Gorbachov, el líder de la URSS que retomó relaciones con el Vaticano después de 70 años

  • 31 de agosto, 2022
  • Roma (Italia) (AICA)
El 1 de diciembre de 1989 el dirigente soviético -fallecido ayer- fue recibido por el papa san Juan Pablo II, poniéndose fin a 70 años de ruptura diplomática.

Mijail Gorbachov, el último líder de la Unión Soviética, falleció anoche, a los 91 años, en el Hospital Clínico Central de Moscú, donde estaba internado debido a una larga enfermedad. Nacido en 1931, fue una de las figuras más destacadas de finales del siglo XX, protagonista de la perestroika y la glasnost, premio Nobel de la Paz. En 1989 tuvo un histórico encuentro con Juan Pablo II

Su labor al frente del comunismo de la URSS está siendo reconocida a raíz de su fallecimiento gracias a sus políticas reformistas que llevó al final del imperio soviético. Además, durante su mandato se produjeron algunos hitos y fotografías para la historia, más allá de la caída del Muro de Berlín.

Uno de esos hitos históricos fue el encuentro de Gorbachov con el papa san Juan Pablo II en el Vaticano tras más de setenta años sin relaciones diplomáticas. Y es que desde que estallara la Revolución Rusa en 1917, no se había producido un encuentro entre un dirigente del país del este europeo y un obispo de Roma. Todo cambió el 1 de diciembre de 1989, apenas dos semanas antes de la caída del Muro.

La entrevista entre ambos líderes suscitó el interés internacional, máxime por el papel de Karol Wojtyla en la lucha contra el régimen soviético. 

La entrevista entre Gorbachov y el Papa polaco se prolongó por un periodo de una hora en la gran sala del Trono. Fue el tiempo que se tardó en restablecer las relaciones perdidas setenta años antes. Junto al dirigente de la URSS se encontraba su esposa Raisa.

Tras la reunión, Gorbachov invitó a Juan Pablo II a visitar Rusia y anunció la promulgación de una ley que permitiría la libertad religiosa en el imperio. El Papa por su parte mostró apoyo decidido a las reformas que representaba la Perestroika.

El discurso de Juan Pablo II tras la reunión con Gorbachov
Tras el encuentro con el mandatario ruso, el pontífice polaco mostró su gratitud por la visita, que Karol Wojtyla no dudó en ensalzar por tratarse de “un acontecimiento importante en la historia de las relaciones de la Unión Soviética con la Sede Apostólica, y como tal es considerada con profundo interés por los católicos del mundo entero, así como por todos los hombres de buena voluntad”.

En este sentido, mostró el interés de la Santa Sede por las medidas reformistas que había puesto en marcha Gorbachov para favorecer “toda iniciativa que sirva para proteger y armonizar mejor los derechos y los deberes de la persona y de los pueblos con el fin de salvaguardar la paz en Europa y en el mundo”.

Juan Pablo II mostraba en su alocución la esperanza en que el encuentro entre ambos constituyera “una semilla cargada de promesas para el futuro, pues nos permite mirar con mayor confianza el porvenir de las comunidades de los creyentes en la Unión Soviética”, expresó aquel 1 de diciembre de 1989, donde además lamentó la persecución religiosa que millones de ciudadanos sufrieron “por causa de su fe”.

El Santo Padre hacía referencia a la ley de libertad religiosa que Gorbachov había anunciado que implementaría en el imperio tras décadas de persecuciones: 

“En este momento hago mía la espera de millones de conciudadanos suyos de que la ley sobre la libertad de conciencia, que pronto se discutirá en el Soviet Supremo, contribuya a garantizar a todos los creyentes el pleno ejercicio del derecho a la libertad religiosa, que es fundamento de las demás libertades. Mi pensamiento va particularmente a los cristianos que viven en la Unión Soviética, en plena comunión con la Sede Apostólica”.

“En un clima de recuperada libertad, los católicos podrán así colaborar adecuadamente con los hermanos de la Iglesia Ortodoxa, tan cercanos a nosotros, puesto que con ellos tenemos un patrimonio común y con ellos queremos trabajar en un renovado empeño ecuménico para anunciar el Evangelio de Cristo a las nuevas generaciones y para colaborar juntos en el vasto campo de la promoción humana, en espera de reconstruir la unidad querida por Cristo para su Iglesia”.

Además de la libertad religiosa, Juan Pablo II hizo alusión al contexto internacional que rodeaba aquella histórica cita, como es trabajar en favor de la paz y de la colaboración en el mundo, así como romper la división en dos bloques que desde el final de la Segunda Guerra Mundial imperaba.

“Al final del segundo milenio de la Era Cristiana, la Iglesia se dirige a todos los que se preocupan de la suerte de la humanidad, para que se unan en un compromiso común por la elevación material y espiritual. Esa preocupación por el hombre no sólo puede llevar a la superación de las tensiones internacionales y al fin del enfrentamiento entre los bloques, sino que también puede favorecer el nacimiento de una solidaridad universal sobre todo con respecto a los países en vías de desarrollo”.+