Mons. Margni al personal médico y sanitario: 'Son testigos del amor de Cristo'

  • 11 de febrero, 2025
  • Avellaneda (Buenos Aires) (AICA)
En la Jornada Mundial del Enfermo, el obispo de Avellaneda-Lanús destacó su entrega, muchas veces silenciosa y oculta, que es un faro de luz en medio del sufrimiento.

En la XXXIII Jornada Mundial del Enfermo, que se celebra este martes en el marco del Año Jubilar 2025, la diócesis de Avellaneda-Lanús se une a todas las personas que están atravesando el sufrimiento, confiando en que "la esperanza no defrauda (Rm 5,5) y nos hace fuertes en la tribulación".

En su mensaje con motivo del Jubileo de los Enfermos, el obispo de Avellaneda-Lanús, monseñor Marcelo Margni, expresó: "Nos unimos especialmente a la comunidad de la Gruta de Lourdes, en Lanús, invocando la intercesión de la Virgen de Lourdes, y a todas las comunidades que celebran esta jornada orando por los enfermos".

"Se trata de una de las ocasiones de gracia privilegiadas que hemos querido elegir en la diócesis como oportunidad para alcanzar el don de la indulgencia en este Año Santo", destacó.

A su vez, invitó a profundizar el mensaje que el Papa Francisco ha escrito para esta jornada, animando a descubrir la presencia de Dios, siempre cercano a quien sufre. "Sobre todo, me gustaría invitarlos a ofrecer como signo concreto de esta esperanza un gesto de cercanía con algún hermano enfermo. Descubriremos así que 'somos ángeles de esperanza, mensajeros de Dios, los unos con los otros, todos juntos y allí donde estemos'", aseguró.

El prelado agradeció a Dios "por la incansable labor de los capellanes en nuestros hospitales, por los voluntarios de la Pastoral de la Salud y por todo el personal médico y sanitario" y expresó: "Son testigos del amor de Cristo, reflejando con su servicio la ternura y la misericordia de Dios. Su entrega, muchas veces silenciosa y oculta, es un faro de luz en medio del sufrimiento".

"Que el Señor Resucitado nos ayude a descubrir en la enfermedad una oportunidad de encuentro con Él, y nos sostenga en la certeza de que nada, ni siquiera el dolor, nos separará de su amor (cf. Rm 8,38-39)", concluyó.+