La Santa Sede advierte sobre el 'peligroso espectro de las amenazas nucleares'

  • 6 de marzo, 2025
  • Nueva York (Naciones Unidas) (AICA)
Monseñor Gabriele Caccia, observador permanente del Vaticano ante las Naciones Unidas, pidió inversiones orientadas a "un paradigma de paz y seguridad definido por la fraternidad".

El observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas, el arzobispo Gabriele Caccia, expresó su preocupación por la "retórica basada en la disuasión" y el "peligroso espectro de las amenazas nucleares", y pidió un "cambio de prioridades", durante la tercera reunión de los Estados Partes en el Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares, que tuvo lugar este martes en Nueva York.

"Es imperativo reevaluar las prioridades actuales, con inversiones orientadas hacia un paradigma de paz y seguridad, definido por la fraternidad en lugar de la disuasión y la escalada militar", afirmó Caccia, al subrayar la responsabilidad de la comunidad internacional en cuanto a garantizar un futuro seguro para las nuevas generaciones. 

"La creciente sensación de desconfianza y temor -dijo el representante del Vaticano- está teniendo un efecto perjudicial sobre las relaciones internacionales, con el resultado de que la arquitectura del desarme está siendo seriamente socavada, mientras que el gasto militar está aumentando dramáticamente", advirtió, considerando el aumento de los conflictos y las divisiones en todo el mundo como algo "profundamente desconcertante".

El Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares (TPAN), el primer instrumento jurídicamente vinculante que prohíbe completamente las armas nucleares, el cual entró en vigor el 22 de enero de 2021, fue ratificado por 73 estados, incluida la Santa Sede, para quien es "un faro de esperanza y progreso".

"Llegó el momento -afirmó el arzobispo- de decir seriamente 'no' a la guerra, de afirmar que las guerras no son justas, sino que sólo la paz es justa: una paz estable y duradera, construida no sobre el peligroso equilibrio de la disuasión, sino sobre la fraternidad que nos une", y animó a utilizar los fondos para "abordar los urgentes desafíos globales, entre ellos la pobreza y el hambre".

Para el representante de la Santa Sede en la ONU, es responsabilidad colectiva de la comunidad internacional garantizar que "las atrocidades del pasado no se repitan" y que las generaciones futuras "estén protegidas de las catastróficas consecuencias de una guerra nuclear".

Monseñor Gabriele Caccia alertó acerca del "sufrimiento sin precedentes causado por estas armas de destrucción masiva", sobre los "efectos negativos profundos y duraderos" que "cambiaron irrevocablemente" a las comunidades afectadas, en el contexto del 80º aniversario de los bombardeos atómicos de las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, perpetrados respectivamente el 6 y el 9 de agosto de 1945.

"Los daños no sólo se traducen en pérdidas inmediatas de vidas humanas, sino también en consecuencias psicológicas, culturales y ambientales a largo plazo", añadió el observador permanente de la Santa Sede, en vísperas del Día Internacional de Concienciación sobre el Desarme y la No Proliferación, citado por VaticanNews.

Monseñor Caccia concluyó su intervención destacando el mensaje del Papa Francisco con motivo de la 53ª Jornada Mundial de la Paz, emitido el 1º de enero de 2020, en el que el pontífice aludió al testimonio de los hibakusha, es decir, los sobrevivientes de Nagasaki e Hiroshima.+