Santo Domingo de Guzmán fue un hombre de oración, dijo el Papa

  • 8 de agosto, 2012
  • Castelgandolfo (Italia)
"Santo Domingo fue un hombre de oración. Enamorado de Dios no tuvo otra aspiración que la salvación de las almas, imitador de Cristo, encarnó radicalmente los tres consejos evangélicos uniendo a la proclamación de la Palabra el testimonio de una vida pobre. Bajo la guía del Espíritu Santo, avanzó en el camino de la perfección cristiana. En cada momento, la oración fue la fuerza que renovó e hizo siempre más fecundas sus obras apostólicas", expresó hoy Benedicto XVI, en el marco de la Audiencia general celebrada en el palacio apostólico de Castelgandolfo, donde centró su reflexión en la figura litúrgica del día, Santo Domingo de Guzmán.
"Hoy la Iglesia celebra la memoria de santo Domingo de Guzmán, sacerdote y fundador de la Orden de los Predicadores, llamados dominicos", así comenzó su catequesis el Santo Padre Benedicto XVI quien centró en él, su reflexión semanal, durante la audiencia general celebrada hoy en el palacio apostólico de Castelgandolfo. "Hoy quisiera ?dio el Papa-, sacar a la luz un aspecto esencial de su espiritualidad: su vida de oración. Santo Domingo fue un hombre de oración. Enamorado de Dios no tuvo otra aspiración que la salvación de las almas, en particular aquellas caídas en las redes de la herejía de su tiempo; imitador de Cristo, encarnó radicalmente los tres consejos evangélicos uniendo a la proclamación de la Palabra el testimonio de una vida pobre. Bajo la guía del Espíritu Santo, avanzó en el camino de la perfección cristiana. En cada momento, la oración fue la fuerza que renovó e hizo siempre más fecundas sus obras apostólicas. Apoyados en las palabras que escribió el beato Jordán de Sajonia, sucesor de Santo Domingo en la dirección de la Orden: "Durante el día, ninguno más que él se mostraba sociable? lo contrario de noche, nadie era más dispuesto que él para velar en oración. El día lo dedicaba al prójimo, pero la noche la daba a Dios", el Papa dijo que "en Santo Domingo podemos ver un ejemplo de integración armoniosa entre contemplación de los misterios divinos y actividad apostólica. Seguidamente el Santo Padre recordó el libro, escrito entre 1260 y 1228, llamado: "Las nuevas maneras de orar de Santo Domingo". Este libro dijo el Papa nos ayuda a comprender algo de la vida interior del Santo y nos ayuda a aprender algo sobre el modo de orar. Y explicó el Pontífice que "nueve son los modos de rezar que tenía el santo y cada uno de ellos lo realizaba siempre delante de Jesús Crucificado, y expresan una postura corporal y espiritual que, íntimamente compenetradas, favorecen el recogimiento contemplativo y el fervor". Los describió de este modo: "Los primeros siete modos siguen una línea ascendente, como los pasos de un camino, hacia la comunión con Dios: Santo Domingo reza de pie inclinado para expresar la humildad; tendido en el suelo para pedir perdón por sus pecados; de rodillas haciendo penitencia para participar en los sufrimientos del Señor; con los brazos abiertos mirando el crucifijo para contemplar el Amor Supremo; con la mirada al cielo, sintiéndose atraído hacia el mundo de Dios". "Los dos últimos modos de rezar, corresponden a dos prácticas de piedad vividas habitualmente por el Santo. En primer lugar la meditación personal, donde la oración adquiere una dimensión aún más íntima, ferviente y serena. Al final de la recitación de la Liturgia de las Horas, y después de la celebración de la Misa, Santo Domingo prolongaba la conversación con Dios, sin establecer un límite de tiempo. Sentado tranquilamente, se recogía en sí mismo en una actitud de escucha, leyendo un libro o mirando al Crucifijo. Vivía tan intensamente estos momentos de relación con Dios que exteriormente se podían apreciar sus reacción de alegría o de llanto". Y después, añadió el Papa, practicaba la oración durante el viaje entre un convento y otro; rezaba las laudes, la Hora Media, las Vísperas con los compañeros, y, cruzando los valles y las colinas, contemplaba la belleza de la creación. Entonces brotaba de su corazón un himno de alabanza y acción de gracias a Dios por tantos dones, especialmente por la más grande de las maravillas: la redención obrada por Cristo". "Queridos amigos, finalizó el Santo Padre, santo Domingo nos recuerda que en el origen del testimonio de fe, que debemos dar, está la oración; sólo una relación real con Dios nos da la fuerza para vivir intensamente todos los acontecimientos, especialmente los más dolorosos". "Encontremos momentos cada día para orar con tranquilidad; será también una manera de ayudar a los que nos rodean para entrar en el círculo luminoso de la presencia de Dios, que trae la paz y el amor que todos necesitamos. +