El sentido de la fiesta riojana del Tinkunaco
- 6 de enero, 2023
- La Rioja (AICA)
Esta tradición lleva 430 años en la diócesis de La Rioja y comprende varias ceremonias. La que le da sentido a todo es un pacto entre el pueblo y el Niño Dios, al que nombran Alcalde.
Tinkunaco significa en quechua “encuentro”. Esta tradición lleva 430 años en la diócesis de La Rioja y comprende varias ceremonias. La que le da sentido a todo es un pacto entre el pueblo y el Niño Dios, al que nombran Alcalde y reconocen como única autoridad bajo la Ley de su Evangelio.
El 31 de diciembre al medio día, san Nicolás -que encarna en la cremonia al pueblo español- sale de la Catedral y espera al Niño Jesús, que representa al pueblo diaguita y se acerca desde el Convento San Francisco, acompañado por san Francisco Solano, mediador de paz entre ambas colectividades en la Semana Santa de 1593.
Cuando se produce el encuentro frente a la casa de gobierno, todos -san Nicolás y san Francisco incluidos- se postran ante el Niño reconociéndolo Alcalde. Es un pacto de entrega mutua. El Niño trae la paz y ambos pueblos, reconciliados, lo reconocen como única autoridad.
Todos se dan la paz, comenzando por los miembros de la Cofradía de los Allis (pertenecientes al grupo indígena del Niño Alcalde) y la de los Alféreces (que son los acompañantes de San Nicolás). Seguidamente, la autoridad municipal le entrega las llaves de la ciudad al Inca, representante de los Diaguitas, quien la deposita en la urna del Niño Alcalde.
San Francisco se vuelve a su convento, y el Alcalde Niño y san Nicolás ingresan a la Catedral entre vítores, campanas, himnos con ruegos y agradecimientos de los promesantes, distinguidos con bandas o vestimentas de color morado, cintas de colores y banderas al estilo de los emblemas de lucha de los diaguitas, que se llevan inclinadas como signo de paz.
El día 1ero. es la fiesta de San Nicolás y el pueblo se vuelca a las calles en la procesión, con alegría y veneración por su santo, acompañado también por el Niño Alcalde.
El día 2 se lo celebra al Niño, los Allis entonan cantos en quechua y saludan a las autoridades eclesiásticas y civiles, llevando el mensaje de paz que el Niño Alcalde viene a traer a los pueblos enemistados.
Finalmente, el día 3 es el de los Allis, los Alféreces y los promesantes, y el templo se colma en demostración de la fe popular, con sus característicos saludos, cantos, oraciones y expresiones al margen de los razonamientos teológicos.
A su vez, cada uno de los 3 días, los alféreces y promesantes dan vueltas a la plaza a caballo, para saludar a San Nicolás.
Luego de la misa, se despide al Niño Alcalde, pero antes se repite la ceremonia de postración. Las autoridades reciben, de parte del obispo, el Evangelio como ley a seguir, y el Inca mayor recoge las llaves de la ciudad de la Urna del Niño y se la vuelve a entregar a la autoridad municipal.
Luego el Niño, acompañado por San Francisco, regresa a su convento y San Nicolás a la Catedral.
Por su parte, el beato mártir monseñor Angelelli, en 1973, decía que el Tinkunaco tiene sentido si se vive cada día, no sólo como una fiesta de cada año.
De hecho, los signos son contundentes y actuales: la postración de todo el pueblo ante el Niño Alcalde, reconociéndolo como única autoridad; el saludo de paz entre enemistados con el compromiso de deponer las armas; el Evangelio como ley suprema; la presencia de San Nicolás de Bari como Tatita que cuida a su pueblo; la presencia de promesantes y peregrinos que hablan de una fe profunda y de una intervención de Dios a través de sus santos; la fusión entre fe y cultura, entre ser riojano y ser ciudadano del Niño Alcalde.+