Francisco: "La universidad no es escuela de uniformidad, sino acuerdo entre voces"

  • 25 de febrero, 2023
  • Ciudad del Vaticano (AICA)
El papa animó a rectores, profesores, estudiantes y empleados de las universidades pontificias a trabajar juntos con entusiasmo y clarividencia

El de las instituciones académicas pontificias es “un patrimonio muy rico, que puede promover una nueva vida, pero que también puede inhibirla si se vuelve demasiado autorreferencial”, alertó el Papa al recibir a unas 3.000 personas este sábado 25 de febrero en el Aula Pablo VI.

Francisco exhortó a rectores, profesores, estudiantes y empleados de las Universidades Pontificias y de las Instituciones Romanas a estar unidos para afrontar los desafíos sin precedentes del presente y a “no conformarse con soluciones efímeras”.

El sucesor de Pedro hizo referencia al legado secular de los colegios y universidades pontificias nacidos en Roma, gracias a la "generosidad y previsión de muchas órdenes religiosas". “Si se quiere que tenga un futuro fecundo, su custodia no puede limitarse al mantenimiento de lo recibido: debe, por el contrario, estar abierta a desarrollos valientes y, si es necesario, sin precedentes”, animó.

En este sentido, se refirió al Dicasterio para la Cultura y la Educación como interlocutor para acompañar a las instituciones académicas en este camino. Tomando como metáfora el concierto, que involucra tanto al coro como al solista en una complementariedad constructiva, pidió una escuela de acordes y consonancia de voces, “nunca solistas sin coro”.

“Un lugar", comenta citando al cardenal Newman, "donde diversos saberes y perspectivas se expresan en armonía, se complementan, se corrigen, se equilibran". Una armonía que ante todo hay que cultivar desde dentro de uno mismo, afinando las tres inteligencias que vibran en el alma: la mente, el corazón y las manos.

“Para que esto suceda, se necesitan manos sensibles. La mente no podrá comprender nada si las manos están cerradas por la avaricia, o si son ‘manos sucias’, que desperdician el tiempo, la salud y los talentos, o incluso si se niegan a dar paz, saludar y estrechar otras manos”.

“No puedes aprender nada si tus manos tienen dedos que apuntan sin piedad a los hermanos y hermanas que yerran. Y de nada se sorprenderán, si las mismas manos no saben unirse y subir al Cielo en oración”, concluyó.+