Mons. Buenanueva llamó a ser artesanos de la paz

  • 7 de julio, 2022
  • San Francisco (Córdoba) (AICA)
El obispo de San Francisco, monseñor Sergio Osvaldo Buenanueva, compartió con los fieles su reflexión sobre el Evangelio del domingo.

En su tradicional columna en el periódico “La Voz de San Justo”, el obispo de San Francisco, monseñor Sergio Osvaldo Buenanueva, reflexionó sobre el Evangelio con el título “Artesanos de paz”.

El prelado comenzó su reflexión citando el Evangelio de Lucas: “Al entrar en una casa, digan primero: «¡Que descienda la paz sobre esta casa!». Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes”.

“Un saludo cotidiano (¡Shalom!: ¡Paz!) se convierte en expresión elocuente de la misión de Jesús que continúa en sus discípulos: ser portadores de la Paz”, afirmó.

“Una Paz que está llamada a echar raíces en cada hogar. Porque la Paz de Cristo crece desde abajo: de los corazones pasa a los vínculos más cercanos y, de allí, se difunde por doquier. Entonces, el don de la Paz miraba a reunir a quienes se percibían como irremediablemente alejados: los fariseos y los publicanos, los judíos y los samaritanos, los justos y los pecadores”, detalló.

Al respecto, y con la mirada en la actualidad, planteó: “¿Qué distancias tienen hoy que acortarse? ¿Qué adversarios reconciliarse? ¿A quién tengo que tender la mano?  ¿Por dónde debe circular la Paz del Evangelio, aquí y ahora?”

“Son buenas preguntas para hacernos en este tiempo y en este mundo nuestros, amenazados hoy por una guerra que, en cualquier momento, puede convertirse en global”, lamentó.

“’Paz’ es otro nombre para hablar de Dios y su reino. Es el nombre de Dios, el Padre de Jesús y, en Él, de todos los hombres y mujeres del mundo”, añadió.

Finalmente, rezó: “Señor Jesús: Vos viniste a nosotros como artesano de la Paz. Es la Paz que compartís con el Padre y el Santo Espíritu en la comunión trinitaria. En ocasiones, parece escabullirse de nuestras manos. Sin embargo, seguís viniendo y haciendo germinar su semilla en los corazones que se desarman de prejuicios, odios y resentimientos para vivir la fraternidad. Los obreros de la Paz parecen pocos y frágiles. Por eso, te suplicamos: danos tu Espíritu y hacé de nosotros instrumentos de tu Paz. Amén”.+