Mons. Lozano: '¿Es posible la amistad social?'
- 14 de enero, 2024
- San Juan (AICA)
"El anhelo de una fraternidad universal no es una utopía abstracta ni un deseo vano. En lo profundo del corazón late este sueño", aseguró el arzobispo de San Juan de Cuyo.
Monseñor Jorge Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo, consideró que “la humanidad está desarrollando un progreso tecnológico importante. Un avance al cual cuesta imaginar su límite. También irrumpieron las redes sociales que nos permiten conectarnos con gente en los lugares más distantes, sean conocidos o extraños”, pero advirtió: “Sin embargo, aun con tantos 'mundos conectados', uno de los mayores sufrimientos de nuestro tiempo es la soledad. La angustia existencial suele anidar en el interior de gente rodeada de gente todo el día, pero sin estar comunicada ni vinculada”.
“Todos necesitamos contar con los afectos de nuestro pequeño grupo de relaciones: la familia pequeña, que a la casa le da la experiencia de hogar; la familia ampliada, que nos vincula con las raíces fundacionales; los amigos más cercanos, que 'son como de la familia'. En ellos encontramos cobijo, comprensión, historias y valores en común”, destacó en su columna semanal.
El prelado recordó que también hay otros vínculos e hizo hincapié en lo que el Papa Francisco dice en la encíclica Fratelli tutti: “No puedo reducir mi vida a la relación con un pequeño grupo, ni siquiera a mi propia familia, porque es imposible entenderme sin un tejido más amplio de relaciones: no sólo el actual sino también el que me precede y me fue configurando a lo largo de mi vida”, citó.
“Nos abrimos incluso más allá de los conocidos o cercanos. El amor universal me hace conmoverme ante todo ser humano que sufre en su cuerpo o en su espíritu, considerando a los demás como propios, no como ajenos. Por eso sufrimos por la guerra y sus consecuencias, aunque su escenario esté lejano geográficamente; sentimos como de la propia familia el dolor de los desplazados y migrantes que mueren en el mar Mediterráneo o son abusados en Centroamérica”, puntualizó.
“De este modo el corazón se ensancha para dar lugar a ‘la amistad social que no excluye a nadie y la fraternidad abierta a todos’”, sostuvo citando otra vez Fratelli tutti.
El arzobispo sanjuanino consideró que “en nuestro tiempo corremos el riesgo de unirnos únicamente por intereses económicos o de utilidad” y lamentó que se promueva “más ser socios que hermanos”.
“Lo preponderante es obtener ventaja, sin considerar al otro más que como consumidor o cliente. Nos advierte Francisco que ‘los que únicamente son capaces de ser socios crean mundos cerrados’ que nos ahogan en la chatura y la mediocridad”, agregó.
Monseñor Lozano planteó que “vamos replegando sobre ‘un sí mismo despoblado’ de afectos, vacío de ternura. Nos volvemos amargos y desconfiados de todo” y señaló: “Uno de los primeros avances de la humanidad fue la unión de las familias en clanes, y luego conformarse como sociedad y pueblo arraigado en un terruño. La tentación de hoy es la involución hacia la mentalidad del clan, incluso reduciendo la preocupación a mi propio núcleo familiar, desentendiéndome de todos los demás, estén lejos o vecinos a mi vida”.
“Por eso -recordó- el Papa nos señala que ‘hay periferias que están cerca de nosotros, en el centro de una ciudad, o en la propia familia. También hay un aspecto de la apertura universal del amor que no es geográfico sino existencial. Es la capacidad cotidiana de ampliar mi círculo, de llegar a aquellos que espontáneamente no siento parte de mi mundo de intereses, aunque estén cerca de mí’”.
“El anhelo de una fraternidad universal no es una utopía abstracta ni un deseo vano. En lo profundo del corazón late este sueño”, aseguró y concluyó: “Con los socios se pueden lograr buenos o malos negocios. Con los amigos podemos ir más allá trascendiendo lo útil. Todavía se puede elegir”.+