"La corrupción y el crimen organizado amenazan a Paraguay", advirtió un arzobispo

  • 17 de agosto, 2022
  • Asunción (Paraguay) (AICA)
El arzobispo de Asunción, monseñor Adalberto Martínez pidió al Ministerio Público y al Poder Judicial que investiguen y eviten la impunidad de los delitos.

El arzobispo de Asunción, monseñor Adalberto Martínez, presidió el 15 de agosto, la misa en la solemnidad de la Asunción de la Virgen que coincide con el aniversario 485° de la fundación de la ciudad de Asunción, en Paraguay. El arzobispo advirtió que “la corrupción y el crimen organizado amenazan la institucionalidad de Paraguay”, por lo que llamó al Ministerio Público y al Poder Judicial a investigar e impartir justicia.

El prelado destacó algunas situaciones “que oprimen a los humildes y a los pobres y que son causa de tristezas y angustias de nuestro pueblo, y por ello están en el centro de la preocupación pastoral de la Iglesia. Desde el corazón del Evangelio, reconocemos la íntima conexión entre evangelización y promoción humana integral”.

Y subrayó que “la fuente y referencia de los graves problemas que padecemos en la sociedad nacional es la quiebra de los valores morales. Esto significa la pérdida del horizonte moral en la mayoría de nuestros conciudadanos que, ya sea por acción o por omisión, contribuye o tolera la corrupción, que es como la gangrena que va enfermando el cuerpo social y priva de una vida digna y plena a los pobres al desviar los recursos que se necesitan para atender sus necesidades básicas de salud, educación, tierra, techo y trabajo, entre otras”.

“Al estado de corrupción pública y privada, agregó el prelado, se suma en nuestro tiempo la acción del crimen organizado en sus diversas vertientes: tráfico de drogas ilícitas, tráfico de personas, lavado de dinero, entre otros males actuales que, si no reaccionamos como Iglesia y como sociedad, terminarán aniquilando la institucionalidad de la república”, dijo monseñor Martínez.

En su homilía, el futuro cardenal definió la corrupción como “la gangrena que va enfermando el cuerpo social y priva de una vida digna y plena a los pobres”.

Por ello, llamó a las autoridades, en particular a la Fiscalía y al poder Judicial, a perseguir este delito y evitar la impunidad, e indicó que la ciudadanía debe también ser consciente de sus derechos y de sus obligaciones.

El arzobispo pidió honrar la memoria de “algunos valientes y ejemplares operadores de justicia” como el fiscal Marcelo Pecci, de quien dijo luchó y resistió “el maléfico pecado del crimen organizado hasta derramar su sangre”.

Pérdida de valores morales
El arzobispo advirtió que “no es sólo una sucesión de desórdenes, actos delictuosos y acción criminal, sino en definitiva es la destrucción del hombre mismo, de la persona humana, la única portadora de los valores morales”.

Y añadió: “Ante esta situación de pérdida de los valores morales y en la pública incoherencia entre la vida de los bautizados y la fe en Cristo, la Iglesia tiene su cuota de responsabilidad. Esta grieta entre la fe y la vida de muchos bautizados evidencia que los valores del Evangelio no han permeado los criterios de juicio y la conciencia de los bautizados. Reconocemos con humildad que nuestra evangelización ha sido insuficiente o deficiente”. 

“Frente a esta realidad, dijo el arzobispo de Asunción, nos corresponde pedir humildemente perdón, y perdón también por los daños y heridas causadas por miembros de la Iglesia a las personas más vulnerables quienes se han encomendado a nuestro cuidado y a quienes se les ha traicionado en su inocencia. Hacemos el firme propósito de una profunda conversión eclesial y pastoral para revertir y prevenir estas dolorosas e incoherentes situaciones para cumplir con fidelidad nuestra misión como Iglesia y sociedad desde los valores del Reino de Dios”.

El protagonismo de los laicos
Monseñor Martínez convocó a los laicos a asumir su protagonismo y que asuman su misión “de ser fermento del Evangelio en la sociedad, podemos impulsar un proyecto, una campaña valiente para la recuperación y reconstrucción del tejido social y moral de la nación; para el logro de este objetivo, es central la misión de la familia. En efecto, en la familia, que es la Iglesia doméstica, se viven y se transmiten los valores humanos y cristianos. Es el primer y fundamental espacio para el cuidado y educación del cuerpo y del espíritu; en su seno se inicia la vida y se la cuida en todas sus etapas; allí nacen y crecen varones y mujeres creados a imagen y semejanza de Dios”. 

“La familia -señaló- es la fuente donde se nutre y se vive la fe y el impulso misionero; es la cuna en la que nacen las vocaciones cristianas. La familia es un tesoro, patrimonio de la sociedad y de la humanidad, por ello requiere la máxima atención y cuidado, desde la Iglesia y desde el Estado”.

Y advirtió que “el saneamiento moral de nuestras instituciones no será posible ni viable si los órganos encargados de perseguir la corrupción y evitar la impunidad de los corruptos no cumplen a cabalidad su función constitucional”, de ahí su exhortación a “los cristianos que ocupan cargos de responsabilidad en la función pública, en especial a los que tienen la función de investigar e impartir justicia en el Ministerio Público y en el Poder Judicial, que revisen si su actuación y sus decisiones son coherentes con sus convicciones religiosas y ciudadanas”.

María como modelo
Al destacar la importancia de la solemnidad mariana que estaban celebrando, el arzobispo paraguayo invitó a tener a María como modelo. “Como ella, pongámonos en camino para ir a ayudar a los que nos necesitan. Ella llevaba a Jesús en sus entrañas y no se quedó en casa, atemorizada para que no le pase nada malo, sino que, empujada por el fruto que se iba tejiendo en su seno, ella se levantó con prontitud y subió en las montañas hacia la ciudad de Judá para ayudar a su prima Isabel".

"El arzobispo de Asunción destaca cómo María "nos da el ejemplo para que no retengamos a Jesús en la seguridad de los templos o en la intimidad de nuestras conciencias, no lo guardemos solo para nosotros por miedo a que la Iglesia se estropee, en una actitud de autopreservación. María nos impulsa a llevar a Jesús a todas partes”, aseveró.

Como María, alegrémonos de un Dios que muestra su fuerza y su poder en los sencillos y los humildes; demos gracias a este Dios que transforma nuestros esquemas para que seamos humanos y nos humanicemos de verdad; pongamos nuestra confianza en Dios que siempre es fiel a su promesa de amor y de vida. Por tanto, nuestro lugar es al lado de los humildes y de los pobres, trabajemos y luchemos, en comunión y concordia entre todos, por una sociedad más solidaria; seamos testigos de una vida que vale la pena vivir”.

“Que en nuestra vida cotidiana -concluyó el arzobispo su homilía- sepamos sembrar semillas de esperanza y contagiemos la alegría de vivir. Miremos el cielo, pero con los pies en la tierra. Junto con María, en esta Solemnidad de la Asunción, glorifiquemos a Dios con el testimonio de nuestra vida. Salve Señora de la Asunción, gloriosa fundadora de nuestra gran nación”.+