Mons. García Cuerva, en Santos Lugares: 'La alegría y la esperanza como motores de la vida'

  • 12 de febrero, 2025
  • Buenos Aires (AICA)
En la fiesta de Lourdes, el arzobispo porteño destacó la importancia de celebrar con esperanza, a pesar de las dificultades, recordando el milagro de las bodas de Caná y el amor maternal de María.

Como todos los años, miles de devotos visitaron este martes 11 de febrero, festividad de Nuestra Señora de Lourdes, el santuario que se levanta en su honor en Santos Lugares, partido de Tres de Febrero, en el gran Buenos Aires.

La misa en la noche de la víspera, esperando la hora cero, fue presidida por el arzobispo de Buenos Aires, monseñor Jorge García Cuerva, quien ofreció una profunda reflexión en su homilía, invitando a los fieles a mantener la alegría y la capacidad de celebrar, a pesar de los obstáculos y las dificultades que puedan surgir en la vida.

En su mensaje, el arzobispo porteño recordó a los presentes que, en la época de Jesús, las festividades duraban varios días y eran una ocasión para compartir con alegría y entusiasmo. "Hoy, la Virgen, Jesús y los discípulos nos muestran que tenían ganas de festejar, tenían ganas de celebrar, y que por eso participaron del casamiento", destacó monseñor García Cuerva. Esta actitud de celebración, más allá de las circunstancias, fue el hilo conductor de su mensaje.

Enfatizando que la vida no está exenta de dificultades, el prelado pidió a los fieles que no se dejen llevar por una actitud constante de queja. "No nos podemos quedar siempre mirando la parte del vaso vacío", expresó, instando a reconocer las bendiciones y momentos de alegría, a pesar de los problemas. "Dios sigue estando al lado nuestro, María está con nosotros", agregó, subrayando que la fe debe ser la fuente de una alegría profunda e inquebrantable.

Monseñor García Cuerva también reflexionó sobre el papel de la Virgen María en el Evangelio de las bodas de Caná. "La Virgen se da cuenta de la necesidad y, en lugar de criticar, trata de buscar soluciones", afirmó, destacando cómo la Madre de Jesús, al igual que todas las madres, tiene una capacidad especial para percibir el sufrimiento de los demás. "La Virgen ya sabe lo que nos pasa, incluso antes de que lo digamos", dijo, invitando a los peregrinos a confiar en la mirada amorosa de María, quien se encuentra atenta a las necesidades de todos.

En su reflexión, el arzobispo hizo un paralelo entre las tinajas de agua, que se transformó en vino en las bodas de Caná, y los corazones de los fieles, llenos de sufrimiento y dolor. "Nuestros corazones son como aquellas tinajas, llenos de lágrimas, de dolor, de angustia y de soledad", explicó, invitando a los presentes a ofrecer a la Virgen esas "tinajas llenas de lágrimas", para que puedan transformarse en el "buen vino" de la alegría, la paz, la salud y la esperanza.

Finalmente, monseñor García Cuerva recordó a los peregrinos que, al igual que el milagro del vino, lo mejor está por venir. "Para Dios, el mejor vino se sirve al final", expresó, transmitiendo un mensaje de esperanza y de confianza en que lo mejor de cada vida aún está por llegar. "Que tus lágrimas se transformen en alegría, que tus lágrimas se transformen en paz, que tus lágrimas se transformen en perdón y fraternidad", fueron sus palabras de cierre, invitando a todos a llevarse esa promesa de esperanza en sus corazones.

Concluyó su homilía con una oración a la Virgen de Lourdes, agradeciéndole por su amor y por su cercanía maternal: "Querida Virgen, venimos a aprender de vos a ser cristianos alegres, cristianos que, más allá de los problemas, se animen a celebrar. Te damos gracias, porque te das cuenta de todo lo que nos pasa. Sin decir nada, como mamá, ya sabés lo que siente nuestro corazón".+