Mons. Braida anheló una Iglesia abierta, cercana y comprometida

  • 2 de enero, 2023
  • La Rioja (AICA)
En su mensaje para la fiesta de San Nicolás, el obispo de La Rioja llamó a profundizar el tiempo de sinodalidad y a responder a las problemáticas de hoy, alentando a la participación y el servicio.

Miles de riojanos participaron el sábado de la fiesta del Tinkunaco, una celebración histórica que expresa la unidad y la paz entre los hombres, y de la solemnidad de Santa María Madre de Dios, fiesta litúrgica del 1° de enero, que coincide con el día de San Nicolás de Bari, patrono tutelar de la diócesis.

Las celebraciones fueron presididas por el obispo de La Rioja, monseñor Dante Gustavo Braida, en el atrio de la catedral local y en el interior del santuario diocesano.

Del Tinkunaco participaron el gobernador de La Rioja, Ricardo Quintela, y la intendenta capitalina Inés Brizuela y Doria, entre otros referentes políticos locales. En la celebración, se produjo una vez más el “encuentro" entre las figuras de San Nicolás, patrono de la diócesis, y la imagen del Divino Niño, revestido con atuendos de los alcaldes españoles, rememorando el hecho histórico durante el que las civilizaciones española y diaguita se encontraron y sellaron la paz.

En su mensaje por la fiesta de San Nicolás de 2023, monseñor Braida animó a “caminar juntos, edificando comunidades orantes, participativas y misioneras”, y destacó: “Con alegría vivimos esta primera jornada del año, caminando junto a nuestro santo moreno, nuestro querido ‘Tatita San Nicolás’. En él depositamos nuestras oraciones, nuestras acciones de gracias y peticiones, para que interceda ante nuestro Señor. Sabemos que él cuida y guía nuestros pasos para que sigamos siempre a Jesús”.

“Sí, se trata de caminar juntos, como vamos profundizando en este tiempo de sinodalidad”, puntualizó, y agregó: “El año que hemos terminado se vio marcado por un tiempo de escucha sobre la actualidad de la Iglesia riojana, identificando en ella las luces, sombras y propuestas para que la Iglesia pueda desempeñar mejor su misión”.

Luego refirió a “la raíz ancestral de nuestra vivencia de la fe, manifestada en la piedad popular, cuyo exponente central es el Tinkunaco”, y “también al hecho de ser una Iglesia-familia, que testimonia la acogida, apertura y cercanía a la vida, especialmente a la más vulnerable”. 

“Entre las sombras, se reconoce una escasa formación de los laicos, falta de diálogo sincero y cierta indiferencia y falta de compromiso con problemáticas sociales. A esto se suma una marcada ausencia de participación por parte de adolescentes y jóvenes. Se ven pocas iniciativas creativas para acompañarlos, teniendo en cuenta los nuevos desafíos y la necesidad de crear espacios de contención y acompañamiento”.

El prelado riojano consideró que “la Iglesia debe ser más acogedora de los jóvenes, estar preparada para recibirlos como vienen, ayudarlos en su desarrollo y animarlos en la búsqueda de una vida más plena” y completó: “Que sea una Iglesia que camine junto al pueblo de Dios con creatividad y audacia, disponiendo siempre ‘un oído en el pueblo y otro en el Evangelio’, como proponía nuestro beato mártir, Enrique Angelelli”.

Entre los desafíos a responder en estos tiempos, monseñor Braida afirmó que “preocupa el consumo problemático de drogas, especialmente en jóvenes. Urge hacer algo más eficiente y coordinado para abordar esta situación, que atenta contra la vida de las futuras generaciones. Invito a las comunidades y a las personas de buena voluntad a organizarse, con espacios de contención y acompañamiento. Se puede hacer mucho con el aporte de todos. Hace poco tuvimos la visita de referentes de la Familia Grande de los Hogares de Cristo, institución fundada hace 15 años, que hoy tiene centros de atención en todo el país para personas vulnerables, especialmente por las drogas”.

“El lema de la visita tenía un mensaje claro y preciso: ‘Ningún pibe menos por la droga’. Es para repetirlo muchas veces: ‘No queremos ningún pibe y ninguna piba menos por la droga”. Es posible trabajar por una sociedad sin drogas, que tienda manos y puentes a quienes padecen este flagelo. No sirve mirar para otro lado o bajar los brazos. Hay experiencias muy buenas en nuestra ciudad, llevadas adelante por distintos actores sociales, que es necesario replicar en todos los barrios y pueblos de nuestra querida provincia’”.

“También llama la atención el aumento de personas que atentan contra su propia vida. Lo que implica un llamado de atención para todos los que integramos esta sociedad. Para acompañar situaciones complejas de vida se requiere capacitación y cercanía a cada realidad. No dejemos de ofrecer lo mejor de nosotros y de nuestras instituciones para buscar respuestas acordes a la necesidad. Para los creyentes, sabemos que Jesucristo es quien da el verdadero sentido a la Vida. Volver a Él y recomenzar desde él siempre abre un nuevo horizonte de vida”.

El obispo consideró que “hay otras preocupaciones que atender: como la pérdida del poder adquisitivo de los salarios por la inflación, el aumento de la pobreza y la delicada responsabilidad del cuidado de la Casa Común”.

Tras reflexionar sobre el mensaje del papa Francisco para la Jornada Mundial de la Paz, que la Iglesia celebra el 1° de enero, detalló algunos aniversarios significativos previstos para este años: los 430 años del acontecimiento del Tinkunaco; los 100 años del nacimiento de monseñor Angelelli, el próximo 17 de julio; y los 40 años de democracia ininterrumpida, el próximo mes de diciembre.

Monseñor Braida animó a “formar comunidades como las de los primeros cristianos, sencillas, orantes, en donde el centro era el amor y el servicio, que se nutrían de la Palabra y la Eucaristía. La fraternidad las distinguía, de tal modo que los demás decían de ellos “¡Miren cómo se aman!”. Se abrían a la participación y salían constantemente a la misión, aunque eso les costara el martirio. Así, la misión se hace vida y el anuncio del Evangelio se encarna en cada encuentro”.

“Que los beatos Enrique, Carlos, Gabriel y Wenceslao nos ayuden a caminar por esta tierra nicolasiana, como ellos lo hicieron, con fe firme y generosa entrega. ¡Bendiciones para todos y mucha paz!”.+