Mons. Díaz: "La primera vocación es la vocación a la santidad"

  • 11 de diciembre, 2022
  • Concepción (Tucumán) (AICA)
El obispo de Concepción celebró en Tucumán las fiestas patronales de la Inmaculada y llamó a "vivir en santidad, llenos de Gracia, cómo María"

Cada 8 de diciembre los fieles devotos de la Inmaculada Concepción se dan cita en la ciudad tucumana que lleva el nombre de la Virgen para agradecer, pedir, y expresarle su amor.

Este año, la celebración religiosa reunió a miles de fieles de las 22 parroquias y más de 300 lugares de culto de la diócesis. “Aproximadamente 50 mil personas participaron este año de la festividad”, calculó el jefe de la Unidad Regional Sur, Comisario General Julián Alonso Condori.

Las peregrinaciones al Santuario de la Inmaculada Concepción incluyeron rezos, reflexiones, catequesis, rosarios, misachicos y acompañamiento de agrupaciones gauchas. El objetivo fue llegar a "la meca" en Concepción, con cientos de imágenes provenientes de las distintas comunidades diocesanas.

Alrededor de 160 imágenes de la Virgen María, de Jesús y de diversas devociones acompañaron en procesión a la Inmaculada. La peregrinación concluyó con un homenaje de las agrupaciones gauchas, que pasaron frente a Nuestra Señora haciendo una reverencia.

Antes de la misa central, se realizó un encuentro con autoridades provinciales y locales que organizo la Acción Católica Argentina junto al obispado en pos del bien común y la amistad social.

El obispo de Concepción, monseñor José Antonio Díaz, presidió la celebración eucarística en la catedral, de la que también participaron los párrocos de las 22 parroquias junto a sus comunidades.

“Es momento de reconocernos que somos un pueblo que camina, un pueblo bajo el manto de María. Un pueblo que, como ella y con ella, profesa su fe en Jesucristo”, comenzó su homilía el prelado, y recordó a los fieles “que la primera vocación es la vocación a la santidad”.

Sin embargo, advirtió que hay “un obstáculo en ese camino de identificación con Jesús, y es el pecado”, lo que significa que “yo estoy oscurecido, no resplandeciente, como la Gracia en el caso de María”.

“Quiero resaltar que esa oscuridad del pecado en lugar de llevarnos por el camino de la felicidad, de la dicha y de la plenitud, más bien frustra los proyectos de Dios y también nos frustra en nuestro anhelo de dicha y de felicidad”, explicó.

Haciendo alusión a las palabras de Benedicto XVI cuando aún era cardenal, monseñor Díaz alertó sobre “ese gris pragmatismo, en el que todo pareciera que va bien pero en el fondo todo va degenerando en mezquindad, sin darnos cuenta vamos perdiendo la conciencia del pecado”.

“La costumbre hace que vamos perdiendo el sentido de la gravedad del pecado, perdemos la referencia a Dios. Y cuando esto sucede perdemos también el sentido de la vida”.

El obispo de Concepción destacó que “en el fondo ya nos hemos olvidado de que las consecuencias del pecado son graves, que las consecuencias del pecado generan rupturas no solo con Dios sino también con los hermanos”.

“La respuesta a esa situación no son planes económicos y tampoco leyes que regulen mejor nuestra convivencia civil, sino un corazón renovado lleno de Dios”, subrayó. “La dicha que tiene un cristiano de ser hijo de Dios, lleno de Gracia como María en estado de santidad, ilumina su entorno”.

Al concluir su homilía, el prelado indicó que “la respuesta que nosotros tenemos para dar a la crisis, a la corrupción, al desorden, es justamente la búsqueda de una vida santa”, al tiempo que llamó a “no tenerle miedo a esta palabra porque en realidad ese es el proyecto que Dios tiene para nosotros: vivir en santidad, llenos de gracia como María.” +