único y unido, que pueda vivir en paz".
Por último, el prelado señala un último factor crítico fundamental: las sanciones occidentales que pesan como plomo sobre la economía siria.
"Hoy es clave levantar las sanciones internacionales, porque eso, advirtió, ayudaría realmente a poner nuevamente en marcha la vida y la economía, y daría un poco de alivio y libertad al gobierno para actuar, y permitiría verificar si realmente se respetan las reglas del derecho internacional".
"De lo contrario, la comunidad internacional debe asumir sus responsabilidades e intervenir, mediar, porque el pueblo sirio no es la única causa o razón de lo que ha ocurrido, y sin duda por sí solo no puede empezar de nuevo. En esta perspectiva se inscribe también el envío de cascos azules de la ONU a las zonas sensibles, pero con una premisa muy precisa: "el ejército turco no debe participar, concluyó, porque los sirios no quieren otro mandato".+