El Papa destaca la necesidad de esperanza ante un mundo en guerra

  • 8 de mayo, 2024
  • Ciudad del Vaticano (AICA)
"El Señor siempre está cerca de nosotros, la muerte nunca vencerá", afirmó Francisco en la audiencia general, continuando su ciclo de catequesis sobre los vicios y las virtudes.

El Papa Francisco afirmó hoy, en el Vaticano, la necesidad de cultivar la esperanza en un mundo marcado por la guerra y la muerte.

“Ante un futuro que, a veces, puede parecer sombrío, seamos sembradores de esperanza y tejedores de bien, convencidos de que la vida se puede vivir de otra manera y de que la paz es posible”, dijo, ante miles de peregrinos reunidos para la audiencia pública semanal, en la Plaza de San Pedro.

Francisco presentó una reflexión sobre la virtud teologal de la esperanza, que consideró como una respuesta a la falta de “sentido” de la vida y a “la desesperación del hombre, el sentimiento de inutilidad de todo”.

“El Señor siempre está cerca de nosotros, la muerte nunca vencerá, nunca”, indicó.

La esperanza “es la respuesta que se le ofrece al corazón” cuando reflexiona sobre nuestro destino final, dijo el Papa y reconoció que “una respuesta negativa” a las preguntas sobre el sentido de la vida conducirá a la tristeza: “Si el camino de la vida no tiene sentido, si al principio y al final no hay nada, entonces nos preguntamos por qué debemos caminar y terminamos en la desesperación".

Sin esperanza, muchas personas renuncian a la vida y “todas las demás virtudes corren el riesgo de desmoronarse y terminar en cenizas”, afirmó el Papa, antes de citar a Benedicto XVI: “Sólo cuando el futuro es seguro como realidad positiva, es posible vivir en el presente también”.

Una virtud teologal
Los cristianos se dan cuenta de que la esperanza no proviene de sus propios méritos, dijo el Santo Padre: “Si creen en el futuro, es porque Cristo murió y resucitó y nos dio su Espíritu”. Explicó, así, que la esperanza es una virtud “teologal”, precisamente porque “no emana de nosotros… sino que es un don que viene directamente de Dios”.

Citando el famoso pasaje de San Pablo –“Si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra fe”–, el Papa opuso fe e incredulidad: “Si creen en la Resurrección de Cristo, entonces saben con certeza que ninguna derrota, ni ninguna muerte son para siempre. Pero si no se cree en la resurrección de Cristo, todo se vuelve vacío, incluso la predicación de los apóstoles”.

El pontífice continuó advirtiendo contra los pecados contra la esperanza, incluida la “mala nostalgia” por la felicidad del pasado y la desesperación por nuestros pecados, cuando olvidamos que “Dios es misericordioso y más grande que nuestros corazones”.

Un mundo necesitado de esperanza
"El mundo de hoy tiene gran necesidad de esta virtud cristiana", proclamó el Papa, añadiendo que también necesita paciencia, "una virtud que camina en estrecho contacto con la esperanza". Aquellos que son pacientes, dijo, “son tejedores de bondad”, deseando siempre obstinadamente la paz.

“Incluso cuando a nuestro alrededor muchos han sucumbido a la desilusión”, dijo el Papa Francisco, “aquellos que están inspirados por la esperanza y son pacientes pueden superar las noches más oscuras”.

Finalmente, el Santo Padre afirmó que “la esperanza es la virtud de los jóvenes de corazón, y la edad no importa aquí. Porque también hay personas mayores con los ojos llenos de luz, que experimentan una tensión permanente hacia el futuro. Pensemos en aquellos dos grandes ancianos del Evangelio, Simeón y Ana: no se cansaron de esperar y vieron el último tramo de su camino bendecido por el encuentro con el Mesías, a quien reconocieron en Jesús, llevado al Templo por sus padres. 

“¡Qué bendición si fuera así para todos nosotros! Si después de un largo camino, también nosotros pudiéramos exclamar: ‘Ahora puedes dejar ir a tu siervo, en paz, porque mis ojos vieron tu salvación, que has preparado delante de todo el pueblo’”.

El Sucesor de Pedro concluyó llamando a los fieles a “ir hacia adelante y pedir la gracia de tener esperanza, esperar con paciencia”. Y los invitó a “mirar siempre hacia el encuentro final; procurad siempre que el Señor esté siempre cerca de nosotros, que la muerte nunca, nunca, saldrá victoriosa”.+