Episcopado brasileño envía carta de unidad y solidaridad con la Iglesia en Nicaragua

  • 18 de agosto, 2022
  • Brasilia (Brasil) (AICA)
La Conferencia de Obispos Católicos de Brasil (CNBB) publicó un mensaje expresando su fraternidad a los nicaragüenses con motivo de la hostilidad del gobierno a la Iglesia.

“Nos sentimos profundamente unidos a nuestros hermanos obispos y a todo el pueblo nicaragüense”, expresó la Presidencia de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB) en una carta enviada al obispo de Jinotega y presidente de la Conferencia Episcopal de Nicaragua, monseñor Carlos Enrique Herrera Gutiérrez.

“Clamamos al Buen Dios para que se alcance la paz y la justicia”, dicen los obispos brasileños ante “los acontecimientos que han marcado la vida de la Iglesia en Nicaragua”.

En las últimas semanas, el gobierno sandinista de Nicaragua detuvo a tres sacerdotes; mantiene en la curia diocesana al obispo de la diócesis de Matagalpa, monseñor Rolando Álvarez; cerró ocho estaciones de radio vinculadas a la Iglesia y expulsó del país a las Misioneras de la Caridad de la Madre Teresa. También hay informes de ataques y destrucción de imágenes y símbolos religiosos católicos.

El Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam) y otras conferencias episcopales del continente también expresaron su solidaridad con la Iglesia y el pueblo de Nicaragua, con oraciones por la paz. 

Las palabras de San Pablo a los Corintios: “Si un miembro del cuerpo sufre, todo el cuerpo sufre igualmente”, son recordadas en el comunicado de los obispos brasileños que manifiestan: “Acompañamos con tristeza y preocupación los acontecimientos que han marcado la vida de la Iglesia en Nicaragua. Nos sentimos profundamente unidos a los hermanos obispos y a todo el pueblo nicaragüense”, afirman en el texto. 

La nota de solidaridad está suscripta por monseñor Walmor Oliveira de Azevedo, arzobispo de Belo Horizonte y presidente del Episcopado; monseñor Jaime Spengler, arzobispo de Porto Alegre y primer vicepresidente de la CNBB; monseñor Mário António da Silva, arzobispo de Cuiabá y segundo vicepresidente, y por monseñor Joel Portella Amado, obispo auxiliar de la arquidiócesis de San Sebastián de Río de Janeiro.+