Mons. Buenanueva: "El corazón que se abre a Dios, se libera para la verdadera riqueza"

  • 21 de septiembre, 2022
  • San Francisco (Córdoba) (AICA)
Con el título "El dinero de la injusticia", el obispo de San Francisco, monseñor Sergio Osvaldo Buenanueva, reflexionó sobre el Evangelio del domingo 18 de septiembre.

“Pero yo les digo: Gánense amigos con el dinero de la injusticia, para que el día en que este les falte, ellos los reciban en las moradas eternas". Con esta cita del Evangelio, el obispo de San Francisco, monseñor Sergio Osvaldo Buenanueva, comenzó su reflexión dominical publicada en el periódico "La Voz de San Justo".

En su columna, titulada "El dinero de la injusticia", el obispo consideró que "si san Lucas escribiera hoy su Evangelio, en la Argentina diríamos que es 'pobrista'. De los cuatro evangelistas es el que más insiste en la relación entre la riqueza, los pobres y el seguimiento de Cristo", señaló.

"Vivimos en un mundo injusto y el dinero, poco o mucho, siempre llega a nosotros manchado por demasiado sufrimiento. Jesús es realista. Se aleja de soluciones radicalizadas: o hacer la revolución ('arriba los de abajo') o identificar la riqueza con la bendición divina ('pare de sufrir'). Tampoco alienta una cómoda resignación", describió.

"Con humanísimo sentido común, Jesús apunta al corazón no a las riquezas. De ahí su advertencia: 'No se puede servir a Dios y al dinero (‘Mammón’)'. En realidad, la alternativa es entre su Padre y el dios 'Mammón' de la avaricia. La pregunta que deja picando suena así: al final del día, ¿a quién le he entregado mi corazón? ¿A quién he adorado realmente?", advirtió el obispo.

"El dinero, convertido en dios, desata la tormenta de la avaricia, nos seca por dentro y nos deshumaniza. En cambio, el corazón que se abre a Dios, se libera para la verdadera riqueza: los vínculos que nos hacen mejores personas (Dios y los demás)". "Y, con esa libertad, usa incluso el 'dinero injusto' para hacer el bien, especialmente a los más pobres. Esos son los 'amigos' que nos abrirán las puertas del cielo. Cuando esa libertad echa raíces en el corazón, cambia también eficazmente nuestro mundo injusto", observó.

Como conclusión, el prelado elevó la siguiente plegaria: “Señor Jesús: enseñanos a ser hábiles como el administrador de tu parábola. Que aprendamos a gestionar nuestra vida, acertando con el Bien que nos hace buenos. Amén".+