El clero de cuatro diócesis vivió una Jornada de Oración Contemplativa en Chascomús

  • 4 de julio, 2024
  • Chascomús (Buenos Aires) (AICA)
Diecinueve clérigos, entre obispos, sacerdotes y un diácono de las jurisdicciones eclesiásticas de San Isidro, San Martín, Buenos Aires y Chascomús se reunieron el 2 de julio para rezar juntos.

La diócesis de Chascomús celebró, el 2 de julio, una Jornada de Oración Contemplativa, de la que participaron 19 clérigos: tres obispos, 15 sacerdotes y un diácono permanente.

Además de los ocho representantes del clero de Chascomús, se invitó a participar también a las diócesis de San Martín y San Isidro, y a la arquidiócesis de Buenos Aires, que pudieron vivir una jornada a través del método de la oración contemplativa, disfrutando del silencio, de la presencia de Dios en medio de la naturaleza, rezando juntos y apostando a revalorizar la espiritualidad y el silencio, tan necesarios para estos tiempos.

"Desde hace tiempo, varios curas venimos rezando con el método de Thomas Keating", explicó el obispo de Chascomús, monseñor Juan Ignacio Liébana. "En este caso, hicimos una juntada de un día en un campo que nos prestaron. Fue lindo vernos a los curas rezando juntos", expresó.

El método de oración del padre Thomas Keating
En este método, la llamada oración centrante está tomada de prácticas de oración antiguas, que forman parte de la herencia contemplativa cristiana, notablemente de los padres y madres del desierto, y de la lectio divina. El sistema en su conjunto surge a través de tres monjes terapeutas, uno de los cuales es Thomas Keating.

El método, diseñado para facilitar el desarrollo de la oración contemplativa, busca presentar enseñanzas de antigua sabiduría cristiana en una forma actualizada. La oración centrante facilita la transición de modos más activos de rezar a uno más receptivo, que consiste en descansar en Dios. Y se enfatiza la oración como una relación personal con Él.

Consiste en responder al espíritu de Jesús al aceptar la presencia y acción de Dios en el interior de la persona, y aumenta el desarrollo de la plegaria contemplativa, al silenciar las propias facultades para aceptar el don de la presencia divina.+