Mons. Martínez invita a revisar cómo vivimos en nuestro discipulado del amor

  • 27 de febrero, 2023
  • Posadas (Misiones) (AICA)
El obispo de Posadas reflexionó sobre la Cuaresma, "tiempo de gracia y penitencia que nos prepara a vivir más intensamente el misterio de la Pascua".

En un mensaje compartido el miércoles de ceniza, el obispo de Posadas, monseñor Juan Rubén Martínez, se refirió al tiempo cuaresmal como “tiempo de gracia y penitencia que nos prepara a vivir más intensamente el misterio de la Pascua”.

En ese sentido, animó a prepararse “desde la conversión y la penitencia, pero sobre todo desde la esperanza”. “Es un tiempo para que acompañemos a Cristo, el Señor, en su vida y misión, en su pasión y sufrimiento, y en su entrega sin límites por amor, para nuestra redención”.

También indicó que el propósito de su carta cuaresmal “es que nos preparamos para celebrar el misterio de la Pascua realizando un examen de conciencia sobre cómo vivimos el discipulado del amor a Dios y a los hermanos, sobre todo a aquellos que más lo necesitan, y que, por nuestra condición de cristianos, requieren que los privilegiemos y nos comprometamos con ellos”.

“Si bien el amor es un don de Dios, también requiere que nosotros vivamos ese don como un discipulado”, explicó, reiterando que “en esta carta cuaresmal buscaremos discernir desde la gracia de Dios y desde la esperanza cómo vivimos algunas situaciones que obstaculizan el camino del amor, que es don y llamado”.

Entre los flagelos que obstaculizan vivir el don del amor, el prelado mencionó la indiferencia, la violencia y una pobreza creciente, “males que tenemos que erradicar a través del discipulado del amor”. Se trata de claves para amar a Dios y a los hermanos como a nosotros mismos.

“Estos flagelos son sólo algunos que consideramos importantes, pero cada uno podrá sumar aquello que le puede ser significativo considerar en un examen de conciencia cuaresmal”, sugirió el obispo posadeño.

“Tomaremos algunos aportes del papa Benedicto XVI que nos regaló una importantísima encíclica denominada ‘Dios es amor’. Desde allí trataremos de comprender la clave del discipulado y la ascesis del amor para vivir un mundo más fraterno”.

Citando las palabras del papa Benedicto XVI, aluidió al amor “como camino permanente, como un salir del yo cerrado en sí mismo hacia su liberación en la entrega de sí y, precisamente de este modo, hacia el reencuentro consigo mismo, más aún, hacia el descubrimiento de Dios”.

“El papa Benedicto XVI nos dice: ‘Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él. Hemos creído en el amor de Dios: así puede expresar el cristiano la opción fundamental de su vida […] Jesús ha unido este mandamiento del amor a Dios con el del amor al prójimo’”.

“En nuestra vida experimentamos esto que reflexiona la encíclica. Todos necesitamos aprender a amar. Si bien el amor es un don de Dios y nosotros fuimos hechos a imagen y semejanza de un Dios que es amor, en la cotidianidad necesitamos realizar un camino que integre la unidad de lo que somos como persona. Esta experiencia nos encamina a vivir desde la fuerza del eros con sacrificio, discernimiento, renuncias y gozo, hasta la donación al otro, al ágape”, explicó.

“En el contexto del tiempo cuaresmal nos puede ayudar revisar cómo vivimos en nuestro discipulado del amor. Debemos procurar captar si el don de Dios, de su amor, y la capacidad que tenemos de amar por nuestra condición de ser personas y haber sido hechos a imagen y semejanza de Dios, nos orienta hacia un amor que se dona y que considera a los otros como sujetos y no como meros objetos de uso y consumo”, subrayó monseñor Martínez.

“En este discipulado del amor omitimos en general y no evaluamos que por no amar bien muchas veces caemos en la avaricia del tener y del poder y en los desvíos que esto provoca con graves consecuencias sociales de injusticia, deshonestidad y corrupción”, advirtió, lamentando que en los confesionarios no se tenga demasiada conciencia de los pecados ligados a la dimensión social de la fe, a la avaricia del tener y el poder.

“En esta carta cuaresmal en la que queremos revisar nuestro discipulado del amor, queremos ver cuál es nuestra situación en relación a los otros, los más pobres, vulnerables y excluidos y, obviamente, el gran Otro que es nuestro Padre Dios que nos espera como al hijo pródigo con un abrazo, un beso y una fiesta” expresó.

“Como Iglesia diocesana, cada año realizaremos la colecta cuaresmal que denominamos ‘del 1%’, que es un gesto ligado a nuestra conversión cuaresmal y con el que significamos nuestra preocupación por la pobreza desde la comunión de bienes ayudando a nuestros hermanos y hermanas que padecen el no tener una vivienda digna”, sostuvo.

La colecta se realizará el fin de semana del 11 y 12 de marzo, y el obispo invitó a tener como diócesis “un gesto concreto de caridad y justicia”.

“En este examen de conciencia cuaresmal queremos revisar si este don y esta tarea del amor nos ayuda a orientarnos hacia la donación de nosotros mismos, considerando a los otros como hermanos y hermanas”, añadió.

Finalizando su reflexión cuaresmal, monseñor Martínez destacó que “el mismo Señor nos enseña que podremos ser felices amando y dando la vida. Nuestro tiempo necesita que los cristianos seamos pascuales, testigos de un amor que se dona, que permite reconocer en el otro al hermano”

“El amor es el único capaz de romper las grietas del odio, de la violencia y de la indiferencia. Esto que a algunos les puede parecer una utopía impracticable, es el único camino, el único código que salva al mundo y hace posible la fraternidad humana. Por eso la Pascua sigue siendo, en nuestro siglo XXI, la Buena Noticia que necesita el mundo y que nos llena de verdadera esperanza”, concluyó.+

» Texto completo de la carta pastoral (PDF)