Monseñor Canecin animó a 'mirar a María como Madre de la esperanza'

  • 13 de febrero, 2025
  • Goya (Corrientes) (AICA)
El obispo de Goya presidió la fiesta patronal de la Virgen de Lourdes, y pidió "reavivar el don de la esperanza, una virtud teologal que dinamiza la vida de la persona, de la familia y la comunidad".

En la fiesta de Nuestra Señora de Lourdes, la Iglesia en Goya celebró la Jornada Mundial del Enfermo, con una misa que celebró el obispo, monseñor Adolfo Canecín, en la gruta de la Virgen ubicada en el barrio Independencia, atendida pastoralmente por la congregación del Santísimo Redentor. 

Con una multitudinaria participación de fieles -que se acercaron durante todo al día a la capilla de la Virgen para manifestar su devoción a la Madre de Dios y participaron de la procesión con la imagen de la Virgen-, monseñor Canecín se refirió el lema que convocó la celebración mariana, 'Con María de Lourdes, peregrinos de esperanza', y señaló que la Virgen "continúa intercediendo por nosotros ante Dios".

Acompañado por el Padre Boris Escobar CSSR como concelebrante, el obispo recordó que el Papa Francisco pidió a los cristianos a que se "pongan en camino" y se conviertan en "peregrinos de esperanza".

"El Papa nos anima a caminar con esperanza, que es un regalo de Dios mismo, dándonos una fuerte motivación para seguir adelante. Por eso, Francisco ha diferenciado la actitud del peregrino de la del turista", continuó.

"El peregrino -dijo- vive su caminar teniendo en cuenta que tiene un punto de partida y un punto de llegada, sabe adónde va, sabe cuál es la meta. Caminar significa tener un destino. Nosotros, como cristianos, somos peregrinos a la Casa del Padre: hemos tenido un punto de partida cuando se nos regaló el don de la vida, a imagen y semejanza de Dios, y tenemos un punto de llegada, somos peregrinos de la eternidad".

El pastor diocesano señaló que, "a veces, podemos tener una concepción equivocada del cielo y la eternidad, y vivimos como fugitivos de la tierra". "No se puede ser peregrinos de la eternidad siendo fugitivos de la realidad temporal", dijo, al hacer referencia al documento "Navega Mar Adentro" de la Conferencia Episcopal Argentina, publicado en 2003.


Aseguró también que "nosotros, los cristianos, tenemos que poner la mente y el corazón en la eternidad, pero con los pies en el aquí y en el ahora", e hizo un llamado a "involucrarse" conforme a las posibilidades, capacidades y talentos, "para que la realidad pueda cambiar", subrayó.

"Por eso -manifestó-, los incendios no nos pueden ser indiferentes, tenemos que involucrarnos en la prevención: generar una cultura y una conciencia preventiva en el uso y manejo del fuego". También recordó la trágica muerte de una docente de 30 años, como consecuencia de los grandes incendios que vienen afectando a la provincia de Corrientes.

Monseñor Canecín insistió en que "Jesucristo es nuestra esperanza", recordando la primera carta a Timoteo, y planteó que "nosotros somos peregrinos y Jesucristo es la esperanza que no defrauda. Nosotros tenemos anclada nuestra fe en Él, que es el mismo que ayer y para siempre; es el mismo que por nosotros nació, resucito y murió, venció la muerte y el pecado, está vivo; por lo tanto, en Él está puesta nuestra esperanza", enfatizó.

En otro de los pasajes de su prédica, el prelado hizo referencia al dicho popular 'La esperanza es lo último que se pierde'; "así solemos decir y siempre escuché esa expresión, y es cuando la fe se hace cultura y tiene expresiones populares".

"Cuando crece la esperanza en los bautizados, y en los ciudadanos cambia la actitud y vemos cómo involucrarnos en la realidad, nos sentimos corresponsables del bien común, que es el mayor de los bienes", manifestó.


El obispo pidió, entonces, que "reavivemos este don de la esperanza, que es una virtud teologal que dinamiza la vida de la persona, de la familia y de la comunidad. Una persona que espera se pone luego en camino, es creativa, tiene iniciativas y ofrece sus dones, talentos y a veces su dinero, porque espera algo nuevo y distinto".

Animó, asimismo, a contemplar a la Virgen, en su advocación de Nuestra Señora de Lourdes: "Miremos a María como Madre de la esperanza. Ella pasó también por momentos muy difíciles. No era fácil responder con un 'sí' al anuncio del Ángel y acoger en su seno el misterio de la Encarnación del Hijo de Dios".

Finalmente, pidió "encomendar toda nuestra vida a María, Madre de la Esperanza. Ella nos enseña a llevar en nosotros a Jesús, nuestra alegría y esperanza, que se alimenta con la oración, por eso, pidamos a Dios nos envíe la lluvia, una abundante lluvia, para que se apaguen los incendios".+