Las carmelitas de Compiègne, guillotinadas en 1794, serán canonizadas
- 18 de diciembre, 2024
- Ciudad del Vaticano (AICA)
El Papa firmó el decreto reconociendo su canonización equipolente. Otros dos religiosos serán beatificados, tras el reconocimiento de su martirio durante la II Guerra Mundial.
Las Carmelitas Descalzas de Compiègne, convertidas en el símbolo del odio antirreligioso que asoló Francia durante la Revolución y los excesos del período del Terror, serán ahora santas.
El Papa Francisco decidió extender a la Iglesia universal el culto a la beata Teresa de san Agustín y a sus quince compañeras de la orden de las Carmelitas Descalzas de Compiègne, mártires, asesinadas por odio a la fe el 17 de julio de 1794, en París. Desde ahora estarán incluidas en el martirologio romano. Se trata de una canonización equipolente, es decir, que no fue necesario ningún milagro para que se convirtieran en santas para la Iglesia. Ese fue ya el caso de su beatificación, celebrada en 1906 por el Papa san Pío X.
Víctimas del terror
Obligadas a abandonar su monasterio el 14 de septiembre de 1792, en medio de una ola anticlerical, encontraron refugio en diferentes localidades y debieron vestir ropas de civil, estando prohibido el uso de ropas religiosas por parte de las nuevas autoridades. Poco después, la madre Teresa de san Agustín sugirió a las hermanas de su comunidad que ofrecieran su vida por la salvación de Francia. El 27 de noviembre del mismo año, recitaron un "acto de autosacrificio" escrito por la priora, complementado posteriormente con una intención de ejecución en la guillotina y de liberación de los encarcelados.
Con la entrada en vigor del Terror, las carmelitas quedaron en el punto de mira de los revolucionarios. Sus domicilios fueron registrados el 21 de junio de 1794, y fueron detenidas al día siguiente, acusadas de continuar con su vida consagrada y de simpatizar con la monarquía. El 12 de julio, fueron trasladadas a la prisión de la Conciergerie. El día 16, celebraron la fiesta de Nuestra Señora del Carmen, entonando himnos de alegría y aprovechando esos pocos días de encarcelamiento para retomar su vida comunitaria. Fueron juzgadas el 17 y ejecutadas el mismo día, en el lugar de la actual Plaza de la Nación.
En el camino que las llevaba al cadalso, y mientras subían una tras otra los escalones hacia la guillotina, cantaban salmos y entonaban el Veni creator, renovando sus votos en oración antes de ser decapitadas. Su dignidad y devoción durante su ejecución impusieron el silencio a la multitud impresionada.
Dos nuevos beatos
Durante su encuentro con el cardenal Marcello Semeraro, prefecto del Dicasterio de las Causas de los Santos, el Papa autorizó también la promulgación de varios otros decretos.
Se reconoció así el martirio del siervo de Dios Eduard Profittlich, jesuita, administrador apostólico de Estonia, fallecido en 1942 en una prisión soviética.
Y el de otro mártir muerto durante la Segunda Guerra Mundial, el siervo de Dios Elias Comini, sacerdote de San Francisco de Sales, asesinado por odio a la fe por los nazis en 1944, en Italia, cuya fecha de su beatificación será comunicada más adelante.
Además, se realizó el reconocimiento de las las virtudes heroicas de los siervos de Dios Áron Márton, obispo de Alba Iulia, en Rumania, fallecido en 1980; Giuseppe Maria Leone, sacerdote italiano fallecido en 1902; y Pierre Goursat, fiel laico francés, fundador de la comunidad de Emmanuel, fallecido en 1991, los cuales, de este modo, se vuelven venerables.+