Medio Oriente: 'las armas y el desorden' se imponen a la tímida mediación internacional

  • 17 de octubre, 2024
  • Roma (Italia) (AICA)
El patriarca caldeo, Card. Luis Raphael Sako, manifestó que se vive una situación "preocupante", sobre todo para la población civil, que paga "el precio más alto".

"Somos responsables en la búsqueda de la paz, del diálogo: la comunidad internacional y los países de Oriente Medio están todos implicados. Pero si nosotros mismos no sabemos poner fin a esta espiral, serán otros los que deberán ayudarnos a encontrar el camino para lograrlo", fue la advertencia lanzada por el patriarca de Bagdad de los Caldeos, cardenal Louis Raphael Sako, ante la espiral de violencia en la que está sumida la región, ensangrentada desde hace un año por conflictos de alcance cada vez más amplio: desde Gaza, con la guerra lanzada por Israel contra Hamás en respuesta al atentado del 7 de octubre de 2023, hasta el Líbano, con el "frente norte" abierto por el Estado judío para intentar eliminar la "amenaza" de Hezbolá; pasando por los demás actores de la zona, desde los chiítas hutíes, presentes  desde Yemen hasta Irán, con la perspectiva de una guerra a gran escala. 

"La situación es preocupante -advirtió el patriarca en conversación con la agencia AsiaNews-, no se atiende a razones ni a responsabilidades, sobre todo con los civiles, que son los que pagan el precio más alto. Y la asamblea internacional es tímida, hay llamamientos y mediaciones, pero se estancan y no logran avanzar". 

Economía de guerra
El cardenal Sako hizo estas declaraciones en Roma, donde se encuentra participando de los trabajos de la asamblea sinodal que se celebra este mes de octubre en el Vaticano. El panorama que dibujó la máxima autoridad eclesiástica iraquí es despiadado y no admite rebajas hacia quienes tienen cargos y responsabilidades. 

"Más que débil, que tiene una nota peyorativa, la comunidad internacional es tímida en su labor de mediación, porque aunque intenta hacer algo, no la mueve -advirtió- esa unidad de intenciones que hoy es necesaria para ser eficaz". 

"Mi convicción -explicó- es que ya no existe un orden mundial como en el pasado. Ya no hay valores ni principios, y reina el desorden, un caos en el que el más fuerte ataca al más débil. Sin embargo, los problemas y los conflictos deben resolverse mediante el diálogo, la diplomacia blanda y la "disuasión no violenta". 

Dictando la agenda internacional, en una fase de crisis multisectorial, se encuentra la economía de guerra, en la que, según el dignatario, "prevalece el comercio de armas en un contexto de recursos limitados, una población mundial en constante crecimiento y una crisis medioambiental cada vez más dramática".

"El clima, la ecología y el acceso a los alimentos son factores que intervienen en el condicionamiento de este teatro de guerra", añadió. Oriente Medio ha sido durante demasiado tiempo un territorio "sin paz: necesitamos atención internacional, un cuidado para esta sufrida parte del mundo que necesita estabilidad", expresó también. Incluso frente a intereses opuestos o divergentes entre Occidente y Oriente, es necesario eliminar -advierte el cardenal- toda fuente de violencia, de recurso a la guerra y a las armas". 

El escenario iraquí
En cuanto al escenario iraquí, hay un elemento crítico que hasta ahora ha permanecido en la sombra y no se ha implicado, si acaso marginalmente, en el escenario bélico: las milicias chiítas vinculadas a Teherán, que a diferencia del Hezbolá libanés y los hutíes yemeníes no han intervenido directamente en el conflicto atacando a Israel. 

"Creo que, hasta ahora -comentó el patriarca caldeo-, prevaleció una actitud de sensatez por parte de esos grupos, que no quieren entrar en esta guerra de poder" en la que se multiplican los actores. Hemos sido testigos de la intervención de milicias", prosigue, "que en diversas capacidades y en diferentes momentos se han implicado", evitando al mismo tiempo "una guerra entre Estados que tendría efectos devastadores". 

Cristianos, musulmanes chiítas y sunítas, y judíos "deben lanzar todos juntos", deseó el cardenal, "un llamamiento profético y fuerte por la paz, la fraternidad, tratando de desactivar las tensiones". "El Papa Francisco lo hizo muchas veces, pero es una de las pocas voces de paz frente a quienes intentan utilizar la religión para conseguir sus propios intereses", concluyó.+