La arquidiócesis de Bahía Blanca celebró sus 90 años
- 23 de abril, 2024
- Bahía Blanca (Buenos Aires) (AICA)
La misa fue presidida por monseñor Azpiroz Costa, quien se revistió con la casulla que usó el papa Juan Pablo II en su visita a la arquidiócesis, en abril de 1987. Compartió además una carta pastoral.
El arzobispo de Bahía Blanca, monseñor fray Carlos Azpiroz Costa OP, presidió, el pasado sábado 20 de abril, la misa de acción de gracias por el 90º aniversario de esa jurisdicción eclesiástica.
Creada por una Bula de Pío XI en 1934, este documento expresaba el deseo de “que la sede episcopal esté en la ciudad de Bahía Blanca, y que la iglesia madre que allí existe, dedicada a Dios en honor de la Virgen de la Merced, y que continúa bajo el mismo título, se utilice como iglesia catedral”.
La celebración eucarística tuvo lugar en horas de la tarde en la Plaza Rivadavia, frente a la catedral bahiense, ante un buen número de fieles, que se dieron cita allí para participar de tan importante acontecimiento.
Concelebraron monseñor Jorge Wagner, obispo de Comodoro Rivadavia; monseñor Néstor Navarro, obispo emérito del Alto Valle de Río Negro; y sacerdotes de las distintas parroquias bahienses.
La Eucaristía contó con variados elementos simbólicos: el crucifijo que acompañó la celebración, que data del año 1890; monseñor Azpiroz Costa se revistió con la casulla que usó el papa san Juan Pablo II en su visita a la arquidiócesis, en abril de 1987; el cáliz que se utilizó durante la misa perteneció a monseñor Leandro Astelarra, primer obispo de Bahía Blanca; y el báculo que portó el actual arzobispo era de monseñor Jorge Mayer, segundo arzobispo de esa jurisdicción eclesial.
Entre las autoridades presentes, estuvieron el intendente de Bahía Blanca, Federico Susbielles, acompañado de su esposa y su hija; el 2do. comandante de la 3ra. División del Ejército, coronel mayor Jorge Luis Díaz y su esposa; además de otros funcionarios municipales, miembros del Ejército, e integrantes de grupos y movimientos de la Iglesia bahiense.
“Somos jóvenes al lado de la Iglesia”, planteó el arzobispo en su homilía, haciendo referencia a los más de 2.000 años de historia de la Iglesia. “Pero cuando llegamos a los 90, necesitamos un chequeo, un chequeo médico, pero del Divino Pastor de las almas: Jesús. Y la diócesis lo necesita. ¿De dónde venimos? ¿Hacia dónde vamos?”, reflexionó.
Y haciendo alusión al lema elegido por estas nueve décadas -“Seguimos caminando con María, esperanza renovada y memoria agradecida”-, expresó que “esta memoria agradecida por la fe recibida también se hace una actitud de apertura, de esperanza”.
Más adelante, en referencia al Domingo del Buen Pastor, expresó la universalidad del llamado: “Todos tenemos cierto pastoreo: el cuartel, una inmensa ciudad o partido como Bahía Blanca, parroquias, colegios, familias, trabajo, sindicatos”. Al respecto, destacó las palabras de Jesús, que arriesga su vida para salvar las ovejas.
Hacia el final de su homilía, el prelado animó a los fieles a “seguir caminado con María, con esperanza renovada y memoria agradecida”. “Sí, son tiempos difíciles, pero es también un tiempo de gracia y salvación, de oportunidades”, concluyó.
Antes de la bendición final, monseñor Wagner, nacido en esa arquidiócesis, destacó que “en la fe no crecemos solos; la fe la recibimos de Dios a través de la creación de la Iglesia, que es Madre, que se hace visible en una diócesis”.
“Esa es la familia que nos nutre en la fe, son nuestras raíces: por eso, estamos hoy aquí para celebrar, para agradecer, porque sin raíces no hay vida, no hay crecimiento. Como un hijo de esta Iglesia, me uno para dar gracias a Dios y no perder la memoria de lo que hemos recibido, cada uno de nosotros, de esta hermosa diócesis”, añadió.
Concluyó pidiendo a la Virgen de la Merced “que ayude a la diócesis a tener raíces profundas, para seguir dando la vida de Dios. Una Iglesia que, como tiene raíces, también como un árbol frondoso pueda cobijar a todos los que se acerquen. Y, porque tiene raíces, también dé muchos frutos para el Reino de Dios”.
Finalizada la misa, los presentes le cantaron el feliz cumpleaños a la diócesis y compartieron un mate cocido y diversas tortas.
La jornada se cerró con un festival musical del que participaron el Coro Santa Cecilia, la banda San Rockenroll y la banda del Batallón de Comunicaciones 181.
Vivir con un corazón abierto, evangélico, y mirada contemplativa
En un mensaje escrito especialmente para la ocasión, monseñor Azpiroz Costa animó a la comunidad arquidiocesana a celebrar este singular aniversario siendo hombres y mujeres de “corazón abierto, apasionado por Dios y nuestros hermanos, hermanas. ¡Ese es el bello horizonte de nuestra vocación cristiana como miembros de una diócesis, de un Pueblo!”
“Un corazón, como el de Cristo, misericordioso y compasivo, que nos conoce y ama con amor de amistad, comunica a los demás esa misma alegría, se hace evangelizador, misionero, para anunciar al mundo palabras de gracia y verdad”, consideró, y animó a hablar con Dios de los hombres, en la oración; y a los hombres de Dios en la evangelización.
“Nuestras palabras o lenguaje manifiestan la calidad de nuestra mirada y corazón. De una mirada y corazón contemplativos surgen palabras de gracia y verdad, palabras que ofrecen a los demás el fruto de lo contemplado”, expuso, y destacó que “los ojos contemplativos descubren los gozos y las esperanzas, las tristezas y angustias de los demás. Por ello son ojos abiertos, solidarios y compasivos, asumen la realidad”.