Mons. Colombo anima a vivir con nuevos parámetros, guiados por la misericordia

  • 26 de febrero, 2025
  • Mendoza (AICA)
El arzobispo de Mendoza destacó que el discipulado cristiano es exigente, invitando a los fieles a vivir con una mirada diferente: no desde la venganza ni la revancha, sino desde el amor.

El arzobispo de Mendoza, monseñor Marcelo Colombo, presidió el pasado domingo la Eucaristía en la parroquia Sagrado Corazón de Jesús, de Tres Esquinas (Maipú). Durante la homilía, el prelado reflexionó sobre las lecciones que ofrecen las Escrituras sobre el liderazgo, la dignidad humana y la misericordia.

Sobre la primera lectura, el arquidiocesano señaló que, a pesar de tener la oportunidad de aprovechar la vulnerabilidad de Saúl, David opta por no hacerle daño, respetando la unción que lo hacía elegido por Dios. "No voy a tocar la vida del ungido de Dios", citó el arzobispo mendocino, subrayando la importancia del respeto hacia la dignidad humana, incluso en los momentos de debilidad y conflicto.

Monseñor Colombo reflexionó sobre cómo los manuales de liderazgo político a menudo promueven la idea de aprovecharse de las caídas de los oponentes, pero recordó que el verdadero liderazgo debe basarse en la capacidad personal puesta al servicio del pueblo, no en el desprestigio de los demás.

También se refirió a la segunda lectura, en la que San Pablo habla del hombre espiritual como aquel que ha superado las limitaciones materiales. Según monseñor Colombo, el hombre espiritual es aquel que ha sido rescatado por Dios y vive conforme a sus enseñanzas.

Idea que complementó con las palabras de Jesús en el Evangelio, que animan a vivir una vida de misericordia. "Sean misericordiosos como mi Padre es misericordioso", citó el prelado, resaltando la importancia de vivir relaciones basadas en el respeto y la compasión hacia los demás.

Finalmente, monseñor Colombo destacó que el discipulado cristiano es exigente, invitando a los fieles a vivir con una mirada diferente: no desde la venganza ni la revancha, sino desde el amor y la misericordia. La homilía fue, en su conjunto, un llamado a reflexionar sobre la fragilidad humana y la necesidad de construir un mundo mejor, basado en el respeto y el servicio a los demás.+