Mons. Lozano: 'Las heridas abiertas de Jesús'
- 7 de abril, 2024
- San Juan (AICA)
El arzobispo sanjuanino propuso hablar con los amigos más cercanos de las heridas que "habitualmente escuchamos y recibimos".
Monseñor Jorge Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo, afirmó que todas las personas tienen “heridas que vamos adquiriendo a lo largo de la vida”, y puntualizó: “Hablo de las del alma, de aquellas que se producen por amar y no ser amados”.
Tras recordar la letra expresiva del tango que dice: “De cada amor que tuve tengo heridas/ heridas que no cierran y sangran todavía”, se manifestó conmovido por el poema de Miguel Hernández, quien, “con suma belleza y hondura, nos comparte: ‘Llegó con tres heridas, la del amor, la de la muerte, la de la vida’”.
Y, a continuación, propuso:
Acojamos nuestras experiencias.
La herida de la soledad, del abandono.
Herida de la pobreza y el hambre del desamparo.
Heridas de la guerra que mutila, destruye y mata, no sólo los cuerpos; también los sueños, los proyectos…
Heridas en la familia por historias no resueltas, en que el egoísmo, la avaricia por la herencia, la traición, provocan golpes muy hondos y dolorosos.
Heridas en la Iglesia o con la Iglesia. No haber sido recibidos, ni acompañados, ni escuchados. Experiencia de negación de consuelo y aliento. Lo que te cobran en algunos lugares por bautizar un niño.
Heridas en la fe. Le pedí a Dios y no me respondió.
Heridas con los amigos porque juzgan sin escuchar.
La herida de la indiferencia y la no comprensión.
"Seguramente, vos podrías sumar unas cuántas heridas más de tu propia vida, y realizar un largo elenco de las llagas, que siempre quedaría incompleto", evaluó.
El arzobispo sanjuanino consideró que “sabernos heridos es algo muy común. Sin embargo, nos cuesta hablar de lo que nos lastima. Solemos conversar acerca de los logros, tal vez sobre algunos fracasos, pero no de las heridas. Pensamos que nos hace vulnerables, débiles ante los demás”.
Asimismo, compartió una experiencia que dice haber atesorado especialmente en los santuarios: “Allí podemos acercarnos como peregrinos heridos, o simplemente como turistas curiosos. Los peregrinos buscan consuelo y, si se puede, respuesta a cuestionamientos existenciales”.
Monseñor Lozano propuso hablar con los amigos más cercanos de las heridas que habitualmente escuchamos, que recibimos”, y planteó: “¿Qué actitud tomamos?, ¿damos espacio?, ¿encontramos espacio? ¿Reconozco con humildad que soy indigente?, ¿qué me dice la fe?”
“Aprendamos, como nos enseña san Pablo, a llorar con el que llora y a reír con el que ríe”, concluyó.+