El Papa honra la piedad popular
- 5 de diciembre, 2024
- Sevilla (España) (AICA)
En una carta dirigida al II Congreso de Hermandades y Piedad Popular, en curso en Sevilla (España), el Santo Padre elogia específicamente la combinación de espiritualidad, belleza y compromiso social.
El Papa Francisco dirigió un mensaje al II Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular, que se está celebrando en Sevilla (España), del 4 al 8 de diciembre de 2024. El pontífice hace un llamamiento a las hermandades, para que sean "eficaces evangelizadoras" y lleven la "belleza" de Cristo al pueblo.
El Santo Padre, en su carta, propone un "trisagio", con tres retos para las hermandades: "La eficacia evangelizadora de nuestro esfuerzo, la belleza de nuestro testimonio de vida y un corazón lleno de caridad escondida".
Sevilla, cuna de santos
En el mensaje, publicado el miércoles 4 de diciembre, Francisco quiso sumarse a las reflexiones de los 1.800 delegados participantes, regocijándose por ese acontecimiento en Sevilla, "cuna de santos y de un pueblo que vive con fervor las expresiones de su fe, al punto de hacerlas consustanciales a su tejido social".
El Santo Padre propone un tríptico de peticiones a Dios, a cada persona de la Trinidad: "Al Padre, la eficacia evangelizadora de nuestro esfuerzo; al Hijo, la belleza de nuestro testimonio de vida; y al Espíritu Santo, un corazón lleno de caridad escondida".
Ida y vuelta entre Cristo y el pueblo
Francisco se basó entonces en un texto de san Manuel González, quien propone como definición de peregrinación terrena "un viaje de ida y vuelta que, en la ida, comienza en Cristo y termina en el pueblo, y que, en el regreso, comienza en el pueblo" y termina en Cristo".
Para él, la experiencia de la procesión, aprendida desde muy pequeños y compartida en el seno de las cofradías, es la señal visible de que "somos un Pueblo en marcha hacia Dios".
El Santo Padre enfatiza los múltiples roles en una procesión, desde los pequeños que llevan cestas de incienso o agua, hasta los portadores de imágenes sagradas. "La belleza de esta diversidad es también una escuela, es un camino", asegura Francisco, citando a san Manuel González.
Ese santo, nacido en Sevilla en 1877, formó parte de uno de los grupos de niños que cantan, bailan y tocan castañuelas durante las procesiones, y en particular frente al Santísimo Sacramento. Él "dedicó toda su vida de obispo y santo a servirlo", subraya el Papa, que canonizó en 2016 al que fuera obispo de Málaga y, luego, de Palencia.
Una unión perfecta, fuente de belleza
Esta diversidad de funciones se basa en "una unión perfecta", lo que contribuye a la belleza. Pero, subraya el Santo Padre, "es sobre todo la belleza de Cristo la que nos convoca, nos llama a ser hermanos y hermanas, y nos empuja a llevar a Cristo a las calles, a llevarlo a las personas, para que todos puedan contemplar su belleza. Todos los participantes en las procesiones comparten así "el mismo fervor, el mismo amor, las notas de una misma partitura que sólo juntas trazan un canto de alabanza".
Francisco también evoca las lágrimas que brotan de los ojos de los fieles, fusionando su alma con la de Cristo, en relación con lo que decía san Manuel González acerca de los "locos" que organizan estos momentos de devoción popular. Pero "locos de amor por Dios, buscan tocar el corazón de su pueblo para acercarlo a Dios". Y el pueblo, que asiste a esta procesión, no puede quedar indiferente, porque para san Manuel González, "el pueblo tiene hambre de verdad, de cariño, de bienestar, de justicia, de cielo y de poder ser, sin darnos cuenta, de Dios".
El Papa recuerda también que el punto de llegada de las procesiones, que parten desde las diferentes iglesias de la ciudad, es el sagrario de la catedral de Sevilla, "donde nos espera el Señor, ante quien presentamos estos corazones, para que Dios Padre haga crecer la semilla que hemos intentado sembrar". "Este Pan vivo es el único que puede saciar el hambre de nuestra sociedad", insiste.
Llevar a Cristo y a los demás
"Como pueblo en camino", cada persona en procesión se siente "campo de Dios, semilla del reino". Todos pueden entonces implorar a Cristo "unirse a Él en la procesión y en la vida", para "seguir llevando a Cristo, sacándolo a las calles, para que entre en todos los corazones".
Finalmente, Francisco da su definición de piedad popular. Para él, no se trata de "devoción, liturgia pública ni oración contemplativa", sino "de la obra social de la Iglesia, del compromiso de los laicos en la transformación del mundo, de la necesidad de llevar la ternura de Dios para las personas que sufren en cuerpo y alma".
Para el Santo Padre, es el mismo amor el que se expresa, ya sea "llevando" a Cristo en la procesión, llevando la cruz que el Señor nos ofrece cada día o llevando sobre nuestros hombros al hermano que encontramos postrado en el camino".
Luego, resume: "Es este amor que tomamos de Cristo y que llevamos al pueblo, pero también que llevamos a Cristo con este pueblo, en un continuo ir y venir que constituye nuestra existencia terrena".
El Papa concluyó con un llamamiento a los participantes en el congreso, para que lleven a Cristo en todos los ámbitos de la vida. Los animó a mantener viva la fe en sus comunidades y a testimoniarla a través de la belleza y la ternura de Dios, ya sea en la procesión, en la familia o en el encuentro con los necesitados.
Varios prefectos de dicasterios de la Curia romna están presentes en esta segunda edición del Congreso Internacional de las Hermandades, entre ellos el cardenal Kevin Farrell (Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida), el cardenal Marcello Semeraro (Dicasterio para las Causas de los Santos) y el cardenal José Tolentino de Mendonça (Dicasterio para la Cultura y la Educación). La primera reunión de este tipo tuvo lugar en 1999, también en Sevilla.+