Mensaje de la Pastoral Social de Neuquén por la VI Jornada Mundial de los Pobres

  • 12 de noviembre, 2022
  • Neuquén (AICA)
Ir al encuentro de las "periferias existenciales, en particular la de los pobres", permitiendo que Dios "tenga la soberanía sobre nosotros", porque "nuestra seguridad está en Él, no en las riquezas".

La Pastoral Social de la diócesis de Neuquén compartió un mensaje a la comunidad con motivo de la VI Jornada Mundial de los Pobres, que se celebrará mundialmente el domingo 13.

En ese sentido, desde dicho organismo recordaron que el Papa Francisco instituyó esta jornada, para que “reaccionemos ante la cultura del descarte y del derroche, haciendo nuestra la cultura del encuentro. De ese encuentro con las periferias existenciales, en particular la de los pobres. No sólo los pobres de bienes, sino también los pobres de espíritu".

Asimismo, se agregó en el comunicado: “Somos invitados a reflexionar sobre el valor que tiene el dinero para nosotros. ¿Por qué podemos deslumbrarnos con la riqueza? Porque en nuestra debilidad buscamos la seguridad y el control en las cosas materiales. Por eso, como dice el Papa, hay una paradoja: ‘hay una pobreza que enriquece’ ”. 

“Esa pobreza consiste en dejar que sea Dios quien tenga la soberanía sobre nosotros. Nuestra seguridad está en Dios y no en las riquezas. Eso nos hace libres para amar, para dar y darnos a los demás. Por eso, una provincia rica como la nuestra, podría terminar siendo pobre a los ojos de Dios. Si no distribuye con justicia social su riqueza, permitiendo que todos vivamos con dignidad, ¿cómo la vería Dios?”, continuaron.

En la misma sintonía, desde la Pastoral Social señalaron también: “Compartamos la riqueza del espíritu con nuestros hermanos, no sólo los bienes".

Finalmente, animaron a la comunidad diocesana a inspirarse en la vida y obra del beato Ceferino Namuncurá,“que manifestó esa vocación de servicio, esa voluntad indeclinable, en una sencilla premisa: ‘quiero ser útil a mi pueblo’. Demos testimonio para que otros puedan creer en el Evangelio”.

Texto del mensaje
El Papa Francisco instituyó esta jornada para que reaccionemos ante la cultura del descarte y del derroche, haciendo nuestra la cultura del encuentro. De ese encuentro con las periferias existenciales, en particular la de los pobres. No sólo los pobres de bienes, sino también los pobres de espíritu y aquellos que tienen hambre y sed de justicia.

Somos invitados a reflexionar sobre el valor que tiene el dinero para nosotros. ¿Por qué podemos deslumbrarnos con la riqueza? Porque en nuestra debilidad buscamos la seguridad y el control en las cosas materiales. Por eso, como dice el Papa, hay una paradoja: “hay una pobreza que enriquece”. Esa pobreza consiste en dejar que sea Dios quien tenga la soberanía sobre nosotros. Nuestra seguridad está en Dios y no en las riquezas. Eso nos hace libres para amar, para dar y darnos a los demás. Por eso una provincia rica como la nuestra, podría terminar siendo pobre a los ojos de Dios. Si no distribuye con justicia social su riqueza, permitiendo que todos vivamos con dignidad, ¿cómo la vería Dios?

Compartamos la riqueza del espíritu con nuestros hermanos, no sólo los bienes. Esa felicidad cristiana que tan bien nos ilustra San Pablo: “Yo sé vivir en las privaciones como en la abundancia; estoy hecho absolutamente a todo, a la saciedad como al hambre, a tener de sobra como a no tener nada. Yo lo puedo todo en aquél que me conforta” (Flp. 4, 12-13).

Así, libres de la esclavitud de las cosas, con la pobreza de Jesús que nos libera y nos hace felices, nos desprende de las cosas, nos da compasión y actitud en salida; con la apertura a cultivar el espíritu y no caer en las debilidades de la carne. Hoy, ¿qué acción concreta podemos llevar adelante, para aliviar las muchísimas injusticias que recaen sobre los pobres? ¿Conozco las necesidades de mi pueblo? ¿Qué necesitan los pobres más cercanos a mi hogar?

Acerquémonos y preguntemos: ¿Ustedes necesitan algo? ¿Les puedo ser útil? No llevemos la ropa que nos sobra o el paquete de fideos que compramos de más -que quizás no necesitan-. ¿Tenemos algún hermano que pueda acompañarnos a hacer esa pregunta? Vayamos de dos en dos, como miembros de nuestra comunidad, al encuentro de nuestros hermanos, para favorecer la economía solidaria que contempla el destino universal de los bienes y la obligación cristiana de no dejar a nadie atrás.

Inspirémonos en Ceferino que manifestó esa vocación de servicio, esa voluntad indeclinable, en una sencilla premisa: “quiero ser útil a mi pueblo”. Demos testimonio para que otros puedan creer en el evangelio. Pongamos nuestros peces y panes para que el Señor obre milagros.

Pastoral Social de la Iglesia Católica del Neuquén
Neuquén, 10 de noviembre de 2022.+