Card. Rossi: 'La sabiduría, el mejor de los alimentos para el corazón'
- 20 de agosto, 2024
- Córdoba (AICA)
El arzobispo de Córdoba consideró que un sabio es quien aprende a ser feliz: "No es el que sabe mucho, sino el que sabe lo esencial y lo saborea, lo hace mensaje y lo comparte".
El arzobispo de Córdoba, cardenal Ángel Rossi SJ, presidió la celebración del domingo vigésimo del tiempo ordinario en la catedral Nuestra Señora de la Asunción y, en su homilía, reflexionó sobre la importancia de la sabiduría.
"El órgano de la sabiduría es el corazón, esa hondura de nuestro propio corazón, de nuestra interioridad personal, donde se discierne, se conoce, se reflexiona, donde se atesora lo esencial", comenzó destacando el prelado, que planteó que "solemos decir de algunas personas: 'No tiene corazón', no en referencia a que le falta el órgano cardíaco, sino en el sentido de ser personas interiormente vacías, inconsistentes, carentes de profundidad, frívolas".
En ese sentido, destacó que "la sabiduría se constituye en el mejor de los alimentos para el corazón, el más nutritivo", y recordó que, "en el Evangelio, esa sabiduría se personaliza en el Señor, y además se queda Él para nosotros como alimento, bajo la forma de pan y vino, en la Eucaristía".
Además, advirtió que, cuando falta la sabiduría "somos incapaces de huir de las seducciones que nos salen al paso, que nos tientan, de dejar el camino donde Dios nos quiere", y consideró: "Cuando uno se ata a la Cruz, eso nos da la fuerza para evitar las seducciones que muchas veces nos hacen rumbear para donde no nos espera el Señor. Es signo de sabiduría saber reconocer, por lo tanto, las propias limitaciones".
"Sabio el que consigue, el que 'pesca' digamos así, el arte de ser feliz, y ser feliz es amar y saberse amado. Por lo tanto, sabio no es el que sabe mucho, sino el que sabe lo esencial, y no solo lo sabe, sino que lo saborea", describió.
Al respecto, indicó que "sabiduría viene de sabor, y entonces el sabio es aquel que apunta a lo esencial, lo saborea, lo disfruta y lo transmite, lo hace mensaje. La sabiduría se vuelve mensaje".
Por eso, diferenció: "Sabiduría no es acumulación de informaciones, no viene de saber sino de saborear. Hay hombres y mujeres cultos, pero no sabios, porque lo que saben no lo gustan, no lo entregan, no les sirve para la vida; son muchas veces personas empachadas de conocimiento. En cambio, hay hombres y mujeres que quizás ni siquiera saben leer ni escribir, o apenitas, pero son sabios, porque van a lo esencial".
"Martín Descalzo dice que la sabiduría es el arte de ser feliz, la asignatura del amarse y respetarse los unos a los otros, la carrera de asumir el dolor y de no tenerle miedo a la muerte, es la milagrosa ciencia de conseguir una vida llena de vida, y a esto el sabio lo hace mensaje, lo hace consejo", explicó, refiriéndose al sabio como "aquel que nos ha abierto su alma, su vida, contándonos, hablándonos de sus esperanzas, de lo que a ellos les habían enseñado el tiempo y el dolor".
A su vez, sugirió que la gracia de la sabiduría también implica la actitud de aprender, y animó a cultivar la actitud de estar siempre dispuestos a dejarse enseñar, lo cual también indica humildad: "El sabio humilde no es el que se las sabe todas, sino que sigue abierto a seguir formando su corazón y, por otro lado, propio del sabio es el interés por todo lo humano".
"La sabiduría se acrisola en el dolor y se manifiesta en la aceptación y en el despojo, en el aceptar a veces que Dios nos cambie el sendero de la vida. Entonces, el corazón sabio es aquel que va pasando, quizás, de la queja a la aceptación, y los hombres más santos terminan en el agradecimiento", expuso, y sostuvo que "hace falta grandeza de corazón, así que pedimos esta gracia".
El arzobispo de Córdoba concluyó señalando que "los humildes, cualquiera sea su posición y condición social, apelarán a la sabiduría del que se siente hijo de un Dios que no es distante, que los acompaña con la Cruz y los anima con la resurrección".+