Francisco recuerda: la Palabra de Dios es para todos sin excepción

  • 22 de enero, 2023
  • Ciudad del Vaticano (AICA)
El Papa afirmó que "la Palabra de Dios es 'viva y eficaz', invita a la conversión y llama a la misión". Confirió ministerios del lectorado y de la catequesis a diez personas.

El papa Francisco presidió hoy la celebración eucarística del Domingo de la Palabra de Dios en la basílica de San Pedro, donde advirtió que sería una maldición el “profesar la fe en un Dios de corazón ancho y ser una Iglesia de corazón estrecho”.

“Jesús abandona la vida tranquila y oculta de Nazaret y se traslada a Cafarnaún, ciudad situada a orillas del mar de Galilea, lugar de paso, encrucijada de pueblos y culturas diferentes. La urgencia que le impulsa es el anuncio de la Palabra de Dios, que hay que llevar a todos”, expresó el pontífice durante su homilía.

Francisco explicó en primer lugar que, “la Palabra de Dios es para todos, tal y como lo narra el Evangelio que nos presenta a Jesús siempre en movimiento, en camino hacia los demás y en ninguna ocasión de su vida pública nos da la idea de que sea un profesor estático, un doctor sentado en una cátedra; al contrario -precisó- lo vemos como un itinerante y peregrino, recorriendo pueblos y aldeas, encontrándose con rostros e historias” porque la Palabra de Dios “no está destinada sólo a los justos de Israel, sino a todos”.

De hecho, sostuvo, “si la salvación está destinada a todos, incluso a los más alejados y perdidos, entonces el anuncio de la Palabra debe convertirse en la principal urgencia de la comunidad eclesial, como lo fue para Jesús”. En este sentido, Francisco advirtió: “Que no nos suceda que profesemos a un Dios de corazón ancho y seamos una Iglesia de corazón estrecho; que prediquemos la salvación para todos y hagamos impracticable el camino para recibirla; que nos sepamos llamados a llevar el anuncio del Reino y descuidemos la Palabra, dispersándonos en tantas actividades secundarias”.

En cambio, el pontífic invitó a aprender de Jesús a "poner la Palabra en el centro, a ensanchar nuestras fronteras, a abrirnos a las personas y a generar experiencias de encuentro con el Señor”.

“Su Palabra nos sacude, nos inquieta, nos apremia al cambio, a la conversión; nos pone en crisis porque 'es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de doble filo'”. Son estas las palabras con las que el pontífice describió la Palabra de Dios, insistiendo en que “como una espada la Palabra penetra en la vida, haciéndonos discernir los sentimientos y pensamientos del corazón, es decir, haciéndonos ver cuál es la luz del bien a la que hay que dar cabida y dónde en cambio se adensan las tinieblas de los vicios y pecados que hay que combatir”.

De hecho, Francisco hizo hincapié en que su Palabra, cuando entra en nosotros, “transforma nuestro corazón y nuestra mente y nos cambia”.

Si queremos cambiar la perspectiva de nuestra vida, pero no sabemos por dónde empezar, el Papa dio una clave : “Tomar conciencia de la presencia de Jesús y hacer lugar a su Palabra” o, en otras palabras: “poner tu vida bajo la Palabra de Dios”.

“Este es el camino que nos mostró el Concilio en el que todos, incluso los pastores de la Iglesia, estamos bajo la autoridad de la Palabra de Dios. No bajo nuestros propios gustos, tendencias y preferencias –señaló el Papa– sino bajo la única Palabra de Dios que nos moldea, nos convierte y nos pide estar unidos en la única Iglesia de Cristo”.

Por último, sostuvo que la Palabra de Dios, que se dirige a todos y llama a la conversión, “hace anunciadores”. Tal y como Jesús invitó con su Palabra a los hermanos pescadores Simón y Andrés a ser 'pescadores de hombres' y salir al encuentro de sus hermanos y de proclamar la alegría del Evangelio, la Palabra de Dios a nosotros hoy “nos atrae hacia la 'red' del amor del Padre y nos llama a anunciar su Palabra, a testimoniarla en las situaciones de cada día, a vivirla en la justicia y la caridad, a 'darle carne' acariciando la carne de los que sufren”.

"Y esto -subrayó-  no es proselitismo, porque la que llama es la Palabra de Dios, no nuestra palabra. Por tanto, nuestra misión es convertirnos en buscadores del que está perdido, de quien se siente oprimido y desanimado, no para llevarlos a nosotros mismos, sino el consuelo de la Palabra, el anuncio impetuoso de Dios que transforma la vida, la alegría de saber que Él es Padre y se dirige a cada uno, la belleza de decir: “¡Hermano, hermana, Dios se ha hecho cercano a ti, escúchalo y en su Palabra encontrarás un don maravilloso!”.

Francisco concluyó diciendo simplemente “gracias” a quienes dedican sus esfuerzos para que la Palabra de Dios vuelva a estar en el centro, sea compartida y proclamada: “Gracias a quienes la estudian y profundizan en su riqueza; gracias a los agentes pastorales y a todos los cristianos comprometidos en la escucha y difusión de la Palabra, especialmente a los lectores y catequistas, gracias a quienes han aceptado las numerosas invitaciones que he hecho para que lleven el Evangelio consigo a todas partes, para leerlo cada día. Y, por último, un agradecimiento especial a los diáconos y a los presbíteros: gracias, queridos hermanos, por no dejar que al Pueblo santo de Dios le falte el alimento de la Palabra”.

Tras la homilía, el Papa confirió a tres personas el ministerio del lectorado e instituyó a otras siete como ministros catequistas. A los primeros les entregó una Biblia a cada uno; a los segundos, un crucifijo.+