Benedicto XVI: El Concilio resultó ser no sólo significativo, sino necesario

  • 23 de octubre, 2022
  • Ciudad del Vaticano (AICA)
Carta del Papa emérito al presidente de la Universidad Franciscana de Steubenville (EE.UU.), con motivo del Simposio Internacional sobre la Eclesiología de Ratzinger.

No fue fácil "organizar las ideas y las cuestiones en el conjunto de una declaración conciliar y dar así a la Iglesia una dirección para su camino posterior", escribe Benedicto XVI, de 95 años, en una carta al padre Dave Pivonka, presidente de la Universidad Franciscana de Steubenville (Estados Unidos), con motivo del simposio organizado sobre la eclesiología de Ratzinger.

El papa emérito subraya en su misiva que la "fuerza positiva" del Concilio Vaticano II está emergiendo lentamente "bajo la conciencia de una necesidad de reformular la cuestión de la naturaleza y la misión de la Iglesia".

"Cuando comencé a estudiar teología en enero de 1946 -escribe Benedicto XVI- nadie pensaba en un Concilio Ecuménico. Cuando el papa Juan XXIII lo anunció, para sorpresa de todos, había muchas dudas sobre si tendría sentido, es más, si sería posible en absoluto, organizar las ideas y las cuestiones en el conjunto de una declaración conciliar y dar así a la Iglesia una dirección para su camino posterior. En realidad, un nuevo concilio resultó ser no sólo significativo, sino necesario.

Por primera vez, la cuestión de una teología de las religiones se mostró en su radicalidad. "Lo mismo ocurre con la relación entre la fe y el mundo de la mera razón. Ambos temas no se habían previsto antes de esta manera. Esto explica que el Vaticano II amenazara al principio con desestabilizar y sacudir a la Iglesia más que con darle una nueva claridad para su misión. Entretanto, la necesidad de reformular la cuestión de la naturaleza y la misión de la Iglesia se ha ido haciendo patente. De este modo, la fuerza positiva del Concilio también está emergiendo lentamente. Mi propio trabajo eclesiológico estuvo marcado por la nueva situación que se planteó para la Iglesia en Alemania tras el final de la Primera Guerra Mundial".

Un Concilio necesario
Benedicto XVI explica así que en esta corriente escribió su disertación doctoral sobre el tema de “Pueblo y casa de Dios en la Doctrina de la Iglesia de Agustín”, iniciado en los años 50, que cristalizó en el Concilio Vaticano II, del que este año se cumplieron seis décadas, y en el que participó como experto. Para el papa emérito, este acontecimiento, aunque provocó "muchas dudas", resultó ser "no sólo útil, sino necesario".

A su juicio, al abordar de forma "radical" las nuevas cuestiones de la teología de las religiones o el vínculo entre fe y racionalidad, el Vaticano II "amenazó con desestabilizar y sacudir a la Iglesia más que con darle una nueva claridad para su misión". Sin embargo, Benedicto XVI cree que ahora "la fuerza positiva del Concilio está emergiendo lentamente" con la conciencia de una "necesidad de reformular la cuestión de la naturaleza y la misión de la Iglesia".

“Si hasta ahora la eclesiología había sido tratada esencialmente en términos institucionales, la dimensión espiritual más amplia del concepto de Iglesia ahora se percibía con alegría”.

"Al mismo tiempo -escribió- el concepto de la Iglesia como el Cuerpo Místico de Cristo estaba siendo reconsiderado críticamente".

Benedicto XVI señaló que “la completa espiritualización del concepto de Iglesia, por su parte, pierde el realismo de la fe y de sus instituciones en el mundo”, y añadió que “en el Concilio Vaticano II, la cuestión de la Iglesia en el mundo se convirtió finalmente en el verdadero problema central”.+