Mons. Bokalic: 'Hay que arremangarse en la resolución de situaciones de injusticia'
- 25 de noviembre, 2024
- Sumampa (Santiago del Estero)
El arzobispo de Santiago del Estero presidió la fiesta de la Virgen de Sumampa, en la que animó a "no perder nunca esa esperanza que nos ha sido dada, a abrazarla encontrando refugio en Dios".
El arzobispo de Santiago del Estero y primado argentino, monseñor Vicente Bokalic CM, presidió el 23 de noviembre la fiesta central en honor a Nuestra Señora de la Consolación de Sumampa.
En su mensaje, el futuro cardenal aseguró que "la auténtica oración y encuentro con Dios abre los ojos a la realidad de nuestros hermanos, y nos lleva a ser samaritanos de tantos caídos a la vera del camino".
En ese marco, animó a "darnos cuenta del vino que falta, colaborar en lo que de nosotros depende, teniendo en la Palabra de Jesús nuestra fuerza y nuestra luz".
Al relatar la historia de la devoción mariana en Sumampa, recordó: "Dios Padre quiso que esta milagrosa imagen de María haya llegado a nuestros pagos en 1630. Vamos hacia los 400 años de presencia Mariana en este rinconcito oculto de nuestra patria. Y desde este lugar sagrado se fueron derramando gracias por generaciones a todos los que recurrimos a Ella, por ser Madre del Señor y Madre de la Iglesia".
"Aquí nos sentimos cercanos, acortando distancias y superando barreras que nos impone la vida cotidiana. Siendo hijos de Dios, nos sentimos y afianzamos nuestra condición de Familia y fraternidad entre nosotros", aseguró.
Por eso, sostuvo que "las gracias del Dios de la Vida nos ayudan a recuperar la alegría de ser hijos, amados por el Señor y seguros de la caricia y ternura de nuestra madre, que nos reúne alrededor de una mesa".
Culminando el Año de la Oración, el arzobispo santiagueño meditó sobre diversas escenas del Evangelio que muestran a Jesús orando y enseñando a orar a sus discípulos: "Aún en medio de tantas actividades, Jesús busca momentos de soledad y silencio para estar con su Padre. Su ejemplo y exhortación nos impulsa a la oración para constituirnos en comunidades orantes para la misión".
Esta misma actitud orante, indica, "la encontramos en su Madre, la Virgen. María ora con los apóstoles, ella lo hace como una más entre ellos, ella es parte de un pueblo. Ella no se muestra por encima de los demás. Por el contrario, se une a ellos en la oración desde su condición humana que busca y anhela la salvación propia y de la humanidad".
En ese sentido, el primado alertó sobre el riesgo de "cortarnos solos", y consideró: "Muchas veces nos desprendemos de la comunidad, creyendo que solos podemos. Muy rápidamente perdemos fuerzas, entusiasmo, dejamos de ser 'sal y luz' en el mundo, nos quedamos buscando sólo nuestros intereses cerrando los ojos y el corazón a los hermanos. El venir a Sumampa nos vuelve a dimensiones fundamentales de nuestro ser de bautizados y seguidores de Jesús".
Monseñor Bokalic animó a no quedarse en una dimensión "intimista de nuestra oración" y a "inspirarnos en la actitud de María, que participa de la boda, la fiesta de los novios, como una más, sin protagonismos ni primeros lugares. Participando de la fiesta no deja de estar atenta a lo que sucede alrededor. Y no solo constata el problema, sino que toma la iniciativa para resolverlo".
"Hay que juntarse y arremangarse en las resoluciones de situaciones de injustica, de pobreza cruel, de violencia, de sometimientos de hermanos en la esclavitud de las adicciones, del juego, y abusos de personas, del abandono de niños o mayores que viven en la soledad y en estado lamentable, muy lejos de la dignidad humana, creatura e hijo de Dios", planteó.
Exhortando a no ser "mezquinos con nuestros talentos, bienes y dones que recibimos de la Providencia de Dios", destacó: "Esta actitud servicial que brota de un corazón atravesado por la gracia de Dios nos hace superar la indiferencia, una enfermedad típica de nuestro mundo. Una enfermedad que, habiendo visto el sufrimiento y postración de tantos hermanos nos hace pasar de largo. Debemos pedir a Nuestra Madre de la Consolación que transforme nuestra indiferencia, aislamiento e individualismo en solidaridad, fraternidad y compromiso con el bien común, y de cada hermano".
Monseñor Bokalic concluyó con una invitación "a no perder nunca esa esperanza que nos ha sido dada, a abrazarla encontrando refugio en Dios".+