Mons. Ojea: 'Tenemos que dejar que la barca de nuestra vida pueda recibir al Señor'
- 11 de febrero, 2025
- San Isidro (Buenos Aires) (AICA)
El obispo emérito de San Isidro reflexionó sobre el Evangelio del quinto domingo del tiempo ordinario, destacando cómo Jesús eligió la barca de Pedro para predicar, a pesar de sus imperfecciones.
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El obispo emérito de San Isidro, monseñor Oscar Ojea, reflexionó sobre el Evangelio del quinto domingo del tiempo durante el año, en el que se narra el relato de la pesca milagrosa, en el que Jesús, frente a la multitud, elige en la orilla del mar la barca de Pedro para poder desde allí predicar su Palabra.
"Lo que tiene que haber significado esto para Pedro, ese gesto de confianza del Señor que venía precedido de una gran fama, que estaba apretujado por la multitud y que decide venir a su barca", planteó el prelado.
Aseguró, en ese sentido, que "tenemos que dejar que la barca de nuestra vida pueda recibir al Señor; esté como esté, la barca puede estar destartalada, desordenada; podemos tener miles de imperfecciones, pecados, pero tenemos que dejar entrar al Señor en la barca; desde allí él quiere predicarnos su Palabra".
Monseñor Ojea destacó que "el Señor, después de la predicación, le dice nada menos que 'Vamos mar adentro'. De pronto llenaron tanto las dos barcas que casi se hundían, y las redes casi se rompen. Es ese derroche de amor del Señor que les regala esa maravillosa pesca".
"Esa pesca, imagen de pescar hombres, no por hacer proselitismo, sino para poder instalar la dignidad de cada persona que es hija de Dios", destacó, y reflexionó sobre la actitud de Pedro: "'Apártate de mí Señor porque soy un pecador', le dice Pedro. Esta conciencia de que somos pecadores".
Y consideró: "Pobre del hombre; del ser humano que tiene sus pecados a la espalda; porque entonces solamente va a ver los defectos de los demás y la culpa siempre la van a tener los demás y no va a poder tener mirada para sí mismo, mirada verdadera mirada, objetiva; mirada sencilla y humilde".
"Pedro recibe la lección del Señor y con este acto de humildad, el Señor lo elige pescador de hombres. Que nosotros podamos continuar esta tarea misionera apostólica de la Iglesia en el respeto profundo a cada hermano nuestro sin discriminar bajo ningún concepto y al mismo tiempo recordar esa dignidad única de hijo de Dios que tenemos todos", concluyó.+