El patriarca caldeo llama a las otras Iglesias de Medio Oriente a la unidad

  • 27 de noviembre, 2024
  • Bagdad (Irak) (AICA)
"Aunque nos enfrentemos a olas diferentes, estamos todos en el mismo barco", recordó el Card. Sako. Sostuvo al respecto que la unidad es el único camino para afrontar las emergencias actuales.

"Aunque nos enfrentemos a olas diferentes, estamos todos en el mismo barco": este es el llamamiento a la unidad que ha hecho el patriarca de la Iglesia Caldea, el cardenal iraquí Louis Raphaël Sako, dirigido a las cuatro Iglesias, hijas de la antigua Iglesia de Oriente: la Iglesia Católica Caldea, la Iglesia Asiria de Oriente, la Iglesia Oriental antigua y la Iglesia Protestante Evangélica Asiria.

"La unidad es la única solución para hacer frente a los desafíos actuales", subraya el Patriarca, en un texto difundido por los canales de comunicación oficiales del Patriarcado caldeo.

"En la profesión de fe de la Iglesia de Oriente, sigue recitándose, desde hace siglos y hasta hoy, las palabras 'Creo en la Iglesia Una, Santa, Católica (es decir, universal) y Apostólica', a pesar de las divisiones, porque 'es UNA' [palabra destacada en mayúsculas en el texto original] en su esencia", sostiene, en el llamamiento difundido por la agencia Fides.

Para el cardenal Sako, "el cisma es contrario a la voluntad de Cristo". En efecto, señala que "las palabras no pueden describir la amplitud de las consecuencias de la división de la Iglesia de Oriente en cuatro Iglesias", y no se descarta que "puedan surgir otras nuevas en el futuro". Sin embargo, hasta ahora, las tres primeras Iglesias, "llamadas separadas" (Caldea, Asiria y Antigua de Oriente), "comparten la historia, la tradición, la riqueza del patrimonio, la belleza del arte, la lengua y la liturgia, además de estar cerca, viviendo en la misma zona geográfica".

Seis ideas para una "nueva visión"
El purpurado subraya que la unidad "no significa regresar al pasado, sino centrarse en lo que la Iglesia debería ser en el futuro". Para "curar las heridas del cisma y allanar el camino" hacia una "plena comunión", al menos entre las tres Iglesias mencionadas, el cardenal propone seis "ideas a estudiar" para una "nueva visión" de la Iglesia de Oriente.

En primer lugar, el patriarca señala que "se necesita una comprensión amplia y práctica de la unidad deseada, para dirigir todas las energías hacia la realización de la voluntad de Cristo de tener una sola Iglesia".

En ese sentido, hace referencia a la declaración conjunta de hace treinta años (11 de noviembre de 1994), entre la Iglesia Católica Romana y la Iglesia Asiria de Oriente, "cuyo objetivo principal era crear un 'entorno adecuado' para fortalecer el diálogo hacia la plena comunión y el pleno acuerdo sobre la doctrina de la fe".

En segundo lugar, para Sako es fundamental distinguir entre las cuestiones que atañen a la fe y la moral, y las que pertenecen al ámbito disciplinario y administrativo.

En tercer lugar, el patriarca considera necesario conocer las justas y plenas razones históricas de la presente división, con todas sus dolorosas consecuencias, para abordar la cuestión "con apertura" y "lejos de juicios preconcebidos".

La cuarta propuesta del Patriarca es poner a disposición de los hermanos y hermanas de las otras estructuras eclesiales nacidas de la Antigua Iglesia de Oriente sus propias iglesias y lugares de culto, "para la participación efectiva en los sacramentos reconocidos por la Iglesia Católica, ya que no hay cuestiones dogmáticas que contradigan la unidad".

Hacia una Iglesia sinodal
El penúltimo punto planteado por el patriarca Sako es una invitación a los laicos a no permitir que las instancias de identificación étnica y nacionalista prevalezcan en su compromiso y militancia dentro de la Iglesia.

Y el sexto punto del llamamiento del patriarca es una reflexión sobre el preocupante "declive de la población cristiana en Irak".

Ese fenómeno, señala Sako, "nos urge a trabajar en equipo con celo evangélico, para hacer frente a los desafíos del ateísmo, la indiferencia hacia la práctica de la fe y el escándalo de las divisiones eclesiásticas".

"Estábamos orgullosos de ser, en aquella época, una Iglesia sinodal", recuerda el patriarca, "capaces de caminar unidos, compartiendo la responsabilidad de la misión".

Contraponiendo esa experiencia con el presente, Sako subraya, en conclusión, la necesidad urgente de "reencontrar esa unidad, como la única solución viable para hacer frente a los desafíos actuales".+