Mons. Azpiroz: 'Todos estamos invitados a peregrinar en la esperanza hacia el pesebre'
- 24 de diciembre, 2024
- Bahía Blanca (Buenos Aires) (AICA)
El arzobispo bahiense y su auxiliar, Mons. Fournau, invitaron a "buscar y encontrar en la Buena Nueva que nos trae la Navidad lo indispensable para la verdadera prosperidad y la paz de la humanidad".
El arzobispo de Bahía Blanca, monseñor Carlos Aspiroz Costa OP, junto con su obispo auxiliar, monseñor Pedro Fournau, enviaron un saludo a la comunidad arquidiocesana con motivo de la Navidad.
"Resuena una vez más el mensaje del ángel a los pastores, en la oscuridad de la noche profética de Belén: 'No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor'", iniciaron su mensaje.
Recordando aquella frase pronunciada por los pastores en el pesebre: Adeste, fideles, ¡Acérquense, fieles!, los prelados manifestaron que "esta invitación se dirige muy especialmente a los niños, a los jóvenes, porque con toda el alma, todo el corazón, todo el espíritu, todas las fuerzas buscan la alegría y desean la vida. ¡Acérquense! ¡Vengan! Cristo es el verdadero 'héroe' soñado; el verdadero amigo buscado. ¡Vayamos a conocerlo, amarlo, seguirlo!"
"Pero esta invitación -señalaron- no se queda en los pequeños y jóvenes; ¡quiere llegar a todos los hombres y mujeres! Especialmente los que reflexionan y buscan con sincero corazón, los que nunca se cansan de esperar. ¡Aquellos a los cuales la multitud del ejército celestial desea la paz -alabando a Dios porque los ama- como lo proclamamos y cantamos en el Gloria!".
Monseñor Azpiroz y monseñor Fornau recordaron que "no es necesario repasar las noticias que durante este año que termina, nos siguen preocupando y afligiendo. Sabemos muy bien las dificultades que debemos afrontar, tanto 'fuera' como 'dentro' de cada uno. Especialmente cuando se nos invita a profesar un verdadero, sincero y profundo acto de fe; cuando debemos afirmar nuestra creencia en Dios, aceptar a Jesucristo y confesarlo comunitariamente -¡sinodalmente!- como Iglesia".
Además, afirmaron que "más que nunca la invitación se extiende a 'todos, todos, todos' (recordando las insistentes palabras del Papa Francisco a los jóvenes en la JMJ de Lisboa en 2023). Esta expresión, clara y contundente, ha resonado varias veces en el Aula del Sínodo en octubre pasado".
"Se trata de una invitación que adquiere una fuerza de persuasión muy especial en virtud de la autoridad franca y sincera que la caracteriza. No es otra que la autoridad de Cristo, ¡Maestro, luz, pan, vid, pastor, puerta, camino, verdad, resurrección, vida!", manifestaron.
"¡Sí! Cristo ha venido por nosotros. ¡Pero quisiéramos que el eco de la invitación 'Vengan' llegara aún más lejos y de ese modo fuese escuchado por todos los pueblos de la tierra!", enfatizaron.
Monseñor Azpiroz y monseñor Fornau destacaron: "¡Esta es nuestra esperanza! El Jubileo 2025 que nos disponemos a comenzar nos recuerda que somos 'peregrinos de la esperanza'. De ella depende el futuro del mundo y de la humanidad. Ya seamos sabios y poderosos; grandes o pequeños; 'plebeyos o nobles; ricos o pobres'; jóvenes o ancianos sin fuerzas ¡Todos estamos invitados a peregrinar en la Esperanza hacia la cuna de Cristo: el pesebre!'
"Vayamos todos, busquemos y encontremos en el Evangelio -es decir la Buena Nueva que nos trae la Navidad- lo que es indispensable para la verdadera prosperidad y la paz de la humanidad", finalizaron.
Texto completo del mensaje
Resuena una vez más el mensaje del Ángel a los pastores, en la oscuridad de la noche profética de Belén: "No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor" (Lucas 2, 10-11).
Tomando prestadas las notas del conocido canto de los pastores en el pesebre, podemos repetirlas: Adeste, fideles. ¡Acérquense, fieles!
Esta invitación se dirige muy especialmente a los niños, a los jóvenes, porque con toda el alma, todo el corazón, todo el espíritu, todas las fuerzas buscan la alegría y desean la vida? ¡Acérquense! ¡Vengan! Cristo es el verdadero "héroe" soñado; el verdadero amigo buscado. ¡Vayamos a conocerlo, amarlo, seguirlo!
Pero esta invitación no se queda en los pequeños y jóvenes; ¡quiere llegar a todos los hombres y mujeres! Especialmente los que reflexionan y buscan con sincero corazón, los que nunca se cansan de esperar. ¡Aquellos a los cuales la multitud del ejército celestial desea la paz -alabando a Dios porque los ama- como lo proclamamos y cantamos en el Gloria! (cf. Lucas 2,14).
Esta invitación la reconocemos en el profeta Isaías: "¡Vengan a tomar agua, todos los sedientos, y el que no tenga dinero ?es decir méritos, fuerzas- vengan también! " (55, 1). También están invitados los que no tienen trabajo, los que sufren? ¿Acaso no es el mismo Jesús quien los invita?: "Vengan a mi todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré" (Mateo 11, 28).
No es necesario repasar las noticias que durante este año que termina, nos siguen preocupando y afligiendo. Sabemos muy bien las dificultades que debemos afrontar, tanto "fuera" como "dentro" de cada uno. Especialmente cuando se nos invita a profesar un verdadero, sincero y profundo acto de fe; cuando debemos afirmar nuestra creencia en Dios, aceptar a Jesucristo y confesarlo comunitariamente -¡sinodalmente!- como Iglesia.
Más que nunca la invitación se extiende a "todos, todos, todos" (recordando las insistentes palabras del papa Francisco a los jóvenes en la JMJ de Lisboa en 2023). Esta expresión, clara y contundente, ha resonado varias veces en el Aula del Sínodo en octubre pasado. Se trata de una invitación que adquiere una fuerza de persuasión muy especial en virtud de la autoridad franca y sincera que la caracteriza. No es otra que la autoridad de Cristo, ¡Maestro, Luz, Pan, Vid, Pastor, Puerta, Camino, Verdad, Resurrección, Vida!
¿Cuál es el "por qué" de esta invitación? Porque a través de nuestra común experiencia, sabia y gozosa, esperanzada y a la vez trágica, lo reconocemos, como Pedro: "Porque en ningún otro hay salvación, ni existe bajo el cielo otro Nombre dado a los hombres, por el cual podamos salvarnos" (Hechos 4, 12).
¡Sí! Cristo ha venido por nosotros. ¡Pero quisiéramos que el eco de la invitación "Vengan" llegara aún más lejos y de ese modo fuese escuchado por todos los pueblos de la tierra?!
¡Vengan! Es Cristo quien nos invita. Es la invitación a la paz, ¡porque Cristo es la Paz! ¿Comprenderemos algún día en qué estrecha y única relación está fundado este "binomio" inseparable "Cristo y Paz"? Este "binomio" se resuelve en la muy bella síntesis de San Pablo: "Cristo es nuestra paz" (Efesios 2, 14) ¡Ya anunciada siglos antes por el profeta Miqueas: "Y él mismo ?el Señor- será la paz " (5, 4)!
¡Esta es nuestra esperanza! El Jubileo 2025 que nos disponemos a comenzar nos recuerda que somos "Peregrinos de la Esperanza". De ella depende el futuro del mundo y de la humanidad. Ya seamos sabios y poderosos; grandes o pequeños; "plebeyos o nobles; ricos o pobres"; jóvenes o ancianos sin fuerzas ¡Todos estamos invitados a peregrinar en la Esperanza hacia la cuna de Cristo: el pesebre!
Vayamos todos, busquemos? y encontremos en el Evangelio ?es decir la Buena Nueva que nos trae la Navidad- lo que es indispensable para la verdadera prosperidad y la paz de la humanidad: la ciencia del hombre, el conocimiento cierto de su naturaleza y de su destino, la ley que, por encima de todas las leyes, ilumina toda conciencia y toda sociedad. Esta ley de amor "invita" y "garantiza" la fraternidad, la solidaridad, el compromiso, el cuidado de la casa común, la paz.
Entonces, comprenderemos el sentido último de las palabras de Jesús: "Pidan y se les dará; busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra y al que llama, se le abrirá" (Mateo 7, 7)
"Si alguno ? dice Santo Tomás de Aquino ? considera con atención y piedad el misterio de la Encarnación, hallará una profundidad de sabiduría tal, que sobrepasa todo conocimiento humano" (Summa Contra Gentiles, 4, 54).
Feliz Navidad y Año jubilar fecundo en frutos de Fe, Esperanza y Amor.+