Nicaragua: durante el fin de semana, arrestaron a 11 sacerdotes y un diácono

  • 5 de agosto, 2024
  • Managua (Nicaragua) (AICA)
La mayoría de los clérigos detenidos pertenecen a la diócesis de Matagalpa, de la que es obispo Mons. Rolando Álvarez, hoy exiliado en Roma.

La Iglesia en Nicaragua vive una nueva ola de detenciones de sacerdotes. El fin de semana, se pudo conocer el balance general de las acciones llevadas a cabo por agentes del régimen, quienes, según la prensa independiente, detuvieron a once sacerdotes y un diácono. Se trata de un serie de auténticos secuestros, ya que no hay noticias de ellos.

El viernes 2 de agosto, fueron detenidos ocho sacerdotes y un diácono, la mayoría pertenecientes a la diócesis de Matagalpa, de la que es obispo monseñor Rolando Álvarez, actualmente exiliado en Roma; es decir, nueve personas, además de las tres detenidas en los últimos días. Las autoridades aún no han proporcionado información oficial sobre los lugares adonde han sido llevados ni los motivos de las detenciones.

Los nombres de los detenidos
Los sacerdotes detenidos, según el sitio independiente "Despacho 505", son: Jairo Pravia, párroco de la iglesia Inmaculada Concepción; Víctor Godoy, vicario del mismo templo; Marlon Velásquez, administrador de la iglesia Santa Lucía; Antonio López, párroco de Nuestro Señor de Veracruz, de Ciudad Darío; el diácono Erwin Aguirre, de la misma iglesia; Raúl Villegas, párroco de la iglesia Nuestra Señora de Guadalupe, de Matiguás; Francisco Tercero, párroco de la iglesia Santa Faustina Kowalska, de Solingalpa; y Silvio Romero, párroco de la iglesia San Francisco de Asís, de la diócesis de Juigalpa.

El organismo "Nunca Más" de Derechos Humanos en Nicaragua confirmó que "varias parroquias fueron sitiadas y, al menos, doce sacerdotes han sido detenidos arbitrariamente, algunos de los cuales se desconoce dónde están y se encuentran, por lo tanto, en situación de desaparición forzada".

Una semana de arrestos
Esa escalada de detenciones comenzó el pasado 27 de julio, con la detención del sacerdote Frutos Constantino Valle Salmerón, de casi ochenta años, administrador ad omnia de la diócesis de Estelí. Luego, el 1º de agosto, otros dos sacerdotes fueron detenidos durante la festividad religiosa de Santo Domingo de Guzmán.

"Hay una 'guerra' contra el Cuerpo de Cristo"
El sacerdote Marcos Somarriba, de origen nicaragüense, párroco de Santa Ágatha, en Miami, denunció en su prédica dominical el secuestro de los 11 sacerdotes nicaragüenses, perseguidos por representar a la Iglesia Católica en Nicaragua. 

"Hay miles de fieles que no van a tener misa este domingo por los caprichos de los que supuestamente mandan, que tienen la autoridad y el arma en la mano, y han encarcelado a 11 sacerdotes sin ningún motivo, más que por ser sacerdotes. ¿Cuánta gente se pierde hoy de recibir al Señor porque no están ellos? Porque si no hay sacerdote, no hay Eucaristía", denunció el padre Somarriba. 

Desde el púlpito, Somarriba emitió uno de los mensajes más contundentes, en apoyo a los sacerdotes, los que llevan el "Pan" a través de la Eucaristía. "Este verdadero pan está siendo amenazado y quiere ser eliminado, se le quiere sacar del medio, porque este pan contagia, alimenta, fortalece contra el mal, contra el egoísmo y la maldad", dijo el sacerdote. 

"Esos que persiguen, encarcelan y tratan de silenciar y acorralar las casas de Dios, ya tienen la guerra perdida, ya fracasaron, porque Dios ha hecho renacer su iglesia desde las catacumbas y lo volverá a hacer", sentenció el sacerdote. 

Sobre esos enemigos de la Eucaristía, el sacerdote aseguró que causan mal a las naciones: "Podemos ver familias, pueblos enteros, a los que se les ha impuesto un mesías falso, que no da vida ni alimenta, sólo produce miseria, opresión, persecución y muerte".

En medio de las dificultades que enfrenta el sacerdocio nicaragüense, el padre Marcos hizo una oración que abarcó a quienes fueron encerrados en los últimos días. "Pidamos para que las vocaciones sacerdotales se fortalezcan, y los que están presos injustamente tengan la esperanza de que Dios sigue trabajando, aún en lo escondido y en el silencio. Que podrán encarcelar el cuerpo, silenciar la boca, pero nunca la Palabra de Dios ni el corazón de un sacerdote cuando sufre", concluyó el presbítero.+