A 15 años, el Celam destacó el impacto e impulso misionero de Aparecida

  • 13 de mayo, 2022
  • Bogotá (Celam) (AICA)
El presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano, Mons. Miguel Cabrejos, aseguró que misión, comunión, colegialidad y sinodalidad, son algunos de los frutos de aquella conferencia general regional.

Al cumplirse 15 años de la realización de la V Conferencia General del Episcopado de América Latina y el Caribe, en el santuario mariano brasileño de Nuestra Señora de Aparecida y que tuvo al hoy papa Francisco como uno de sus protagonistas, el presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam), monseñor Miguel Cabrejos (Trujillo - Perú) consideró que aquella asamblea fue "un hito en el caminar de la Iglesia" de la región. 

Para conmemorar este aniversario, ayer y hoy se desarrollaron una serie de actos en el santuario, entre ellos el Rosario que recuerda el que rezó en aquel momento el cardenal Jorge Bergoglio y del que el prelado peruano también fue partícipe.

"En aquel momento -señaló monseñor Cabrejos- pudimos constatar ‘cómo los obispos se sentían alentados, acompañados y en cierto sentido, inspirados por los miles de peregrinos que acudían cada día a confiar su vida a la Virgen’”. Algo que el papa Francisco, relator general del Documento de Aparecida, recordó en su visita al santuario en 2013 en el marco de la JMJ de Río.

Un documento, recalcó siguiendo con palabras del actual pontífice, que “nació precisamente de este tejido entre el trabajo de los Pastores y la fe sencilla de los peregrinos, bajo la protección materna de María”.

El presidente del Celam no dudó en definir Aparecida como “un gran momento para la Iglesia de este continente: un auténtico Kairós que generó un profundo impulso misionero”. En su opinión, “la dimensión misionera fue, ciertamente, uno de los ejes conductores de Aparecida, en continuidad con las cuatro conferencias generales que la precedieron”, teniendo como metodología “el ver-juzgar-actuar, y reafirmando la opción preferencial por los pobres y por el cuidado de la Creación”.

Citando el Documento, el presidente de la Conferencia Episcopal Peruana consideró que “la Iglesia necesita una fuerte conmoción que le impida instalarse en la comodidad, el estancamiento y en la tibieza, al margen del sufrimiento de los pobres del Continente”, apelando también a la conversión pastoral, para “que se pase de una pastoral de mera conservación a una pastoral decididamente misionera”.

Monseñor Cabrejos también recordó otros elementos destacados de Aparecida: ser discípulos misioneros y asumir la misión permanente como inaplazable. 

Todo ello desde un llamado a “encarnar y a revitalizar nuestros procesos pastorales en las más diversas latitudes y de cara a los ‘signos de los tiempos’, bajo el liderazgo y el fructífero aporte de nuestros hermanos en el episcopado, así como de miles de presbíteros, religiosas y religiosos, laicas y laicos de todos nuestros países”, insistió en destacar el presidente del Celam.

Fue un tiempo, destacó el prelado peruano, en que Aparecida “ha permeado la naturaleza misionera y sinodal de nuestra Iglesia en América Latina y el Caribe”, también del Celam. Un Documento que nutre el actual proceso sinodal, en el que se busca “la implementación de los desafíos pastorales que emergieron de la Asamblea Eclesial”, que se nutre en Aparecida, y sobre lo que monseñor Cabrejos afirma: “¡De ello no tenemos ninguna duda!”.

Misión, comunión, colegialidad y sinodalidad
El presidente del Celam llamó a “reafirmar nuestra identidad de discípulos misioneros, de ser una Iglesia en salida, sinodal y misericordiosa, de llevar la misión permanente a los nuevos areópagos de nuestra historia y a las fronteras geográficas y existenciales donde reconocemos los rostros sufrientes de Cristo, y de asumir con decisión la conversión pastoral permanente a partir de nuestro encuentro con Jesucristo”. Algo, sostuvo, que lleva a “fortalecer la misión, la comunión eclesial, la colegialidad y la sinodalidad”.

Desde ahí, “animados y enviados por Jesucristo, Camino, Verdad y Vida nos sentimos urgidos a asumir el Evangelio con coherencia y desborde, encarnando los valores del Reino y construyendo comunidades de vida que sean signos de evangelización y novedad, de profetismo y fidelidad al mandato misionero, para que en Jesucristo todos los pueblos tengan vida y vida en abundancia (cf. Jn 10,10)”, concluyó.

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