Ejercicios espirituales de la Curia Romana: 'La segunda muerte',

  • 11 de marzo, 2025
  • Ciudad del Vaticano (AICA)
El predicador de la Casa Pontificia, fray Roberto Pasolini, ofreció la cuarta de su serie de reflexiones para los funcionarios del Vaticano.

Dios no espera nuestra muerte para darnos Vida eterna; Él nos la ofrece en el presente, cuando recibimos su Espíritu. Así lo subrayó el predicador de la Casa Pontificia, fray Roberto Pasolini OFM Cap, el martes por la mañana, en su cuarta reflexión en el marco de los ejercicios espirituales de Cuaresma para los miembros de la Curia Romana.

El Papa Francisco siguió nuevamente la meditación en forma remota desde el Policlínico Gemelli, donde se encuentra hospitalizado y en franca mejoría, según informó la Oficina de Prensa de la Santa Sede esta mañana.

"La segunda muerte"
Resumen de la reflexión de Fray Pasolini entregada por los medios vaticanos:

La Biblia describe la historia humana como una tensión entre la promesa de la vida eterna y la realidad de la muerte. Israel, con su lealtad y su deslealtad, encarna esta lucha, en constante búsqueda de la tierra prometida. San Pablo habla de la humanidad moribunda, pero viva (2 Cor 6,9), expresando así la paradoja de la existencia.

El profeta Ezequiel describe esta situación con su visión del valle de los huesos secos (Ez 37): Israel aparece como un cementerio a cielo abierto, sin vida ni esperanza. Dios ordena al profeta que hable a los huesos, que se recomponen y se revisten de carne, pero permanecen sin vida hasta que el Espíritu sopla sobre ellos.

La visión del profeta no describe sólo el regreso de los israelitas del exilio, sino que refleja la condición humana: a menudo, existimos sin vivir realmente. Los huesos secos simbolizan la "primera muerte", la muerte interior, que se manifiesta en el miedo, la apatía y la pérdida de la esperanza. Es lo que les sucedió a Adán y Eva después de haber pecado: su cuerpo estaba vivo, pero separado de Dios.

Sólo el Espíritu de Dios puede devolvernos la vida auténtica. Pero también existe una "segunda muerte", que a menudo se entiende como la condenación eterna, pero que también puede ser considerada como la muerte biológica. Quien ya superó la primera muerte -el miedo, el egoísmo y la ilusión de control- puede afrontar la segunda sin miedo. 

San Francisco de Asís lo señala en el Cántico del Hermano Sol, alabando a quienes abrazan la muerte en Dios.

El Apocalipsis afirma que "el vencedor no sufrirá daño alguno de la muerte segunda" (Ap 2,11): quien vive en la fe y en la esperanza puede atravesarla sin ser aplastado por ella. La visión de Ezequiel nos enseña que la resurrección ya ha comenzado: Dios no espera a que muramos para darnos la vida eterna, sino que nos la ofrece ya en el presente, si acogemos su Espíritu. La verdadera pregunta es: ¿queremos permanecer como huesos secos?, ¿o dejarnos reanimar por la vida verdadera?+