Fiesta patria: Los obispos paraguayos alientan a "hacer posible la Patria soñada"

  • 17 de mayo, 2022
  • Asunción (Paraguay) (AICA)
Sobre "un proyecto país basado sobre la dignificación de la persona humana y el bien común, con una política nacional solidaria y fraterna", señalan con motivo del 211º aniversario de la Independencia

Hacer posible la Patria Soñada es el deseo que expresa el arzobispo de Asunción y presidente del episcopado paraguayo (CEP), monseñor Adalberto Martínez Flores, con motivo del 211º aniversario de la Independencia Nacional, celebrada el 15 de mayo. Un largo mensaje en el que denuncia la situación del país y que inicia con una referencia al pedido que Jesús hace en el Evangelio: “Ámense unos a otros como yo los he amado; y por este amor reconocerán que ustedes son mis discípulos”. 

“La Independencia patria no será completa ni será posible sin este amor entre hermanos paraguayos similar al ejemplo de Jesús” escribe monseñor Martínez Flores. Recordando que alrededor del 90% de la población se declara cristiana, el arzobispo subraya que “la realidad social y política del Paraguay nos interpela como cristianos”, ya que el país está marcado por la violencia en sus múltiples formas, la emigración, la pobreza, la corrupción y la impunidad”. 

“Las instituciones democráticas son débiles; la presencia y la acción del narcotráfico y del crimen organizado es cada vez mayor”, prosigue, subrayando que “un Paraguay así, duele mucho, y lo somete a múltiples cadenas que lo mantienen cautivo y la Patria Soñada puede convertirse en una pesadilla, la que requiere nuevos próceres patriotas para mantener y profundizar la gesta de la Independencia que recordamos hoy”. 

Monseñor Martínez Flores exhorta también “a todos los ciudadanos y a todos los habitantes en el territorio nacional, cualquiera sea su nacionalidad, a que no permitamos que nos roben la alegría ni la esperanza, y que asumamos los desafíos para que nazca un nuevo Paraguay”. 

Además de invitar a proponerse “horizontes que orienten nuestro caminar juntos, en sinodalidad, hacia un nuevo país, verdaderamente independiente, para la felicidad de nuestro pueblo”. Por medio del diálogo y el consenso, se puede diseñar un proyecto de nación: “el Paraguay que queremos y necesitamos”.

El presidente de la CEP subraya que pensar en un futuro distinto, exige una conversión profunda. Los cambios estructurales “comienzan con cambios en la mentalidad, en las actitudes y en las prácticas culturales que obstaculizan la realización del bien común”. 

A continuación afronta temas como: los juegos de poder económico y político en el escenario mundial que afectan profundamente al país; la corrupción, pública y privada, que no deja de dañar la confianza y de malgastar los recursos destinados a mejorar las condiciones de vida del pueblo, en especial de los sectores vulnerables, el campesinos e indígenas; la democracia debe ser fortalecida y las autoridades honestos servidores del bien común, gobernando en función de los derechos fundamentales; es necesario que se vea al otro como un hermano, incluso si piensa de una manera diferente. La sociedad se caracteriza por la diversidad en todos los ámbitos; la diversidad enriquece, la homogeneidad empobrece.

En el Paraguay varias instituciones del ámbito público se han declarado pro vida y pro familia. “Eso es muy bueno, pero insuficiente” pone de manifiesto el arzobispo, invitando a “traducir esa declaración de intenciones en gestos coherentes”, a cuidar a la familia, a nuestros niños, adolescentes y personas vulnerables de todo tipo de abusos. 

“La educación y la cultura son las claves para el desarrollo de las personas y de la sociedad” continúa, denunciando la pobreza de gran parte de la población a pesar de que el país produce suficientes alimentos para todos.

“Preocupan hondamente el desarrollo del crimen organizado, del narcotráfico y de grupos radicales” prosigue el arzobispo de Asunción, citando el brutal asesinato del fiscal Marcelo Daniel Pecci Albertini: “Este abominable crimen no debe ser considerado como un caso aislado, es una herida de muerte en el corazón de todos los paraguayos. La Iglesia sostiene que, para aumentar los niveles de la seguridad nacional, no se debe priorizar sólo, el aumento de las medidas legislativas o de las fuerzas del orden, sino de la atención adecuada a la población y de las condiciones de vida, salud, educación y trabajo”.

Por último, el presidente del episcopado paraguayo subraya que “no se puede construir la República, la Nación y la Patria sin ciudadanos íntegros”. 

El nuevo Paraguay, “la Patria Soñada debe tener como base un proyecto país basado sobre la dignificación de la persona humana y el bien común, con una política nacional solidaria y fraterna, más allá de las ideologías e intereses partidarios y de grupos de poder”, concluyó.+