Francisco: "Huele a diablo cuando la liturgia es la bandera de la división"
- 7 de mayo, 2022
- Ciudad del Vaticano (AICA)
Audiencia del Santo Padre con los profesores, alumnos y exalumnos de Pontificio Instituto Litúrgico de San Anselmo de Roma, a 60 años de su fundación.
El papa Francisco recibió este sábado 7 de mayo al rector, decano, profesores, alumnos y exalumnos del Pontificio Instituto Litúrgico de San Anselmo con motivo del 60 aniversario de su fundación como instituto pontificio. El pontífice explicó que se creó “para responder a la creciente necesidad del Pueblo de Dios de participar más intensamente en la vida litúrgica de la Iglesia”.
“La liturgia, dijo el Papa, es fundamental en la vida cristiana, nos empuja al amor al prójimo y al diálogo y nos abre al espíritu ecuménico”
En su discurso el Santo Padre recordó la constitución Sacrosanctum Concilium -con la que el Vaticano II dio un impulso a la renovación de la vida litúrgica en la Iglesia- indicando tres dimensiones: la participación activa de los fieles, la comunión eclesial, animada en particular por la Eucaristía, y el impulso a la misión evangelizadora "que implica a los bautizados".
"El Pontificio Instituto Litúrgico está al servicio de esta triple necesidad”, afirmó el Papa. El estudio de la liturgia debe favorecer la vida litúrgica, fundamental en la vida del cristiano, esto significa "educar a las personas a entrar en el espíritu de la liturgia, para imbuirse de ella".
De ahí la primera indicación: “Quisiera decir que a San Anselmo le debe pasar esto: impregnarse del espíritu de la liturgia, sentir su misterio con asombro siempre nuevo. La liturgia no se posee, no es una profesión: la liturgia se aprende, la liturgia se celebra. Y uno participa activamente solo en la medida en que entra en este espíritu de celebración. No es una cuestión de ritos, es el misterio de Cristo. Todo esto, en su Instituto, debe ser meditado, asimilado, diría "respirado".
La tentación del formalismo litúrgico
El estudio de la liturgia, prosigue el Papa, nos hace crecer en la comunión eclesial porque se abre al otro "a lo más cercano y lo más lejano de la Iglesia, en común pertenencia a Cristo".
El pontífice advirtió sin embargo que hay tentaciones: “Quisiera subrayar el peligro, la tentación del formalismo litúrgico, de volver a las formas, a las formalidades más que a la realidad, que hoy vemos en estos movimientos un poco que intentan volver atrás y negar el Concilio Vaticano II: la celebración es recitación. Es una cosa sin vida, sin alegría”.
Al mismo tiempo advirtió el pontífice que la vida litúrgica debe “conducir a una mayor unidad eclesial, no a la división” y agregó: “Cuando la vida litúrgica es un poco la bandera de división, ahí está el olor del diablo, inmediatamente el engañador ‘No es posible adorar a Dios’ y al mismo tiempo hacer de la liturgia un campo de batalla de cuestiones que no son esenciales, sí: de cuestiones superadas y de posicionarse, desde la liturgia, con ideologías que dividen a la Iglesia. El Evangelio y la Tradición de la Iglesia nos llaman a estar firmemente unidos en lo esencial y a compartir legítimas diferencias en la armonía del Espíritu.
La Iglesia, gracias a la liturgia, prolonga la acción de Cristo en medio de los hombres y mujeres de todos los tiempos, continuó Francisco, y el estudio de la liturgia debe permanecer fiel a esto, pero esto no impide las reformas. Al respecto, el Papa añadió una amplia reflexión improvisada, observando “que toda reforma crea resistencia”.
El Papa recordó entonces las reacciones a las reformas de Pío XII: “Recuerdo, yo era un niño, cuando Pío XII empezó con la primera reforma litúrgica, la primera: se puede beber agua antes de la comunión, ayunar una hora... "¡Pero esto va contra la santidad de la Eucaristía!". Luego, la misa de la tarde: “¡Pero, por qué, la misa es por la mañana!”. Luego, la reforma del Triduo Pascual: "Pero cómo, el Señor debe resucitar el sábado, ahora lo envían de nuevo al domingo, sábado por la noche, el domingo no suenan las campanas... ¿Y adónde van las doce profecías?". Todas estas cosas escandalizaban mentes cerradas. También sucede hoy. De hecho, estas mentalidades cerradas utilizan esquemas litúrgicos para defender su punto de vista. Utilizar la liturgia: este es el drama que estamos viviendo en grupos eclesiales que se alejan de la Iglesia, cuestionan el Concilio, la autoridad de los obispos, para preservar la tradición. Y la liturgia se usa para esto.
Liturgia y misión
La liturgia -observó entonces el Papa- empuja hacia la misión. De hecho, lo que celebramos nos lleva a ir "al encuentro del mundo que nos rodea, al encuentro de las alegrías y necesidades de muchos" dentro y fuera de la Iglesia.
La auténtica vida litúrgica, especialmente la Eucaristía, nos empuja siempre a la caridad, que es ante todo apertura y atención al otro. Esta actitud comienza y se funda siempre en la oración, particularmente en la oración litúrgica. Y esta dimensión nos abre también al diálogo, al encuentro, al espíritu ecuménico.
Los desafíos del tiempo presente, prosigue el Papa, son muy fuertes, “la Iglesia hoy necesita como siempre vivir de la liturgia”. Por tanto, es importante continuar la obra de formación en la liturgia en continuidad con los Padres conciliares, "para ser formados por la liturgia". Agradeciendo a la comunidad de estudio del Instituto San Anselmo el servicio prestado a la Iglesia, el Papa recuerda que "la Santísima Virgen María junto con los Apóstoles rezaba, partía el Pan y vivía la caridad con todos". Que la liturgia de la Iglesia, concluye, "haga este modelo de vida cristiana presente hoy y siempre”.+