Cinco nuevos diáconos permanentes para la arquidiócesis de Córdoba

  • 19 de noviembre, 2024
  • Córdoba (AICA)
Gerardo Delgenio, Adrián Loza, Claudio Martínez, Cristian Mussa y Rubén Pisoni recibieron la ordenación por intermedio del arzobispo de esa jurisdicción, Card. Ángel Rossi SJ.

El arzobispo de Córdoba, cardenal Ángel Rossi SJ, ordenó diáconos permanentes a Gerardo Delgenio, Adrián Loza, Claudio Martínez, Cristian Mussa y Rubén Pisoni, durante la celebración eucarística que presidió el lunes 18 en la catedral arquidiocesana.

Concelebraron la Eucaristía varios obispos y sacerdotes del clero local. También participaron religiosas, religiosos y fieles de distintas comunidades.

A la luz de las lecturas bíblicas, el purpurado recordó en la homilía que un diácono "es un servidor" y reafirmó la necesidad, en palabras del Papa Francisco, de "recibir no solamente a los necesitados de comida, de ropa, sino al que tiene una pena". "Ayudar a esta gente es importante", recordó.

También se refirió a aquello que el Pontífice espera de los diáconos, sintetizado en tres breves ideas vinculadas que, "no van simplemente a cosas por hacer, sino a dimensiones del corazón que cultivar":

"En primer lugar, la humildad: es triste ver a un obispo o a un sacerdote pavonearse; pero también es triste ver a un diácono que quiere ser el centro del mundo, de la liturgia o de la Iglesia; humildes y que todo el bien que hagan sea un secreto entre ustedes y Dios, y así dará fruto", enfatizó.

"En segundo lugar -señaló- espero que sean buenos esposos, buenos padres y buenos abuelos; que su ministerio no lesione lo que es primario y esencial que es su vida familiar", continuó

Por último, recordó también que el Papa desea que los diáconos permanentes sean "centinelas, no solo para que sepan divisar a los lejanos y a los pobres, sino para que ayuden a la comunidad cristiana a divisar a Jesús en los lejanos y los pobres, ya que el Señor llama a nuestras puertas a través de ellos. Es una dimensión profética que sabe ver más allá, y en cada necesitado, al Señor, cuando en muchos de sus hermanos más pequeños pide ser alimentado, acogido y amado".

El cardenal Rossi agradeció también, y de forma especial, a las familias de los ordenados, ya que "sin esa generosidad, que no es fácil, porque implica también renuncia gozosa, el diaconado no tendría sentido".

Finalmente, invocó para los ordenandos la protección de la Virgen María, "la abanderada de la diaconía", y quien nos recuerda que el diaconado "no se pierde". "Que tengamos una Iglesia, una diócesis misionera y diaconal", concluyó.+