La Santa Sede reitera su apoyo a la no proliferación nuclear en la cumbre de la IAEA

  • 20 de septiembre, 2024
  • Viena (Naciones Unidas) (AICA)
Es esencial que las tecnologías nucleares se aborden siempre desde una perspectiva que sirva al bien común de la humanidad y "al desarrollo humano integral de cada persona", pidió la Santa Sede.

El arzobispo Paul Richard Gallagher, secretario para las Relaciones con los Estados y las Organizaciones Internacionales, intervino en la primera jornada de la 68ª sesión de la Conferencia General del Organismo Internacional de Energía Atómica (IAEA), que se celebra del 16 al 20 de septiembre, en Viena.

El arzobispo afirmó que la Santa Sede "reconoce el papel fundamental de la IAEA en la búsqueda de un mundo libre de armas nucleares", el cual "es posible y necesario". Reiteró, asimismo, "su apoyo inquebrantable a las numerosas contribuciones de la IAEA al régimen de no proliferación nuclear, así como al uso seguro y pacífico de las tecnologías nucleares. Al respecto, recordó que es esencial que estas tecnologías se aborden siempre desde una perspectiva que sirva al bien común de la humanidad y "al desarrollo humano integral de cada persona".

Seguridad de las centrales eléctricas de Zaporizhia y Kursk
Entre las contribuciones del organismo al avance de la seguridad nuclear, el arzobispo Gallagher señaló que la Santa Sede apoya especialmente los esfuerzos "para garantizar la seguridad y la protección en la central nuclear de Zaporizhia", para prevenir un desastre nuclear.

En ese sentido, subrayó que las actividades militares vinculadas a la guerra en Ucrania realizadas en "las cercanías de Zaporizhia y las centrales nucleares de Kursk" son "profundamente preocupantes".

El representante de la Santa Sede elogió además al director general de la IAEA, el argentino Rafael Mariano Grossi, y a sus inspectores, "por su valentía y profesionalidad al mantener una presencia continua sobre el terreno en Zaporizhia, y proporcionar informes imparciales y objetivos sobre la situación". Y reiteró que la Santa Sede, al mismo tiempo, "insta a las partes en el conflicto a abstenerse de atacar esos lugares, ya que las consecuencias de ello podrían ser devastadoras para toda la humanidad".


El IAEA y el diálogo nuclear entre Irán y Corea del Norte
La Santa Sede también acogió con satisfacción los continuos esfuerzos de la IAEA para colaborar con Irán en su programa nuclear, aunque lamentó que hace varios años se detuviera la aplicación de sus compromisos nucleares, logrados en virtud del Plan de Acción Integral Conjunto (PAIC).

Por otro lado, en su discurso al Cuerpo Diplomático en enero de este año, el arzobispo Gallagher había recordado que el Papa Francisco expresó su esperanza de que se reanudaran las negociaciones para restablecer el PAIC, "para garantizar un futuro más seguro para todos", las cuales son negociaciones que la Santa Sede también espera que se revitalicen en relación con el programa nuclear de la República Popular Democrática de Corea (RPDC). También por ese motivo, el secretario para las Relaciones con los Estados señaló que las salvaguardias de la IAEA representan "una contribución esencial para promover la paz y la seguridad y ayudar a construir un clima de confianza en lugar de recriminaciones mutuas". 

Promoción de la tecnología nuclear con fines pacíficos
El arzobispo Gallagher también destacó el papel de la IAEA en la aplicación del Tratado sobre la No Proliferación de las armas nucleares, firmado y ratificado por la Santa Sede "con vistas a prevenir la proliferación de armas nucleares y facilitar la difusión de las ventajas de la ciencia y la tecnología nuclear con fines pacíficos, poniéndolas a disposición de los países en desarrollo". Con estas tecnologías, recordó, se puede "mejorar la producción de alimentos, generar más electricidad, la gestión de los recursos hídricos, la vigilancia ambiental y el control de la contaminación, y la preparación para las pandemias".

La Santa Sede también reconoce los esfuerzos de la IAEA "para facilitar la prestación de radioterapia y medicina nuclear para los pacientes con cáncer", en los mismos países que están "volviéndose cada vez más cruciales" para la creciente prevalencia de esa enfermedad. En esa línea, la iniciativa 'Rayos de esperanza' es sólo una de las muchas formas "a través de las cuales el organismo contribuye a la buena salud y el bienestar de las poblaciones mundiales".


El Director General de la AIE, Rafael Mariano Grossi, en la 68ª Conferencia General de la Agencia

Objetivo de eliminar las armas nucleares
En su discurso, el arzobispo Gallagher basó el apoyo de la Santa Sede a los esfuerzos de la IAEA en el magisterio del Papa Francisco, quien escribe en su encíclica Fratelli Tutti que "el objetivo último de la eliminación total de las armas nucleares se convierte, a la vez, en un desafío y en un imperativo moral y humanitario". Esto está en línea con el llamado de la Santa Sede "al compromiso colectivo y conjunto en la promoción de una cultura del cuidado, que dé primacía a la dignidad humana y al bien común".

El secretario vaticano para las Relaciones con los Estados y las Organizaciones Internacionales también cita el discurso del Papa ante el Consejo de Seguridad de la ONU de junio de 2023, en el que pide un "no" decisivo a la guerra, y afirma que "las guerras no pueden justificarse, ya que solo la paz es justa: una paz estable y duradera, construida no sobre el precario equilibrio de la disuasión, sino sobre la fraternidad que nos une". En un mundo en el que "una carrera armamentista acelerada, alimentada por la escalada de guerras, está primando sobre los esfuerzos de desarme", el Santo Padre también señaló, en su discurso al Cuerpo Diplomático de enero de 2022, que "el uso de la energía atómica con fines bélicos es inmoral, así como es inmoral la posesión de armas nucleares".

Misa en Viena y la "cultura del cuidado"
En relación con la construcción de un mundo mejor fundado en una "cultura del cuidado", que supere y sustituye "la lógica de la cultura del descarte", el arzobispo Gallagher habló sobre este tema en la homilía de la misa que presidió, el domingo 15 de septiembre, en la iglesia Maria am Gestade, en vísperas de la Conferencia General de la IAEA. Dijo que el actual se trata de un mundo "en el que la lógica del poder, el dominio y la explotación se ve superada por un enfoque verdaderamente humano, arraigado en el respeto mutuo, la solidaridad y los valores universales, como la verdad, el perdón, la compasión y la buena fe entre las naciones". Expresó, asimismo, su esperanza de que, "como miembros de la única familia humana, nos esforzaremos incansablemente por alcanzar ese noble objetivo, especialmente ahora, que iniciamos la importante labor de esta 68ª Conferencia General".


Trabajando por un mundo mejor
Como cristianos, continuó en su homilía, basamos nuestra esperanza en un mundo mejor en Jesucristo, que no es "un líder mundano triunfante", sino "el siervo sufriente", como lo describe Isaías en la primera lectura de la liturgia dominical. Jesús es "el único que venció a la muerte y restauró la vida, y trae justicia y paz al tomar sobre sí los pecados y la disfunción del mundo entero". En relación con la actividad diplomática, el arzobispo Gallagher recordó que "no somos los salvadores del mundo. Sin embargo, estamos llamados a afrontar el cansancio de largas y a menudo frustrantes negociaciones políticas y diplomáticas".

Con esfuerzos a menudo muy ocultos, con pocos frutos visibles, especialmente en un momento en que se prefieren las armas y el poder militar a la diplomacia, dijo que "debemos comprometernos nuevamente a utilizar esas herramientas de diálogo, paciencia, convicción y perseverancia, para alcanzar el objetivo deseado por todos nosotros: la convivencia pacífica de la familia humana y el desarrollo integral de cada persona". "Que Cristo, Príncipe de la Paz", concluyó, "nos ayude a trabajar juntos, más allá de nuestros límites naturales, por el bien común de los demás y de toda la humanidad".+