Analizan el pensamiento del papa Francisco

  • 4 de julio, 2023
  • Buenos Aires (AICA)
La Pastoral Social de Buenos Aires inició un ciclo de charlas, con una mesa que trató sobre la exhortación apostólica Evangelii gaudium.

La Pastoral Social de Buenos Aires inició un ciclo sobre el pensamiento del papa Francisco, con una charla acerca de la exhortación apostólica Evangelii gaudium el 28 de junio, en el auditorio de la Asociación del Personal Superior de Empresas de Energía, sito en la calle San José 225.

Al abrir la reunión, el director de la Pastoral Social, presbítero Carlos Accaputo, recordó que él y otros le decían a Jorge Mario Bergoglio, cuando era el arzobispo de Buenos Aires, que su magisterio en materia social no debía quedar inadvertido, y así quedó recogido en su momento en dos libros. “Lejos estábamos de pensar que  se convertiría en el primer Papa argentino y latinoamericano, llevando a su magisterio universal su pensamiento y la experiencia latinoamericana”.

Estimó que el de Francisco es un pensamiento en movimiento, inquieto, atento a nuevas realidades, que hunde sus raíces en el Concilio Vaticano II y en las asambleas del episcopado latinoamericano realizadas en Medellín, Puebla, Santo Domingo y Aparecida.

Es un principio en la filosofía que el obrar sigue al ser, dijo Accaputo, que es licenciado en Ciencias Sociales en la Universidad Santo Tomás de Aquino, de Roma: “Hacemos lo que somos”. Y a veces, cuando pensamos la misión de la Iglesia, la pensamos como hacer cosas, observó. Se trata no tanto de hacer, como de ser, de vivir, y viviendo que la Iglesia entregue ese tesoro que tiene, que es Jesucristo.  Subrayó la dimensión social de la evangelización, instó a ser “más Iglesia” y desde allí trabajar por una sociedad más solidaria, más fraterna, más justa, “haciendo nuestro aporte desde el Evangelio”.

Expusieron en el encuentro tres oradores: el presbítero Carlos Otero, miembro de la Pastoral Social de Buenos Aires, párroco en Pontevedra (diócesis de Merlo-Moreno) y coordinador de los Retiros Populares Cura Brochero; la educadora Ana Donini, graduada en Filosofía en la Universidad Católica Argentina (UCA) y doctorada en Ciencias de la Educación en la Universidad de California; y el licenciado en filosofía Eloy Mealla, profesor en las universidades del Salvador, de Morón y la Nacional de Moreno.


Interpelación, examen de conciencia
El presbítero Otero se refirió al contexto en que nació Evangelii gaudium en 2013, tras el sínodo de obispos sobre la evangelización de octubre de 2012. Comentó que en esa exhortación postsinodal pueden reconocerse fragmentos de intervenciones de obispos, "pero está Bergoglio más que presente marcando un rumbo". Recoge una tradición teológica latinoamericana y argentina, conjugando aportes de la teología del pueblo, de los padres Lucio Gera y Rafael Tello, entre otros. Que lo exprese el Papa tiene un valor y un peso especial, dijo, pero no es sólo su pensamiento personal.  Y también señaló que le hace eco a la encíclica Evangelii nuntiandi, de san Pablo VI.

Opinó también que hoy los documentos no despiertan el mismo interés que en otras épocas y muchas veces son rápidamente olvidados. Consideró que el capítulo cuarto de Evangelii gaudium, que aborda la dimensión social, es el menos citado y el menos aplicado. Estimó que no se ha traducido en líneas de acción y, ante  conceptos como “Iglesia en salida” o “La Iglesia como hospital de campaña”, se preguntó: “¿Cómo se verifican en la realidad?”. Deslizó que no parece que en diez años hayan provocado el movimiento deseado. Pero quizá por eso mismo se presentan hoy como una interpelación, y escuchar esos textos, considerarlos en la oración, como se ha hecho en retiros en Merlo-Moreno, lleva a plantearse un examen de conciencia.

Desarrollo integral
La doctora Donini se enfocó en el aspecto pedagógico, en cuanto Evangelii gaudium anima a encarar un proyecto educativo en valores que contrarreste el paradigma tecnocrático, la cultura del descarte, la globalización de la indiferencia.

A partir del método ver, juzgar, actuar, se advierte el sufrimiento concreto de los excluidos y, como en el documento de Aparecida, se plantea una propuesta educativa que excede el sistema educativo formal. Ante la ruptura del vínculo entre la escuela y la sociedad, se promueve la integración de las instituciones educativas con el entorno, buscando la solidaridad, la amistad social, el desarrollo integral personal y social, culminando en un pacto educativo global. Atendiendo al objetivo de justicia y la opción preferencial por los pobres, se busca romper la lógica de la exclusión, crear una cultura del encuentro, de aprender unos de otros. No considerando solamente la ciencia, el conocimiento, sino el caminar juntos, formando la mente, el corazón. Las instituciones educativas deben acoger, proteger, promover. Y toda la sociedad esforzarse por lograr la paz, entendida como cultura del encuentro y del diálogo.

La alegría del Evangelio
Eloy Mealla encontró también una similitud de textos, una conexión de Evangelii gaudium con Evangelii nuntiandi, encíclica de san Pablo VI. Dijo que evangelización era un término casi periférico en la Iglesia cuando Pablo VI lo retoma en 1975; explicó que entonces se lo aplicaba, sobre todo, a “otros pueblos”, a la misión ad extra de la Iglesia, ad gentes, a quienes estaban fuera, dando por sentado que “nosotros ya estamos evangelizados”. Y supuso que esa encíclica seguramente impactó en el joven Bergoglio.

“Alégrense en el Señor”, proclamaba san Pablo VI en 1975. La alegría del Evangelio ya estaba esbozada en Gaudium et spes, documento conciliar sobre los gozos y las esperanzas de nuestro tiempo.  “La alegría viene de Dios”, dijo Mealla, y en ella debe vivir el cristiano, por el Reino de Dios, que ya empezó, aunque será completa en la visión beatífica: “Es un ya, pero todavía no”. El orador vislumbró un hilo conductor de la alegría que va desde santo Tomás de Aquino hasta Francisco, con su texto Gaudete et exultate (alégrense y regocíjense), sobre el llamado a la santidad en el mundo actual.

La transmisión de la fe y la dimensión social
Mealla recordó también que el sínodo que precedió a Evangelii Gaudium era sobre “La nueva evangelizaciòn para la transmisión de la fe cristiana” (2012). Y que cuando Bergoglio concurrió al encuentro del Episcopado latinoamericano en Aparecida (2008) llevaba tres proposiciones: familia, justicia y transmisión de la fe. Advertía que ya una generación no necesariamente transmite la fe a la siguiente: los hijos no reciben la fe de sus padres como antes. Ello exige ya no una pastoral de conservación sino que demanda otra evangelización. Y el anuncio de la fe es inseparable de la dimensión social, de la promoción de la justicia. Al tesoro milenario de la Iglesia, apuntó, Francisco agrega matices.

Tras desmenuzar algunos principios sostenidos por Francisco y bucear en sus fuentes –como que el tiempo es superior al espacio, la unidad es superior al conflicto, la realidad es superior a la idea–,  expresó que Dios siempre es mayor que cualquier conceptualización. Y señaló que antes que la esfera (donde todos los puntos son equidistantes, lo que indica una cierta uniformidad), Francisco prefiere la imagen del poliedro, una figura irregular. Reparó en el acento que pone en la periferia, como algo tomado de la práctica pastoral y teológica en la Argentina, pero no limitándose a ella: “Si vamos a la periferia, también vamos al centro”.   

El  encuentro no se prolongó en preguntas pero fue seguido con interés por el público, entre el cual se encontraban, entre otros, el periodista Federico Wals; Hernán Herrera, asesor en la Legislatura porteña; y Andrés González Balcarce, secretario de Educación, Doctrina y Valores de la Democracia Cristiana de la Ciudad.

El ciclo de la Pastoral Social continuará con otras charlas: sobre la encíclica Laudato si', el jueves 10 de agosto, y sobre la encíclica Fratelli tutti, el jueves 31 de agosto.+ (Jorge Rouillon)